REBELDÍA ADOLESCENTE
PERO la tormenta perfecta se desató el día en que la Selección Epañola de Fútbol se proclamó campeona del mundo en Sudáfrica. ¡Qué raro que el día en que el presidente del Gobierno recibe oficialmente a los campeones no aparezca nadie de la familia! La oportunidad de saludar a los ganadores del Mundial, héroes nacionales en aquel momento, era única. Y es que aún no habían trascendido los problemas que crecían en casa de los Zapatero. Laura, la mayor, había decidido unilateralmente abandonar el domicilio familiar para convivir con su pareja en una especie de comuna en Sevilla. ¡Menudo mazazo! Con las preocupaciones que el presidente cargaba sobre sus espaldas, en medio de una crisis económica irresoluble, debía también soportar el peso de las cavilaciones personales sobre el porvenir de su hija mayor, que, como todos sus allegados saben, es la persona que ejerce mayor influencia sobre él. Su madre, desolada, se sentía impotente ante la determinación de su hija.
Laura destapó finalmente su marcada personalidad, sobre la que su propio padre comentó al cantante Loquillo que le había salido «rebelde». Desde que la muchacha se marchó de casa, Zapatero la veía a solas para intentar que las aguas volvieran a su cauce, aprovechando su empatía como padre, mucho más tolerante que la madre. Según parece, Laura, después de un tiempo de ejercer de okupa en un edificio de la capital sevillana en el que se instaló con su pareja y algunos amigos, volvió al Palacio de la Moncloa. El propietario del edificio denunció el asunto a la Brigada Antisistema de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado, que inmediatamente se personaron en el inmueble. Lo rodearon y conminaron a los ocupantes a deponer su actitud, pero no actuaron en ningún momento. Órdenes de arriba ampliaban el margen de tiempo que fuera necesario para intentar convencerles. Y lo consiguieron... No hubo ni denuncias ni detenciones. ¡Cosas del poder!
El verano de 2010, y para que no faltara de nada, pasó de largo sin descanso estival, pero no como gesto solidario del presidente del Gobierno ante una crisis económica que ya nos sacudía sin piedad, que también, sino por las malas notas de la pequeña Alba, que a sus quince años había suspendido varias asignaturas de Secundaria y necesitaba ir a clases de apoyo antes de presentarse a los exámenes de septiembre. Ya se sabe que ser padre supone sacrificios. Y si no, que se lo digan a Felipe González, que de veranos sin vacaciones sabe un rato. Dadas las circunstancias, había que reorganizar los turnos de verano del personal de La Moncloa, que, a decir verdad, tampoco supone una revolución, teniendo en cuenta que una parte importante se desplaza con la familia al lugar de descanso y solo queda en el palacio un pequeño retén. Así, el trabajo se llevaría a cabo en Madrid, de tal manera que todo el mundo podría regresar a casa cada día.
En el transcurso de más o menos un año, las hijas de Zapatero desarrollaron una rebeldía extrema, impensable poco tiempo antes. Fruto de la misma fue también la negativa a seguir un tratamiento médico alimentario bajo la supervisión de un prestigioso endocrino madrileño. Los evidentes problemas de sobrepeso de las dos muchachas llevaron a Sonsoles a consultar a un especialista, como tantas madres hacen cada día en la misma situación. Las jóvenes se rebelaron con tal vehemencia que sus progenitores nada pudieron hacer y el doctor nunca llegó a tratarlas.
Al verano siguiente, en agosto de 2011, Sonsoles Espinosa pasó unas cortas vacaciones en Roma en compañía de su hija mayor, Laura, y una amiga de esta. El presidente y Alba, la pequeña, se quedaron en Madrid. A pesar del empeño, Sonsoles y su hija no pasaron desapercibidas, debido a la nutrida escolta que las custodiaba en todo momento, llamando poderosamente la atención de los transeúntes. Se trataba de celebrar por todo lo alto el aprobado de Laura en Selectividad. La joven comenzaría a estudiar Filología inglesa en una universidad pública. Parecía que por fin las aguas volvían a su cauce...
En cualquier caso, no cabe duda que el futuro político de José Luis Rodríguez Zapatero pasó en su día por el devenir pubescente de sus hijas y el escaso entusiasmo de su mujer por la continuidad en el cargo. Algunos opinan que los retoños del expresidente son «hijas de su tiempo», pero sus padres están preocupados porque «la mayor es demasiado de izquierdas».