De: «Smith» ‹anovak@strongwomanstory.org›
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Asunto:
Lee:
Tengo las nuevas páginas. ¿Seguimos sin sorpresas? ¿Sigue siendo una novela gótica?
Ahora entiendo qué significan las notas de Ada, lo que significaba para ella tener este libro. Le he leído algunas páginas a Georgiana (la dama propietaria de los originales). Dijo que menuda mierda de tío era. Yo no lo creo. No sé qué pensar.
S
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De: lnovak@metrognome.net.au
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Asunto: Gótica
Lo cierto es que empieza siendo una novela gótica: la abadía en ruinas a la luz de la luna, el sonambulismo, la aparición de animales espantosos, la dama encerrada, la maldición de la familia o la corrupción maligna, la huida en la oscuridad... Hay un monstruo, enorme (la sombra que proyecta en la pared proviene de otra famosa novela gótica, aunque no recuerdo de cuál). El parricidio, o el aparente parricidio; un perseguidor misterioso, el doble del héroe. Thomas Medwin, un charlatán, una especie de insensato con el que Byron charló en un par de ocasiones en Pisa, y quien a partir de entonces se consideró como un experto en Byron, dice que éste le confió que quería escribir o había escrito una novela basada en una obra de teatro española, acerca de un hombre perseguido por un misterioso ser que no deja de entrometerse en sus planes, parece saberlo todo de él, seduce a su amada, etc., y cuando finalmente lo encuentra y lo mata, presa de la rabia, al quitarle la capa descubre que quien lo persigue es él mismo, y muere de horror. De modo que quizá Medwin probó un bocado de la novela. En las góticas habituales los sucesos que aparentemente son sobrenaturales acaban por tener motivos razonables: han sido orquestados por algún villano, o son fruto de un malentendido, o el resultado de un episodio de epilepsia, etc. (No sé si en este caso será así, aunque las notas de Ada sugieren que la conclusión de la historia se decanta por lo no sobrenatural.) Luego, la narración pierde todo tinte gótico y se convierte en una novela de sociedad, sobre el matrimonio y las relaciones. Combinar todo esto resulta un poco raro, pero nos encontramos en los albores de la novela popular, de modo que, bajo este formato, todo se antoja nuevo, y Byron lo explora todo, introduce elementos que no había visto nunca antes: su Alí es un personaje sometido a unas situaciones que yo creo que no tiene precedente.
Dime qué te parece.
Lee
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Asunto: Quién
No sé qué pensar, es una voz tan extraña para mí, tal combinación de garbo y formalidad, grosero en cierto modo, pretencioso incluso. No sé a quién estoy escuchando. Pero me pregunto qué va a pasar, y supongo que de eso se trata, ¿no? A un nivel inconsciente oigo mi propia voz preguntar con insistencia: ¿Quién es este tipo que me habla? ¿Qué es, qué piensa realmente? Y no tengo la menor idea.
S
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Asunto: Re:Quién
Algo que encuentro fascinante es que trate de un muchacho alienado por un padre monstruoso, un muchacho que nunca conoció a su madre. En el caso de Byron, fue al revés: nunca conoció a su padre, y su madre siempre lo quiso y lo asfixió, lo que llegó a odiar, pues sostuvieron graves disputas. En toda su escritura (que yo recuerde) no hay nada que haga referencia a padres e hijos, y menos aún a figuras paternas amenazadoras. Todo en Byron tiende a ser a la medida de Byron. Puede que lo reprimiera, y que al final, en esta novela, le diera rienda suelta, o puede que... En fin, mejor será dejar todas estas especulaciones para el tío Sigmund. Me he dado un tiempo. Al igual que tú (puede que por motivos diferentes), me he preguntado también a quién estaba escuchando.
Igualmente me parece interesante que en la novela figure un matrimonio roto, tan propio de Byron, aunque la ruptura la motiven circunstancias totalmente imaginarias que, de algún modo, excusan y justifican a ambas partes. No es culpa de él, ni de ella, sólo del Destino que acecha, cuya identidad creo intuir. La mayoría de las novelas autobiográficas funcionan de otro modo: las causas, los resentimientos y las culpas hacen acto de presencia, aunque los hechos sean imaginarios.
