IV
CUANDO llegué a mi cuarto ahí estaba Maricela.
—¿Lo ves? Funcionó la llave —dijo.
—¿Cuál llave? —pregunté instintivo.
—¿Cómo cuál? La que me diste.
—Yo no te he dado ninguna llave.
—Sí, me la diste.
No puedo contradecirla. Mi cabeza vuelve a ser un residuo de cosas extrañas.
—No me gusta que vengas, mi madre puede oírte.
No contestó, se dedicó a desnudarme y me acarició toda la tarde sin lograr que mi gallo levantara el pico.
—¿En qué piensas?
—En lo que dijiste. Mi madre está dándole dinero al hijo de puta del doctor Orlando.
—Entonces ¿estás dispuesto a ayudarme? —dice mientras busca su brassiere entre las cobijas—. Mira, el doctor Orlando tiene esposa y un hijo, pienso que si le hacemos saber esto a tu madre podría molestarse y dejar de darle dinero.
—¿Y si ya lo sabe y no le importa? —Oh, no había pensado en eso. La voz de la señorita Maricela comenzó a detenerse, como si el brillo de la tarde se tornara gris y sucio, como si fuera una laguna de rencor diluyéndose bajo una tarde neblinosa, pensé que todo era una historia extraña, que no debía ser así, que debería haber un motivo más intenso para que yo deseara separar al doctor Orlando de mi madre.
—Ella es una mujer joven y... bueno, tú sabes... ¿Me ayudarías si te dijera que están a punto de casarse? —No digas tonterías.
—Tampoco me creíste cuando mencioné lo del dinero. Tenía razón. No supe qué responder. —Ja ja ja, el doctor Orlando será tu padrastro.— ¡No es posible!
—Entonces, ¿por qué está remodelando su casa? —Porque se la derribaron con la construcción del drenaje y la pavimentación. Además, tú misma mencionaste una esposa y un hijo...
—No vive con ellos desde hace años, por lo tanto una separación no es nada difícil.
—Creí que sólo deseaba reconstruir su consultorio. —¿Con tu madre aquí? ¡Imposible! Le ha robado toda la clientela. Por eso el doctor se mudará al centro de la ciudad, ahí atenderá a sus pacientes y ustedes tal vez se muden a vivir a esa casa que está cruzando la calle.— Yo no quiero.
—Eso no le importa a tu mamá, además esta casa ya está en venta, por si no lo sabías. —¿Qué?
—Hace dos semanas apareció en el anuncio clasificado. —No lo sabía.— Tampoco imaginas otras muchas cosas.