¡SEÑORES DEL TRIBUNAL!

Silenciosa noche... Apacible noche... Noche que sumerges en el sueño al mundo entero... El naturalista que se topa con palabras como estas sonríe de compasión. ¡Ay, los poetas, los poetas! Se deslizan sobre la superficie del paisaje y les basta con un ambiente momentáneo, una impresión fugaz... sin embargo, la noche no es silenciosa ni apacible en ninguna parte, a excepción hecha, claro, de los países del hielo eterno, en donde no hay nada que cazar ni nadie que lo haga. La noche ni mucho menos sumerge en el sueño a toespecies de mamíferos que existen, aproximadamente el setenta por cien de ellas caza cuando cae la oscuridad. Por no hablar de los muchos reptiles, anfibios, insectos y aves que solo abandonan sus diarios escondrijos para lanzarse a la noche. El silencio nocturno se compone, así pues, de susurros, gruñidos, chapoteos, breves chasquidos, zumbidos, aleteos, repiqueteos y chillidos, sin contar todos esos ruidos que nuestro oído es incapaz de captar. Con este acompañamiento de fondo se cometen multitud de asesinatos, entre cuyas víctimas se encuentran los pajarillos y sus huevos, las ranas y sus renacuajos, las mariposas nocturnas y sus orugas, las lagartijas, los caracoles, los peces, los grillos, las moscas, las arañas, los crustáceos, así como todo tipo de pequeños mamíferos y las crías de los mamíferos más grandes. En las regiones más templadas, donde acechan la boa constrictor, los jaguares y los caimanes, ni siquiera los grandes animales están a salvo. Alguien me dirá que, al anochecer, también los animales herbívoros salen a buscar comida, circunstancia que mitiga un tanto la imagen de la noche vista como una sangrienta carnicería. Tengo en cuenta esa consideración; sin embargo, debo decir en primer lugar que no hay tantas especies que se contenten únicamente con plantas (la mayoría de ellas se zampa de vez en cuando alguna mariposilla o alguna larva). En segundo lugar está la cuestión de si alimentarse a base de plantas es realmente tan inofensivo. Quizás esto me enfrente con todas esas personas que son fieles a los las plantas también son organismos dotados de la voluntad de vivir. ¿Que en otras formas de vida sea más evidente implica acaso que carezcan de ella las plantas? Sea cual sea la definición que adoptemos, el hecho cierto es que acaban en el plato del vegetariano... Lo que digo es desagradable porque sea cual sea la aproximación que hagamos a la naturaleza de la Naturaleza, esta conducirá ineludiblemente a conclusiones desagradables. Y eso de que nosotros, los humanos, nos alimentemos a costa de otra vida, lo considero un escándalo. Y aún peor que participemos en él es que devenga incluso en un inmenso placer para el paladar. Pero basta ya de lamentaciones, es hora de contar un chiste, aunque sea viejo. «¡Señores del Tribunal! —dice el abogado durante el discurso de la defensa—, mi honorable oponente se muestra pródigo a la hora de imputar a los acusados los más viles comportamientos humanos. Ayer acusó a un ciudadano de tener la inusitada osadía de robar a plena luz del día. Hoy acusa a otro ciudadano de tener la malevolencia necesaria para robar de noche. Y yo pregunto, Señores del Tribunal, ¿cuándo se supone que deben robar mis clientes?».

Animales nocturnos, Hanna y Antoni Gucwi´nski. De la serie Animales misteriosos. Wrocław: Wydawnictwo Dolno´sl˛askie, 1993.

 

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