Byron creía realmente que Annabella era leal y franca, y que eran esas mujeres malvadas que la rodeaban quienes la habían puesto en su contra. Siempre dijo no tener idea, más allá de su irrefrenable y admitido abandono de sí mismo, de los accesos de melancolía o de los enfados ocasionales, de por qué Annabella decidió seguir adelante con la separación. De hecho, tenía una idea perfectamente clara de qué factores de su pasado (su hermanastra Augusta, aquellos jóvenes griegos, el miembro del coro de Cambridge) habrían resultado inaceptables para Annabella. Lo que ignoraba, lo que justificaba por tanto su aire de herida inocencia, era que ella estuviera al corriente de todo ello. Y así era. Caroline Lamb se lo había contado, y Augusta terminó por confesar. Nadie le dijo a Byron que ellas habían traicionado sus secretos. Y Annabella no hizo oídos sordos a quienes la aconsejaron.
No hubo, como en mi caso, policía, arresto, todo en la prensa. Tu madre no sólo lo sabía, sino que también sabía que todo el mundo lo sabía. Y tú también lo sabes, al contrario que Ada, quien durante años tan sólo pudo contar con la versión de su madre.
Porque lo sabes, ¿verdad?
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Asunto: Saber
Lo sé. Es decir, sé lo que leí. Sé que el delito por abuso de menores prescribe a los quince años de cometido, y que ese período venció hace ya tiempo. Pero aún sigue habiendo una orden de arresto judicial por no presentarte a juicio, o como se llame, y si vuelves te arrestarán, y no sabes qué sucederá entonces, puede que nada, o puede que mucho. Y aquí la gente se toma más a pecho estas cosas que entonces. Todos esos críos y los curas. La gente quiere revocar la limitación temporal para que el delito de abuso de menores no prescriba, y también quieren que la revocación tenga efectos retroactivos, aunque puede que eso no sea constitucional. Ya ves que estoy al día. Leo las noticias, e imagino que tú también lees las mismas noticias y piensas, vaya, qué diablos, y te conectas a Expedia y compras un billete a casa. También sé que tienes la doble nacionalidad, de modo que tienes pasaporte. Lo sé. Lo he pensado un poco. A lo largo de los años, como se suele decir.
A continuación unas preguntas para que las respondas:
1. Cuándo crees que escribió el libro
2. Por qué lo crees
3. Cuándo terminó (no sé por dónde empezar con la documentación, y necesito acotarlo un poco)
S
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Asunto: Re:Saber
Quiero responder a tus nuevas preguntas, pero antes querría explicarte el porqué de mi ausencia en tu vida. Te escribí cartas hace mucho, pero me las devolvieron sin abrir (algo que lady Byron solía hacer, por cierto, para mantener a raya a quienes no podía controlar): una cuando tenías diez años, y otra a los dieciséis (debió llegarte acompañada de la escultura de un diablo de Java, aunque por lo visto no recibiste ni una ni otra). Durante algunos años lo olvidé todo, y a ti: o sea, rara vez pensaba en ti durante mucho rato, para evitar que el hecho de hacerlo me empujara a hacer algo al respecto, a decir algo: aparecías en mi mente y yo me apresuraba a abrir otra puerta por la que pudieras salir. Lo hacía bien. Y tenía un trabajo que me mantenía ocupado y me gustaba. Conocía gente en la industria con niños de anteriores matrimonios a los que jamás veían, niños de los que a veces hablaban cuando tomaban una copa al terminar la jornada, como hacía yo, y el hecho de que ellos también los hubieran perdido hacía que no pareciera tan raro que a mí me hubiera pasado lo mismo, y quizá su egoísmo hacía parecer el mío como algo... normal, al menos. Algunos de ellos eran (son) auténticos monstruos ególatras, grandes tiburones blancos, ballenas azules del egoísmo, de modo que mi propio egoísmo no era nada comparado con el suyo.
