PARA CADA OCASIÓN
«Arte floral»... Es una expresión aún joven y frágil a la que se le han impuesto numerosas obligaciones. No solo haré mención aquí al arte floral propiamente dicho, es decir, a la técnica de componer ramilletes de trenzado de guirnaldas, el denominado arte del coronamiento, el cual es un término destinado a enriquecer nuestros recursos onomásticos. Dentro de esta ciencia podrían incluirse también los términos de florerista, es decir, aquel que elige el tiesto apropiado para cada caso, o la macetería, el cultivo de plantas dentro de macetas. Pero eso no es todo. Los autores enriquecen la obra con explicaciones que se enmarcan dentro del campo de la geometría, la óptica, la composición, la diplomacia y la ideología. No es de extrañar que haya un número tan elevado de autores: uno solo nunca lo hubiese logrado. Ha sido traducido en su totalidad sin la más mínima abreviación, junto con un extenso capítulo sobre la organización del comercio de las flores en la República Democrática Alemana, con precios detallados, diagramas y tablas, pese a que la mayoría de los datos fueron recogidos, más o menos, hace diez años y claramente no guardan relación con la actualidad. A este capítulo le debo en realidad la ilusoria, aunque agradable, impresión de que en Polonia no hay escasez de papel. Nada perjudicaría al libro si este se limitase únicamente al saber profesional, el cual, debe reconocerse, es muy abundante. Naturalmente, no estoy en contra del benigno exotismo que mana de otras tradiciones y gustos. No sin divertimento leí, por ejemplo, acerca de «la corona para los artistas». Pone de manifiesto que nuestros vecinos occidentales aún conservan la encantadora costumbre de enguirnaldar a personas inspiradas. «En esta ocasión —estoy leyenbrirse con hojas de laurel verdes o amarillas, sin necesidad de añadir ningún otro adorno». Sin embargo, las guirnaldas para los deportistas son mucho más conmovedoras, dado que «las hojas de encina adheridas a los aros producen una sensación más agradable que la de la guirnalda romana». De la misma manera, me conmovió enormemente el manguito matrimonial floreado, una idea muy práctica, dado que la mayoría de las bodas se celebran en invierno. Por norma general, los autores ponen especial énfasis en el papel representativo de las flores en la vida personal, profesional o política. Con ese objetivo, los autores promueven las flores nobles, es decir, las cultivadas. El vulgo de las praderas no tiene para ellos ningún valor ni encanto. Los ramilletes de flores campestres, en su opinión, solo pueden satisfacer a los niños «poco exigentes». Y para colmo, en la portada puede verse un ramillete confeccionado según el estilo campestre, circunstancia que, o bien pretende polemizar con los gustos de los autores, cosas que dudo, o bien se trata de la típica metedura de pata del editor. Creo que me decantaré por esta última.
Arte floral, S. David, K. Deutshmann, M. Freitag, A. Hofman,
J. Kamp, H. Linke, M. Lobst, E. Miessner, traducción del alemán de Aleksandr y Marcel Wyrwi´nski. Varsovia: Panstwowe´Wydawnictwo Rolnicze i Le´sne≠, 1978.