Tres años atrás
Dos días después de regresar de su luna de miel, Maeve se topó con David en el pasillo de la oficina. Se preparó para que pasara por su lado cabizbajo, rezumando desconsuelo, como había hecho cada vez que sus caminos se cruzaban en los últimos meses, pero esta vez, para su gran sorpresa, se le acercó esbozando una agradable sonrisa.
—Bienvenida, Maeve. ¿O debería decir señora Geary? —dijo amablemente—. ¿Buena luna de miel?
—Eh… sí…
—Perdóname por no haber asistido al gran día…
—¡No! ¡Por favor! No te preocupes. Lo entiendo. ¿Te molestó que te invitara? Temíamos que te enfadaras tanto si te invitábamos como si no.
—Lo sé, lo sé.
—David, lo siento mucho —dijo Maeve con voz queda.
—No pasa nada, está bien.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por perdonarme.
—Eh, que yo no he dicho eso. —Pero sonrió y por los hombros de Maeve rodaron pedruscos de culpa, y se sintió ligera y libre. Acababa de nacer un nuevo día en la relación Maeve-David.
—No pretendía hacerte daño, David. —Con gran efusión, añadió—: Fuiste muy importante para mí. Eres un buen hombre. Lo último que deseaba era herirte.
—Lo sé. —Casi avergonzado, David dijo—: Os he comprado un regalo de bodas.
—Oh, David…
—Pero no quiero traerlo aquí. Me sentiría un poco…
—¡Te entiendo!
—Podrías venir a casa a recogerlo.
—Claro. Cuando quieras.
—¿Esta noche?
—¿Por qué no?
De hecho, esa noche era perfecta. Matt tenía una cena con clientes potenciales; recién aterrizado de su luna de miel y ya había puesto nuevamente en marcha sus excelentes dotes de persuasión. Una vocecita en su cabeza le dijo de pronto que sería preferible no contarle nada de aquello. Ya se enteraría después, cuando Maeve llegara con el regalo de bodas. ¿Qué necesidad había de contárselo por adelantado? Probablemente le diría que no debería molestarse, que David era parte del pasado. Pero para Maeve era una oportunidad de limar asperezas con David, de aligerar su sentimiento de culpa. Matt no tenía ese problema, Natalie era tan arrogante que nada conseguía hundir su autoestima por mucho tiempo, pero Maeve había causado una profunda herida en David y eso le angustiaba.