Lo primero que me mantuvo alejado de ti fue la ley, como bien dices. Puesto que me la había saltado, no había modo de verte, a menos que tu madre decidiera huir conmigo y traerte consigo. Claro que ella fue, de hecho, la otra cosa que me mantuvo alejado de ti. Estaba tan enfadada conmigo por lo que había hecho, o por aquello de lo que me acusaron de haber hecho, y luego por no bailar al son que tocaban, que lo último que quería era seguir a mi lado. Si hubiera ido a juicio, no hubiera sido como esos que aparecen en la tele, esos cabrones que han asesinado a la secretaria con la que tenían un lío y que montan el espectáculo ante el tribunal, o los micrófonos, con la esposa (traje oscuro, gafas oscuras) y los niños a su lado para «apoyarlo». Nunca pedí ni esperé ese tipo de apoyo. Me hubiera sentido avergonzado de aceptarlo si se me hubiera ofrecido. El arrepentimiento no es lo mío. La pesadumbre sí lo es: me entrego a conciencia en ese apartado. Pero siempre he pensado que el arrepentimiento público se parecía demasiado a la autoexculpación. No me considero libre de toda culpa, y no veo ningún modo de considerarme tal. La madre de Ada me hubiera considerado un caso perdido.
Así me lo perdí casi todo de ti, no volví a verte desde tu cuarto cumpleaños. E incluso con el tiempo, cuando todo se había medio olvidado (todo excepto la prescripción del crimen) y tu madre pudo mostrarse más tolerante (después de todo, que ella supiera, desde entonces yo había llevado una vida libre de toda culpa, una vida entregada a los demás), no facilitó que nos viéramos, porque —bueno, esto va a sonarte casi imposible de creer, pero los sentimientos irracionales pueden calar muy hondo, la repugnancia irracional, la aversión y la repulsión lo hacen; tan hondo al menos como el amor irracional y la compasión—, porque no quería verte cerca de mí cuando alcanzaras la pubertad. No quería llevarte cerca de mí. Quizá ni siquiera era consciente de ello. Aunque de hecho creo que sí lo era. Y recibió mucho apoyo para fomentar esa aversión, un montón de apoyo teórico por parte de las feministas con las que se juntó. Igual que (vale, lo admito, esto suena a resquemor) lady Byron recibió muestras de apoyo por su crueldad, su falta de caridad, por parte de las damas evangélicas y los párrocos de los que se rodeó. Me pregunto si no se sintió alegre, o aliviada, al descubrir que no querías tener mucho que ver con los de mi sexo. Algunas de las mujeres que ella conocía se alegrarían mucho, a juzgar por sus escritos. En su galería de forajidos más buscados está incluida mi jeta y número. Espero, quiero creer, que no se las apañaron para que nunca puedas quererme, o, incluso, para que nunca llegue a gustarte.
En fin, veo que, después de esto, no voy a poder seguir escribiendo mucho más. Ya lo haré.
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Asunto: Amor
Pero ¿qué te crees, que mamá y sus amigas me convirtieron en lesbiana? ¿Es eso lo que no decías pero pensabas? ¿Sabes?, es gracioso, pero mamá era la chica más femenina que he conocido, excepto que en lugar de serlo a lo barbie, lo suyo era ir de diosa lunar hippy. Estoy segura de que no odiaba a los hombres. Puede que no lo sepas. Después de todo, no nos trataste en esa época. Puedo decirte que, primero con Jonah, y luego con Marc, intentó a diario mostrarme cómo es una relación sana con un hombre bueno, lo bueno que es cuando te tratan bien, lo bueno que es tratarlos bien, cómo podían ser ellos de fieles y amables, y alejar de una patada todas las piedras y los objetos punzantes que surgen en tu camino, y esforzarse por procurar que nunca nada pueda hacerte daño. Soy lo que soy porque simplemente lo soy. Y sé lo que es el amor, y lo que debería ser.
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Asunto: Re:Amor
Lo siento. Esto del email es terrible. Aún no me acostumbro a utilizarlo. El mensaje se escribe volando, raudo como el pensamiento (como hubiera dicho el propio B.) y entonces, vas, aprietas una tecla y ya está enviado. Si tuviera que sacarlo de la máquina de escribir, firmarlo, doblarlo, buscar un sobre y un sello, probablemente no hubiera llegado a enviarlo.
