Día 29…
Matt y Maeve estaban tumbados en el sofá, viendo cómo unos desconocidos reformaban un cuarto de baño. Llevaban veintiséis minutos sin pronunciar palabra cuando Matt abrió la boca y dijo:
—Es normal que la gente sospeche de un hombre que se ha comprado un hacha.
—¿Qué?
—Un hacha. Si un hombre llega a casa con un hacha nueva y reluciente, ¿no sospecharías que planea convertirse en el asesino del hacha? ¿Para qué otra cosa se utiliza un hacha?
—¿Para cortar leña?
—¿Quién corta leña hoy día? No estamos en el cuento de Caperucita Roja.
—¿De qué estás hablando?
—En la parada del autobús había una mujer…
—¿Estás pensando en matarme?
—¡Maeve!
—Tal vez tu subconsciente esté intentando decirte algo.
—¡Yo no tengo subconsciente! Esa maldita doctora Shrigley te está metiendo ideas raras en la cabeza. Solo digo que el otro día había una mujer en la parada del autobús que…
—¿Qué harías si me muriera?
Matt se esforzó por mantener la calma.
—Mi vida sería insoportable, estaría acabado.
—Conocerías a otra chica como yo.
—Eso es imposible. Nunca habrá otra como tú.
—Hay millones de chicas como yo, de hecho, mucho mejores que yo. Serías más feliz con una de ellas.
—No.
Maeve soltó una risa queda, casi desdeñosa.
—Antes solías decir que si yo me muriera te suicidarías.
—… Y lo haría. Me suicidaría. Eso es lo que quería decir.
—Pero no es lo que has dicho.
—Pero es lo que quería decir.
Se produjo un silencio tenso.
—En cualquier caso —dijo Matt—, no te vas a morir.
Yo no estaría tan seguro de eso, amigo mío…
Finalmente he comprendido que Maeve no conduce temerariamente solo para contrarrestar el tedio de su vida doméstica. Estos últimos días he estado observándola detenidamente. Pese al muro que nos separa, ha tenido uno o dos pensamientos tan intensos y espantosos que me han llegado.
»Si ese camión derrapara y se me echara encima, no me importaría, no me importaría en absoluto.
»Si me salto ese disco en rojo y me atropella un coche, solo pido morir al instante.
No tiene intención de atiborrarse de pastillas o cortarse las venas; en cualquier caso, todavía no. Pero si conduce su bici el tiempo suficiente y con la imprudencia suficiente, algo le ocurrirá.