Día 1
—¿A qué hora volverás a casa? —preguntó Maeve.
—Muy tarde, probablemente —dijo Matt.
—¡Oh, Matt!
—Ya sabes cómo son estas cosas. —Esbozó una sonrisa de disculpa—. Clientes potenciales, salón privado, menú degustación, vino caro. Esas cenas suelen hacerse interminables.
—Qué extraño que hagáis algo así un viernes por la noche.
—La única noche que nos iba bien a todos. Pero estarás bien. Tienes hora con Shrigley, ¿no?
—Ajá. Y en el trabajo celebran una despedida. —No sabía por qué lo había dicho. No tenía intención de ir.
—Podrías ir después de la visita con Shrigley. Así no estarás aquí sola tanto rato.
Maeve detuvo la cuchara con las gachas a medio camino de su boca. Matt nunca le insistía para que saliera con sus colegas del trabajo.
—¿Por qué no? Quédate aunque sea una hora —dijo Matt—. Seguro que te sienta bien. Si te agobias, siempre puedes irte.
Maeve lo miró con suspicacia.
—Media hora entonces —prosiguió Matt—. Nunca se sabe, puede que acabes divirtiéndote.
—Matt, ni siquiera la gente normal se divierte en las despedidas.
—Escúchame, Maeve. —Ella vio desesperación en su cara—. Tenemos que seguir intentándolo.
Maeve bajó la vista. No, ella no quería seguir intentándolo. Matt estaba solo en eso.
—¿Maeve?
Tenía que decir algo.
—¿Dónde cenaréis?
—… Eh… En el Magnolia.
—Pensaba que habían cerrado.
—… Eh… No, está abierto.
Matt sacó dos antidepresivos de la caja y le arrojó uno a Maeve a través de la mesa.
—Llegaré tarde, así que no te des prisa.
Maeve se metió el comprimido en la boca, lo bajó con un trago de agua y le pasó el vaso a Matt.
—Voy a cepillarme los dientes. Luego podemos irnos.
Salió de la cocina. Matt aguzó el oído hasta escuchar que el agua corría en el cuarto de baño. Cuando comenzó el zumbido del cepillo eléctrico, se arrojó sobre el macuto de Maeve, revolvió atropelladamente el contenido, sacó un manojo de llaves, las metió en el armario de debajo del fregadero, dejó el macuto en el suelo y se sentó de nuevo frente a la mesa del desayuno.
Acabo de notar que algo terrible está pasando. Los corazones de Matt y Maeve ya no están en sintonía… Ya no puedo sentirla. Me doy cuenta de que hace tiempo que eso ocurre, mucho tiempo. La armonía que estaba sintiendo no era auténtica, era una especie de mensaje grabado, un eco del pasado. Como la luz que nos llega de una estrella que se apagó hace mucho tiempo.