Me paso todo el tiempo demostrando que no estoy amargado, y no lo estoy, y luego no digo más que estúpidas cosas amargas. Es porque finalmente has ido a Europa, donde yo podría verte, estar junto a ti, justo en el preciso momento en que me resulta imposible viajar allí. Dime por qué razón no puedes seguir viaje a Oriente, tomarte un tiempo, ver mundo, y verme a mí también. No vengas tan cerca (bueno, dos mil kilómetros más cerca) para luego desaparecer. No te preocupes por el dinero.
Acabo de releer este mensaje y me parece bien. Así que allá va. Excepto que necesito añadir...
Te quiero,
L
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Asunto: Re:Re:Amor
Ni te quería ni te odiaba. No estabas allí. La mitad de los críos que conocía de niña eran hijos de padres divorciados, o de padres que no estaban casados, o de madres solteras, o lo que fuera y, bueno, me parecía normal. Muchos de ellos no veían nunca a uno u otro padre, y tenían que vivir con el que no les gustaba tanto, el que era «mejor para ellos». Era normal preguntarle a alguien: «¿Dónde está tu papá?» (o mamá, en ocasiones). Pero si se encogían de hombros o cambiaban de tema era mejor no insistir. Si alguien no lo sabía, o no le importaba, entonces no era asunto tuyo. Y tampoco es que te interesara tanto, de todos modos. Pero era distinto si de vez en cuando veías algo relacionado con tu padre en la tele, y ahí estaba. Su foto, al menos. Y siempre mencionaban la palabra DELITO, que en realidad no entendías bien, no cuando era pequeña, y mamá apagaba la tele y me distraía con cualquier otra cosa: ¡eh, vamos a hacer una muñeca de maíz! ¡Vamos a leer Pippi Calzaslargas! ¡Vamos a darnos un baño de burbujas! Lo que aprendí de eso fue que si quería saber cosas de ti, y quería, mamá no podía enterarse.
Hubo cosas para las que pensé que deberías haber estado allí, determinados momentos en los que sentí que deberías haber estado allí, pero no estuviste. No sabría decirte qué los convertía en esos momentos, y no me refiero a las cosas de costumbre, como las graduaciones o los cumpleaños, aunque puede que también. Otras cosas, momentos aleatorios, como una merienda campestre junto al río o los fuegos artificiales o... bueno, cualquier cosa. Encontraba a una cría de ave muerta, observaba cómo el camión del agua despejaba de polvo el camino y pensaba: «Mi papá debería estar aquí. ¿Por qué no está?», y me sentía desconcertada.
S
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Asunto: Muñeca de maíz
Alex:
Eso es horrible. De veras.
Lo siento. Ni ayer ni hoy he sido capaz de avanzar mucho con la investigación. Anoche salí y bebí sake y comí fideos. Y luego tomé más sake. Y luego me di un largo baño, caliente como el infierno. Puede que mañana.
Lo siento.
Lee
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Asunto: Re:Muñeca de maíz
No te sientas mal. En realidad era mentira. No recuerdo ningún momento en que me preguntara «¿Por qué no está aquí papá?», pero me pareció que debía decírtelo.
El hecho es que tú desapareciste de tal modo y desde tan pronto que lo más sencillo era pensar que las cosas tenían que ser así. Los sueños en los que regresabas siempre eran decepcionantes, confusos y malos, a veces terribles, incluso. Recuerdo uno. Bueno, es igual. ¿Sabes que recuerdas ciertos sueños que has tenido cuando no has cumplido siquiera los diez años, sueños que son tan reales como los recuerdos? Sobre todo las pesadillas. Pero despierta pensaba que tú te habías tenido que marchar, y que si te quedabas lejos pues no pasaba nada, porque me gustaba que las cosas fueran tal como se suponía que debían ser. Aún me pasa.
Lo que no sé es: ¿Alguna vez piensas en esa cría? Yo sí. Pienso en ella. Yo tenía su edad cuando oí por primera vez hablar de ella (incluso entonces ya me gustaba la investigación). Me pregunto qué pensaba ella.
