NOTAS DEL DECIMOSEXTO CAPÍTULO

1. Mesmer, Puységur, Combe y Spurzheim: Esta miscelánea es tan aleatoria como corresponde a la de cualquier curandero. Anton Mesmer es, por supuesto, quien desarrolló la ahora popular teoría del Magnetismo Animal; Armand Puységur fue su seguidor; George Combe fue el moderno desarrollador de la Frenología; Johann Casper Spurzheim, el doctor frenólogo que examinó a mi padre (consúltese nota anterior, no recuerdo el capítulo ni puedo buscarlo ahora).

1. un motor a vapor: El capitán Trelawney dice que alguien solicitó a Lord Byron invertir en una máquina voladora impulsada por un motor a vapor, y que éste no aceptó. Incluso ahora, ese tipo de artefacto no sería posible. Una vez, de niña, pensé que...

3. suplicado a Alá: Perdí su amor y, también, su guía, pero no sólo para mí, también el amor y la guía que hubiera podido ser para su esposa de haber él querido. Destrozaron algo que seguramente se hubiera roto por sí mismo antes o después. Aun así, también me pertenecía a mí, no era sólo suyo: no tenían todos los derechos sobre ello.

4. amigos: Lord Byron tenía una curiosa superstición. Creía que si estaba peleado con alguien que le importaba, esa persona corría peligro, o podía correrlo, hasta que arreglaran las cosas y volvieran a ser amigos.

5. Tierra del Ocaso: Siempre existe un Poniente al que se dirigen los héroes de la Antigüedad. Bajo esta palabra, en el modesto diccionario de que dispongo, encuentro otra, Abentreuer, que significa, en términos generales, Aventura, aunque más preciso, o impreciso, es decir que se trata de un viaje a Poniente. Allí donde cae la noche, por supuesto, como acaba por hacerlo en todas partes. El viaje a Poniente no se acaba hasta que quienes viajan, llegan allí, finalmente.

6. he tachado con la pluma: El párrafo no está tachado, ni por supuesto el autor pretendía hacerlo, aunque aún está por saberse si verá la tinta de la imprenta en el futuro.

Se me ocurre algo extraño en este momento. ¿Podría haber sucedido que este manuscrito no fuera recibido de manos de Lord B., ni perdido ni extraviado por él, sino confiado a alguien en quien confiara que lo preservaría, así como el mensaje libertario que contiene? ¿Podría haber pensado que acabaría en Inglaterra, que su hija, por ser su hija, podría aprender a amar la libertad como él había hecho, trabar amistad con esos italianos en Londres, y adquirir de este modo aquello que él había intentado transmitirle? No, no, divago. ¿Por qué no me escribió directamente una carta para contármelo? Tuvo que haber un modo. Nunca lo sabré. Daría toda esta historia por ello.

7. manzana: Estas páginas no han encontrado un destino tan ruin como ése, pero sí cuentan con «enemigos» —no sobrevivirán para ser encontradas. Algunas de ellas debieron de ser infundidas con sales de cobre u otros fulminatos durante su manufactura, pues ardieron con un fuego azul y verde—. Se dice que la luz arde baja y azul cuando hay cerca espectros. Las palabras se volvieron blancas en la negra superficie antes de desaparecer. No quise mirar. Tan sólo salvé una de ellas, William no pudo negarse a ello.

Tenía una última cosa que decir a todo aquel que lea esto No puedo decirla. Finis