EL AUTOR QUERRÍA dar las gracias a aquellas personas que lo han ayudado a realizar esta insolente obra, entre los que se encuentran Ralph Vicinanza, Jennifer Brehl, L.S.B. y Ted Chiang por su ayuda en los códigos; Mary Irwin, por su dominio del francés, quizá más correcto que el de Byron; Benjamin Woolley, por The Bride of Science (su biografía de Ada, condesa de Lovelace); Doron Suede, por The Difference Engine, y, sobre todo, a Paul Fry, por su meticulosa y compasiva lectura. Los muertos ilustres no necesitan que les agradezca nada.