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Asunto: Ella
¿Que si pienso en ella? Creo que pienso en ella todos los días. Lo digo en serio. Tengo una razón para hacerlo; siempre surge un motivo sin importancia que me conduce a pensar en ella, aunque a priori no parezca suficiente: un problemilla para transferir dinero, o alquilar un coche, cualquier cosa. Y si no sucede nada de eso, pienso en ella de todos modos. Recuerdo aquella noche, edito el metraje para que salga diferente. En lugar de quedarme en la fiesta, me despido temprano. O me emborracho y me quedo roque antes de topar con ella. Ella se emborracha y se queda roque. Sus jodidos padres se presentan y se la llevan bien lejos. Yo recupero la razón. Hay muchos posibles finales, o principios.
Hace poco leí las memorias de un hombre que había sido oficial en el ejército francés en una guerra colonial. (A menudo me descubro leyendo cosas raras por buenos motivos, como te pasa a ti con tu trabajo: en eso nos parecemos.) Escribió acerca de cómo él y su compañía habían librado una larga batalla en un asentamiento norteafricano, puede que en Berbería, no recuerdo. Su compañía estaba en desventaja numérica y muchos murieron, pero al final el contrincante flaqueó y se retiró, dejando el asentamiento en manos francesas. Recordaba este oficial cómo había caminado enardecido por entre el humo del mercado incendiado y las calles; iba cubierto de sangre, espada en mano, vivo, cuando al apartar unas cortinas encontró a una joven, una joven muy joven, sola, acurrucada de miedo, y (pensó él) muy consciente de qué iba a ser de ella en manos de los vencedores. El oficial afirma que fue la abyección de ella, el modo en que era consciente de su propia inocencia, lo que le imposibilitó no tomarla, eso y la batalla que acababa de librar; dijo estar como poseído por el dios de la guerra. Y al leerlo pensé que por primera vez entendía los abusos que se comenten en tiempos de guerra, y la intensidad de la batalla. He estado tan cerca de la batalla, y de sus consecuencias, como para saber que estoy en lo cierto.
En la época en que se celebró esa fiesta en Hollywood, en 1978, me veía inmerso en un ambiente que jamás había conocido. Quiero decir que por supuesto que ya sabía de qué iba: podías verlo por todas partes, pero que nunca había experimentado nada parecido. Había tanto narcisista, tanto dinero, tanta atención mundial y respeto (y no siempre por razones triviales) que esas personas casi parecían haberse librado de las pesadas cargas del deber, el dolor o la necesidad de aportar algo a la humanidad. Algunos de ellos eran intensamente espirituales, claro, aunque esa espiritualidad tan sólo parecía significar que creían que todo estaba bien, y que nadie a quien conocieran personalmente sería capaz de hacer nada malo de verdad. «Malo» no era una palabra que figurara en su diccionario. Siempre y cuando dijera las cosas adecuadas, ellos me hablaban de sacar adelante mis proyectos como por arte de magia. Comentaba a uno de ellos que iba a explorar la posibilidad de hacer una película en el Nepal, acerca del budismo y las montañas, con reparto exclusivamente nepalí, pero con éste de prota, uno de esos monstruos de leyenda espachurrados en un sofá, junto a mí. Y el tipo me respondía: «Claro, podríamos hacerlo.» Dicho y hecho.
Había una repentina liberación de las antiguas ataduras, y no me refiero sólo al punto de vista moral, sino al físico, como si los habituales límites biológicos no importaran. También corrían un montón de drogas que potenciaban esta sensación, claro. Era de noche, tarde, en una de esas enormes habitaciones con amplios ventanales, y Los Ángeles (debes de haberla visto en fotos, puede incluso que hayas estado allí) se extendía a mis pies como si habitara en lo más alto de una torre, o como si la contemplara desde una nave espacial. Y ahí estaba esa cría. Y pensé: puedo hacer cualquier cosa, y nada me puede afectar. Ahí residía la emoción.
