UNA EXPERIENCIA POSITIVA

A Pilar Ibáñez-Martín la política nunca le dio miedo, al contrario de lo que le había pasado a Amparo Illana, y su optimismo la lleva a calificar la vida en La Moncloa como una experiencia positiva. Ella lo vivió así, sin quejas, sin lamentos y sin recurrir al espíritu de sacrificio como la única forma posible de enfocar tan enojosa situación. Así se refiere la propia protagonista:

Para Amparo, La Moncloa era una jaula. Lo pasó fatal. Claro, Leopoldo tenía otras aficiones, pero Adolfo solo tenía la política. Yo nunca pensé que Leopoldo sería presidente del Gobierno, pero una vez asumido el hecho, de entrada nos quisimos quedar en nuestra casa porque nos apetecía. Teníamos muchos hijos y nuestra casa estaba adaptada a los chicos, a los libros, a los discos. Pero después de mes y medio dijeron que era imposible, que era un follón. Entonces nos fuimos y la verdad es que encajamos bien. Aun así, reconoce los inconvenientes:

Es una casa que no está pensada ni para ser la Presidencia del Gobierno ni para que viva una familia, pero está bien. Nos adecuamos bien porque, en el piso de arriba, donde se vive, nosotros estábamos en un lado de la casa con Pili, nuestra única hija, y en el otro lado estaban los siete varones. Federico Sopeña nos mandó un piano para Leopoldo, Pili y José María, que estaban estudiando la carrera, y lo pusimos en el lado de los chicos. Y también teníamos un loro que nos había regalado Obiang. [...] Cuando llegamos a La Moncloa, mi marido me advirtió que no tocara nada del palacio, pero yo le hice caso hasta cierto punto y me ocupé de la casa como si fuera mía. Establecí una manera diferente de recibir a las visitas. Hasta ese momento, las comidas, las cenas y los cócteles los servían el Ritz o Jockey. Yo descubrí, entre el equipo que trabajaba en la cocina, a un cocinero joven, Julio González, que había estudiado en una buena escuela. Empecé a observar que cuando nos servían la comida, de vez en cuando aparecían platos muy sofisticados, muy diferentes al resto. Eran de Julio. Desde entonces, todos los cócteles, las cenas y las comidas que se celebraban en La Moncloa las hicimos allí. Era más personal. También encontré unas mantelerías de hilo de Alfonso XIII que a partir de entonces fueron las que se utilizaron en los almuerzos y cenas oficiales. Y sustituimos los centros de flores que mandaban todas las mañanas desde la floristería María Luisa por flores que cortábamos en el jardín y poníamos en búcaros para decorar los despachos. Y cuando tuve oportunidad, hice retirar los tapices del Salón de Columnas porque quitaban la luz y los devolvimos al Patrimonio Nacional. En honor a la verdad, hay que decir que tampoco Pilar consideró La Moncloa su verdadero hogar. Su casa era su vivienda de Somosaguas. Tanto fue así que cuando terminó el invierno de 1981 y hubo de guardar la ropa de abrigo, Pilar decidió hacer las maletas y trasladarlo todo allí, colocándolo cuidadosamente en los correspondientes armarios. Igual hizo después con la ropa de verano. No trasladó nada de su casa a La Moncloa, «ni un cenicero», dice ella. Algunos libros, unas cuantas fotografías y poco más. La casa familiar se mantuvo intacta durante su ausencia, con el aliento contenido, como si el tiempo se hubiera detenido esperando el retorno de sus moradores.

Las damas de La Moncloa
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml