Capítulo 26

Examen cruzado

La Freedom From Religion Foundation solía estar en el octavo piso de un edificio en frente del Capitolio del Estado de Wisconsin. La gente que entraba a nuestras oficinas recibía la bienvenida de una maravillosa vista de la mayor cúpula (por volumen) de un capitolio de los Estados Unidos, situada en una explanada espaciosa y cuidada, con un atisbo del lago Monona a través de las copas de los árboles.

El panorama era perfecto salvo por una cosa. En frente del capitolio había una majestuosa cruz dorada, alzada sobre la altísima aguja de la Grace Episcopal Church, de 130 años de antigüedad, mirándonos fijamente mientras trabajábamos a favor del librepensamiento. Nuestra línea de visión caía justo entre los dos edificios, lo que encajaba bien con un grupo que no pierde de vista la separación iglesia-estado.

Las cruces están por todas partes. Probablemente no hay ninguna ciudad en el continente que no tenga una cruz a la vista. Una organización de Virginia Occidental llamada «Reparte tu pan» (por supuesto) erige gigantescas escenificaciones del calvario junto a las carreteras. En 1986 tenían «poco más de 320 conjuntos ya instalados» y seguían enviado brigadas a otros cinco estados.

Un abogado de aquí, de Madison, se santigua «de broma» cuando me ve, para protegerse del malvado ateo. La cruz tiene un significado profundo para algunos, pero para otros el símbolo en forma de T es simplemente un signo de puntuación social. Es más «guay» que la bandera americana. ¡La gente lleva pendientes y collares con la cruz como si fueran bonitos!

La cruz no es bonita. Es un emblema de humillación, agonía y muerte, lo mires como lo mires. Representa una ejecución pública, como una horca, una guillotina o una cámara de gas. Acercarse a una cruz es como ponerse ante el pelotón de fusilamiento. ¡Intente figurarse un campanario con una silla eléctrica en lo alto, o a la gente llevando joyas con el nudo corredizo!

«Para mí la Semana Santa siempre fue una época del año de horror», dijo Ruth Green en la película de la Fundación «Una segunda mirada a la religión». «Quería apartarme del mundo. La mínima mención de la tortura de la crucifixión me daba escalofríos. Siento que este símbolo cristiano de tortura, la cruz, se nos impone más y más en el paisaje».

Suponga que alguien le salvara la vida bloqueando un ataque terrorista, pero muriera a causa de las balas. ¿Se colgaría de las orejas ametralladoras pequeñitas? ¿Le gustaría enfrentarse a los detalles truculentos día tras día? En lugar de vivir en medio de la brutalidad, ¿una persona sana no emprendería las acciones que previniesen que esas atrocidades volviesen a suceder, olvidando el horror para llevar una vida normal?

Y sin embargo el himno cristiano más popular dice:

En la cruz vieja y áspera,

Manchada con sangre tan divina,

Veo una maravillosa belleza;

Porque en esa vieja cruz

Jesús sufrió y murió

Para perdonarme y santificarme.

Por eso apreciaré esa cruz vieja y áspera.

Refiriéndose a la sangre que manaba del costado alanceado de Jesús (relatado sólo por Juan, quizás confundiendo la forma exacta de la muerte), otro himno muy popular rumia:

Jesús, tenme cerca de la cruz,

Allí hay una preciosa fuente

Libre para todos, un manantial sanador

Fluye desde el monte Calvario.

En la cruz, en la cruz

Esté por siempre mi gloria…

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Pero mire lo que los creyentes han hecho en esta letra:

En la cruz de Cristo me glorío,

Elevándose sobre los despojos del tiempo;

Toda la luz de la historia sagrada

Se reúne alrededor de su cabeza sublime

Cuando el sol de la dicha arroja

Luz y amor en mi camino,

Desde la cruz el resplandor surgiendo

Añade más lustre al día.

Swaggart y Bakker se tomaron ese asunto del «lustre» un poco demasiado en serio, pero lo mires como lo mires, la cruz es ofensiva. Diez mil salmos podrían embotar los sentidos del meapilas medio, pero no pueden convertir el plomo en oro. (Fíjese que incluso en estas letras, el verdadero mensaje de la Pascua —primavera, la luz, el sol, el equinoccio vernal— no se disfrazan del todo).

La cruz chapada en oro que relumbraba hacia nuestras oficinas se encuentra sobre una aguja de cuarenta pies (doce metros) que descansa sobre un campanario de seis pisos. Incluso cuando era ministro sabía que no hay agujas en la biblia: las agujas son estructuras arquitectónicas fálicas que se tomaron prestadas del paganismo.

Pero aprendí algo sobre la cruz que me deja absolutamente pasmado, algo que me hace avergonzarme de haber creído. La mayoría de los librepensadores saben que el cristianismo se tomó prestado en su mayor parte de religiones anteriores. No hay nada único en ella. Otros mitos tienen sus nacimientos virginales, salvadores y resurrecciones. Los babilonios, egipcios, aztecas y otros tenían la cruz como símbolo. Pero lo que nunca había sabido antes —y todavía me cuesta creerlo— es que en el cristianismo no hay ninguna cruz. ¡Ninguna!