Puedo decirte sin faltar a la verdad que no la forcé, en el sentido de que no hice nada que ella no quisiera hacer. Ni siquiera fui el único que mantuvo relaciones con ella, si es que ésa es la palabra adecuada, aquella noche, aquella madrugada. Vagabundeaba por la casa, como Alicia, tomando parte en aquellas escenas, pues así las llamábamos entonces, como si fueran imaginarias o irreales. Conocimiento e inocencia: veo sus ojos, que percibían todo cuanto veían y, al mismo tiempo, parecían ciegos ante ello. No, yo no fui el único. Sólo fui el tipo al que robó la cartera con la que la encontraron más tarde, en otra parte de la ciudad. De modo que me tocó a mí pagar el pato cuando esos padres inverosímiles aparecieron para rescatarla. No sé qué pensaba ella, ni entonces ni después. No hay mayores motivos para creer lo que contó a la policía que lo que me contó a mí. No creerías nada de ello.
No sabía que era capaz de escribir un email tan largo. No ha sido fácil. Voy a parar.
Lee
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Asunto: Re:Ella
Lee:
Interesante historia.
¿Podrás responder a alguna de mis preguntas?
S
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Asunto:
De acuerdo. No contaré más, si no quieres. Sólo responderé. Allá va.
Creo que empezó a escribirla cuando Ada pensaba, en Villa Diodati, en Suiza, y que continuó a lo largo de los meses siguientes, que la dejó y la recuperó más tarde. Eso es lo más probable, por motivos en los que Ada ha reparado: su contenido parece reflejar continuamente las cosas que le sucedían en la vida a medida que escribía. Primero la separación (o la Separación, tal como habría de llamarse en todas partes, como si sólo se hubiera producido una en el mundo, o fuera la más paradigmática), que en ese momento acababa de suceder; luego Venecia y sus relaciones con los Carbonari.
A continuación, los motivos:
Primero, el desafío de Mary Shelley, que lo hizo pensar en la prosa y en las novelas en prosa. Después, justo entonces recibió la visita de Matthew Gregory Lewis, el «monje» Lewis, el escritor de la novela gótica de mayor éxito jamás escrita, El monje. Lewis era homosexual, un antiguo compañero de B., a quien siempre estaba contento de ver; Lewis era rico, no por los derechos de autor, sino por las plantaciones de azúcar que tenía en las Antillas (lugar que nosotros llamamos Caribe), donde, además, contaba con la mano de obra de un montón de esclavos. (Byron no necesariamente se inspiró en Southey para lo de los zombis, tal como supone Ada; pudo habérselo contado Lewis, quien apuesto a que estaba muy interesado en el tema.) Pudo deberse a la influencia de Shelley que Byron, con motivo de esta visita, convenciera a Lewis para que éste añadiera una cláusula a su testamento en la que legaba un fondo para compensar a los esclavos y, a su muerte, liberar a unos cuantos. Imagínate las negociaciones (vamos, Lewis, ¿por qué no liberarlos a todos?). Shelley y Byron firmaron en calidad de testigos.
De modo que Byron pensaba en los esclavos y en las Antillas.
También está el hecho de que en ese momento le enviaron los tres volúmenes de esa novela escrita por Caroline Lamb de la que te escribí hace unos días. Se titulaba Glenarvon, y fue un éxito de ventas. De modo que ahí lo tenemos, leyendo, y sabemos que lo hizo, una obra de ficción basada en sí mismo, representado como un lord Glenarvon en parte rufián, en parte seductor, culpable de innumerables crímenes, mientras ella aparece en la novela como la inocente e intacta Calantha. A continuación transcribo lo que le escribió a Thomas Moore, su amigo y después biógrafo: «Me parece que si la autora hubiera escrito la verdad, y nada más que la verdad —toda la verdad—, la novela no sólo hubiera sido más romántica, sino más entretenida.» De modo que quizá pensara en ello y tomara la decisión de intentar escribir una historia en prosa. Su objetivo sería el de pergeñar un roman à clef propio, más fiel a su naturaleza tal como él la percibía, y a la historia de sus aventuras.
En la próxima, más.
