AMOR DE JUVENTUD
SONSOLES Espinosa Díaz nació en Ávila, el 8 de noviembre de 1961, en el seno de una familia abiertamente conservadora. Fue la segunda y última hija de Ramón Espinosa Armendáriz y Juana Díaz García, después de un varón, de nombre Ramón, como su padre. En la localidad abulense de Hoyocasero, si preguntas a la gente de edad por la madre de Sonsoles, todos coinciden en calificar a Juana como una mujer bellísima, rubia y de un porte espectacular, trabajadora y muy buena persona. Su familia regentaba un estanco y ahí fue donde conoció a su marido, el soldado Ramón Espinosa, que formaba parte del contingente de la Academia de Intendencia de Ávila. Él, joven liberal y lector empedernido, iba cada día a comprar tabaco al establecimiento de la familia y se enamoró de Juana. Se casaron en 1959, y después de un tiempo en Ávila, vivieron en Burgos y en León, donde culminó su carrera castrense con grado de comandante y jefe de Intendencia del Gobierno Militar. Juana Díaz, viuda desde 1995, se quedó sola en León, después de la marcha de sus hijos, Ramón a Zaragoza, destinado como funcionario de la Administración Central, y Sonsoles a Madrid, tras el triunfo de la candidatura de su marido, José Luis Rodríguez Zapatero, como secretario general del PSOE. Finalmente decidió trasladarse a la capital de España, donde vivía en un pequeño y céntrico apartamento. Pero el progresivo agravamiento del cáncer que padecía hizo necesario su traslado al Palacio de la Moncloa, donde vivió con su hija hasta que falleció, a los setenta y nueve años, en el Hospital Clínico, en el que fue ingresada pocos días antes.
Sonsoles estudió en el colegio de las Teresianas y, tras su cierre, en el de la Purísima Concepción de las Nieves. Posteriormente se matriculó en Derecho en la Universidad de León, donde conoció a su marido. Él estudiaba cuarto curso y ella segundo, y hablaron por primera vez en el transcurso de una asamblea que los estudiantes celebraban con el objetivo de organizar una nutrida manifestación de apoyo a la libertad y la democracia que tuvo lugar el 24 de febrero de 1981, tras el intento de golpe de Estado del 23-F. José Luis era el delegado de su curso y en aquel momento muy popular entre los estudiantes, pues había conseguido el aplazamiento de los tradicionales exámenes de la convocatoria de febrero como consecuencia de los graves incidentes que habían tenido lugar horas antes. Al menos para él fue amor a primera vista y, cuando al presidente le sacan el tema a colación, no duda en confesar: «Desde que la vi, no paré hasta conquistarla». El noviazgo duró ocho años y fue tormentoso debido a la activa militancia de Zapatero desde su más temprana juventud. José Luis le pidió matrimonio a Sonsoles a bordo de su Seat 1500, tantas veces recordado por el presidente y, finalmente, se casaron el 27 de enero de 1990, en la ermita de Nuestra Señora de Sonsoles, en Ávila. La ceremonia religiosa, que no misa, fue oficiada por el padre Samuel Rubio, que es, además, el mentor musical de Sonsoles. A continuación, los novios disfrutaron de una corta luna de miel en Sevilla.
En 1993 nació su primera hija, Laura, y Alba, la segunda, en 1995. Las dos en León. A pesar de su licenciatura en leyes, Sonsoles siempre se ha dedicado a la música, su auténtica pasión. Formó parte del Coro Universitario de León y dio clases de solfeo y flauta en un colegio privado, donde pidió una excedencia cuando su marido fue designado secretario general del PSOE y tuvieron que trasladarse a Madrid. Ya en la capital, cantó con el Coro del Teatro Real, donde fue contratada como soprano suplente y, más tarde, en 2004, pasó a formar parte, como titular, del Coro de RTVE.
Sonsoles Espinosa se siente en Madrid como «en una sartén hirviendo» y añora la tranquilidad y la sencillez de la vida de provincias. Adora el anonimato. Por eso le encanta caminar por los bulevares de París, e incluso en Barcelona dice sentirse menos prisionera que en Madrid. Una de las ventajas que le aporta su profesión es que puede viajar por el mundo de incógnito. En cualquier caso, no es una mujer que pase desapercibida. Inevitablemente, y muy a su pesar, los flashes se disparan en cuanto hace su aparición. Su estilo, discreto y sofisticado a la vez, le aporta una gran belleza, imposible de invisibilizar con una estatura de 1,81, muy delgada, con rostro cinematográfico, cabello rubio y corte de pelo muy personal, del que se ocupa su peluquera de toda la vida, Ángela Navarro. Por cierto, una de las iniciativas que Sonsoles puso en marcha para su uso personal fue una minipeluquería que montó en los vestuarios de la piscina de La Moncloa.