El duradero emblema de la expiación es un impostor. En ningún lugar de la biblia aparece la cruz.

Los apologistas cristianos, cuando se les presiona, recurren a menudo al «verdadero significado del lenguaje original», pero este es un caso en el que se encuentran mejor obviando el griego. Las palabras que se han traducido como «cruz» y «crucificar» en el Nuevo Testamento son σταυρóς (que se pronuncia «stauros» o «stavros») y σταυρóω («stavroo»). Todos los traductores, hasta los fundamentalistas, están de acuerdo en que σταυρóς no es una cruz.

El diccionario A Greek-English Lexicon de Liddell; Scott define σταυρóς como «palo o estaca vertical. De pilotes clavados para servir de cimientos. Una estaca para empalar un cadáver». El Greek-English Lexicon de Thayer, una referencia para el «Rey Jacobo» muy usada por los creyentes, está de acuerdo, y dice que la palabra inglesa «staff» (báculo, cayado) deriva de σταυρóς (citando del Dicc. Etimológico Skeat).

El Expository Dictionary of New Testament Words (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento) de W E. Vine, otro recurso cristiano, refleja que σταυρóς «denota, primariamente, un palo o estaca vertical. Sobre este se clavaba a los malhechores para su ejecución. Tanto el nombre como el verbo… deben distinguirse originalmente de la forma eclesiástica de una cruz de dos maderos. La forma de esta última tiene su origen en la antigua Caldea, y se usó como el símbolo del dios Tammuz (por tener la forma de la Tau mística, la inicial de su nombre)… a mitad del s. III… se aceptó a los paganos en las iglesias… y se les permitió en gran medida mantener sus signos y símbolos paganos. Por ello, la Tau, o T, en sus formas más frecuentes, con la línea cruzada bajada, se adoptó para representar la cruz del Cristo».

El verbo σταυρóω significa «clavar en una estaca». Herbert Cutner, en Jesús: Dios, hombre o mito (The Truth Seeker, 1950), dice: «Un stauros era una simple estaca, horrible de contemplar; se usaba de la manera más cruel para ejecutar criminales y otras personas… En ocasiones tenía punta y atravesaba el cuerpo de la víctima para clavarlo al suelo; o se le colocaba sobre la estaca con su punta hacia arriba de modo que perforaba su cuerpo gradualmente; o se le ataba sobre ella y se le dejaba expuesto hasta que le llegaba la muerte; y había otros métodos más. No hay la más mínima evidencia de que alguna vez hubiera un stauros con la forma de una cruz ni siquiera con forma de T». Si se hubiera ejecutado a Jesús, de forma mítica o histórica, no hubiera sido con los brazos extendidos sobre una estructura cruciforme.

Cutner informa de que los eruditos siempre han estado al tanto de este error pero han sido incapaces de resistirse a la mala traducción tradicional. En el siglo dieciocho algunos obispos anglicanos recomendaron eliminar directamente el símbolo de la cruz, pero no se les hizo ningún caso.

No hay cruces en el arte cristiano temprano antes de la mitad del siglo quinto, cuando (probablemente) aparece en una moneda de una pintura. El primer crucifijo inequívoco aparece a finales del siglo séptimo. Antes de ese momento se representaba casi siempre a Jesús como un pez o un pastor, nunca sobre una cruz. La supuesta visión de Constantino en el siglo cuarto en la que aparecía una cruz en el cielo no era del instrumento de ejecución: era la letra griega X (chi) con una P (rho) atravesándola, el conocido «monograma» de Cristo, las dos primeras letras de Χριστóς Cristo en griego. (De aquí es donde sale la X de «Merry Xmas»).

Cualquier biblia que contenga las palabras «cruz» o «crucificar» es deshonesta. Los cristianos que alardean de la cruz no sólo están promocionando sin saberlo una religión pagana, especialmente si se asienta sobre una aguja, sino que además están quebrantando el segundo mandamiento: «No te harás imagen…». (¡Ahora sé por qué se me atraviesan tantos cristianos!).

La mayoría de los cristianos, si se les enfrenta con estos hechos, afirmarán que la cruz tiene un significado «espiritual» más allá de su apariencia física. Puede que señalen a Mateo 16:24, cuando el personaje de Jesús en el Nuevo Testamento dice mucho antes de su muerte: «Si alguno quiere venir en pos de mí… tome su cruz [σταυρóς], y sígame». (Los eruditos librepensadores se dan cuenta de que esta frase anacrónica es una tontería histórica. No podía tener ningún significado para los discípulos antes de la crucifixión). Para el creyente, la cruz representa la negación de uno mismo, y la salvación del pecado. Pero eso del «pecado» no existe.

O quizás exista. La cruz amenazadora que nos escrutaba descaradamente por las ventanas —eso es un pecado.

Freethought Today, marzo, 1989

El símbolo Chi-Rho, que representa el monograma de Cristo.