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Asunto: Novela fantasma
Vale, sigo leyendo, ya ves que trabajo duro para ti, y además durante mis vacaciones. En fin, el caso es que he estado leyendo a Marchand, el grandísimo biógrafo de B., donde he encontrado con fecha de septiembre de 1816, en el mismo lugar y momento que el asunto Shelley/Polidori, lo siguiente: «Había empezado una historia en prosa, una poco velada alegoría de sus problemas matrimoniales; cuando supo que lady Byron estaba enferma, la arrojó al fuego.»!!! Marchand no especifica cómo descubrió este dato.
Quizá no la arrojó al fuego. Quizá quiso hacerlo, pensó que era lo correcto, pero no lo hizo. Es sólo una idea.
Lee
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Asunto: Final
Alex:
3: Cuándo la terminó.
No sé cuándo la daría por buena, pero me pregunto si tuvo algo que ver con el descubrimiento que hizo de un poema épico-cómico escrito por un poeta llamado Frere, quien firmaba «William y Robert Whistlecraft», peculiar ejemplo de doble seudónimo. (Como viste, Byron hace referencia a Frere en las páginas ambientadas en España, donde éste sirvió en calidad de cónsul británico.) El poema «épico» de Frere estaba compuesto en ottava rima, la misma métrica empleada por Byron en su Don Juan y, como ese poema, estaba repleto de rimas a lo Ogden Nash y de burlas de varios calibres. De hecho, Frere basó el estilo en la epopeya burlesca veneciana, como la de Pulci, a quien Byron había leído en italiano. El editor de Byron le envió la obra de Frere, que consideraba notable y difícil; Byron respondió que coincidía en lo de notable, pero que no le parecía difícil, y en pocos días había escrito Beppo. (Él mismo dice «en pocos días», siempre tendía a restar importancia al duro trabajo que llevaba a cabo a la hora de escribir.) Así las cosas, el Don Juan podía ser escrito: un poema que incluyera todo cuanto conocía y había experimentado Byron. Quizá sintió que había hallado el modo de lograr lo que había intentado con la novela, sólo que mejorándolo, empleando a fondo todo su talento y abandonando la novela. En fin. Por estupendo que sea su Don Juan, me cuesta horrores leer muchas páginas de una sentada. Hubiera preferido que acabara esta novela (si es que la dejó inconclusa), y luego escribiera otra, una mejor, y luego otra. Don Juan es sui géneris, y el extenso poema narrativo estaba perdiendo fuelle en aquella época, mientras que la novela navegaba viento en popa. En la actualidad podría leerse, medirse, con una Jane Austen. En fin.
No sé en qué punto decidió Byron que la novela no podía publicarse, aunque obviamente tomó la decisión por la franqueza, la crudeza (tal como decimos los críticos) del relato que hace de su matrimonio. Cuando empleó los hechos de su propia vida y de las vidas de los demás para escribir el Don Juan, supo cómo transformarlos, cómo conservar la verdad que había en ellos sin calcar la historia. Constituía un desafío del que no era muy consciente, puede que hayas reparado en el epígrafe del DJ, de Horacio: Difficile est proprie communia dicere, es difícil plasmar el sentir común de un modo singular, saber plasmar las cosas que todos compartimos. Y lo es. Cuando la gente piensa en Byron, es su singularidad lo que les gusta. No obstante, él se sabía tan hecho de domestica facta como cualquier otro.
Alex, estoy cansado de cruzar emails. Quiero algo más que esta novela epistolar que estamos escribiendo. ¿Has pensado en la oferta que te hice? Podría ser que a estas alturas estés pensando en irte en dirección opuesta (a Poniente en lugar de a Oriente), y ha llegado a mis oídos de varias fuentes que podría viajar dentro de poco a Nueva Guinea, que está tan al este que casi podría considerarse en Poniente. También temo, no por ti, exactamente, sino por el pasado y por mi insuficiencia, quizá, aunque mantengo la esperanza. Tiene que haber algo más para nosotros. Depende más de ti que de mí, pero si hay algo que pueda hacer, creo que deberías decírmelo.
Con todo mi corazón,
Lee