LA GRAFOLOGÍA AL ATAQUE
No sé en Polonia pero, en los países occidentales, los grafólogos están hasta arriba de trabajo. Cada vez más instituciones, empresas y particulares acuden a sus servicios. El autor de este libro es el presidente de la asociación de grafólogos alemanes y los representa en los congresos internacionales. Los grafólogos aconsejan y disuaden, exponen, interpretan y participan. Todo muy bonito. No tengo nada en contra de los grafólogos. Pero si hay algo que no me gusta es justamente la gente que busca su consejo. Comparemos, por ejemplo, la clientela de los psicoanalistas y la de los grafólogos. A los primeros acuden personas que anhelan acceder a lo más recóndito de su psiquismo. A los segundos, mayormente, todos esos que desean radiografiar al milímetro a otro individuo, por lo general, sin su conocimiento ni aprobación. En la sala de espera del grafólogo puedes encontrar a mujeres con las cartas de sus novios metidas en el bolso. El investigador de cartas decidirá cuál de ellos será un buen marido. También puedes encontrar a hombres, pero sus intereses rara vez tienen que ver con el carácter de sus futuras esposas. Por lo general, a ellos les interesa más la psique de un futuro compañero de negocios. En principio no hay nada malo en que un individuo desee conocer a otro de la mejor manera posible. Sin embargo, hasta ahora se empleaban métodos caseros para tiempo con alguien, hablar con él más a menudo, jugar con él a las cartas (siempre con dinero, claro está), hacer un viaje en barco juntos o hacer alpinismo. Pero hoy todo son prisas. ¿Quién tendría hoy tiempo para todo ese rollo de los barcos de vela o para pasar la noche metido en un saco de dormir al pie de una montaña? Además, muy pocos pueden ser considerados como observadores inteligentes, ya que para ello hace falta concentración. La conversación no siempre entra en escena, ya que es un arte que únicamente se practica en determinados ambientes. De aquí la moda por la grafología. Y es una moda que continuará mientras la gente no pierda la capacidad de escribir manualmente... En Occidente, numerosas empresas utilizan también la sabiduría de los grafólogos a la hora de estudiar candidaturas a cargos más importantes. Exigen a los candidatos un curriculum vitae escrito a mano, y este se entrega a los expertos en grafología. Y ni siquiera los mejores diplomas, certificados o referencias sirven para algo si el grafólogo dictamina: «dificultades para relacionarse con otras personas»... «carencia de capacidad organizativa»... «irresponsable»... Solamente pregunto: ¿también ha sido evaluado previamente ese experto según el método grafológico por alguien? Porque quizás su caligrafía nos indicaría «se deja llevar por la primera impresión»... «actitud desfavorable hacia los otros»... «carácter apodíctico»... Soy escéptica y no puede remediarlo. Pero para extraer algún provecho personal de los consejos incluidos en este libro hice un dos obtenidos se resumen en una frase. Pues bien, señores y señoras, los resultados no son buenos conmigo, aunque podrían haber sido peores. Pero dicho sea de paso, era consciente de ello desde hace mucho tiempo.
El arte de escribir, o tú y tu carácter, Alfons Luke, traducción del alemán de Krzysztof U´scinski, Wydawnictwo Luna, 1993.