NOTAS DEL DÉCIMO CAPÍTULO
1. las obras se estrenaban en los teatros: A Lord Byron le gustaba el teatro, y durante un tiempo, al poco de casarse, fue miembro del comité del Drury Lane, encargado de escoger las nuevas representaciones, aunque las que él escribió nunca estuvieron destinadas al teatro. De hecho, se molestó mucho cuando uno de sus dramas, escrito para la intimidad, se representó en Londres sin su permiso y en contra de su voluntad. Creo que lamentaría mucho saber que hoy en día a alguien se le ocurra intentarlo. Sus obras no son muy adecuadas para ello, exceptuando Manfred y quizá Caín.
2. Argos: Se refiere al ser de un centenar de ojos destinado a vigilar al amor de Júpiter, Io, y no al barco de Jasón, que se llamaba Argo. Argos nunca dormía, lo que justifica la burla del texto. El lector encontrará de nuevo la figura en el capítulo duodécimo.
3. Magnetismo Animal: El supuesto flujo o propiedad de los seres vivos (sin excluir los árboles y las flores) que el señor Mesmer y sus seguidores aseguraban controlar mediante sus baños y manipulaciones. Como muchas otras cosas que se daban por hechos probados, la creencia persiste, y el término se emplea en diversos contextos, relacionado por lo general con la atracción sexual.
4. la propia autora: Lady Byron tenía por costumbre guardar copias de las cartas que enviaba. Aun si éstas eran fruto de un torrente de sentimientos, tenía luego la sangre fría de transcribirlas y, si se producía un desacuerdo respecto a lo escrito por parte de cualquier destinatario de su correspondencia, podía de este modo refrescarles la memoria. A veces desearía poseer tales costumbres reflexivas, no perder el pasado, tal como sucede en ocasiones, oh, confusa telaraña.
5. Un joven oficial: Lady Caroline Lamb solía acudir a las habitaciones de mi padre disfrazada de valet, con el pelo corto, tal como se describe aquí. Esa anécdota es tan bien conocida como Beatrice y Benedick, o Lara y Kaled, o... Cabe esperar que en el futuro se olvide.
6. dos críos igual de rollizos: El relato de Lord Byron vuela con mayor rapidez que el propio tiempo. No había transcurrido el tiempo suficiente entre la batalla de Salamanca y su estancia, la cual se afirma que fue poco antes de la batalla de Waterloo, para que este personaje se casara y tuviera dos hijos. Al parecer, a Lord Byron le gustaban mucho los niños, y disfrutaba en su compañía.
7. Fide in Sane: El lema de los Byron es Crede Byron. Esta bonita frase, «Confía en Byron», parece haber sido reflejada en el del libro, puesto que éste podría significar «Tengo fe en Sane», aunque, ingeniosamente, también podría significar «Ten por seguro que él está (o yo estoy) loco». (Mi agradecimiento a C. B. por su ayuda con el latín, lengua de la que nada sé.)
8. Psique: Psique amaba al dios del Amor, pero le advirtieron de que nunca lo mirara durante las visitas nocturnas que éste le hacía. Cuando sus tres hermanas la animaron a romper esta regla (porque, dijeron, su amante podía muy bien ser un monstruo, o un demonio), Psique encendió una vela para mirarlo mientras dormía, y vio que era un dios. Pero al caer la ardiente cera sobre él, despertó, y todo se echó a perder. Después de muchas pruebas, el dios y su amor tuvieron un final feliz, aunque no son muchos los que recuerdan este final, menos memorable que el momento en que se arruinó el idilio. Mientras que los finales felices guardan grandes similitudes, los desastres pueden ser únicos.