NOTAS DEL QUINTO CAPÍTULO

1. Atenas de los pantanos: Lord Byron asistió brevemente a la Universidad de Cambridge, aunque no llegó a licenciarse. Allí conoció, entre otros, al señor Scrope Berdmore Davies y al señor John Cam Hobhouse, quien se contaría entre sus mejores amigos. El señor Davies aparecerá más adelante encarnado en el personaje de Peter Piper, una de las creaciones más cómicas de esta historia, aunque no sé hasta qué punto se parecerá a la persona real.

2. estanque calmado: Hay una encañizada en el río Cam, sobre Grantchester, que aún hoy se conoce como «laguna de Byron». Me pregunto si no debería compilarse en un Almanaque una guía acerca de todos los lugares relacionados con él, de aquí a Constantinopla. Y no me refiero sólo a los reales, sino también a los supuestos, de modo que todo aquel que así lo desee pueda emprender el peregrinaje de forma más conveniente. Si tal guía existe, lo cierto es que ha escapado a mi conocimiento.

3. mi familia: Me parece algo muy notable que, en toda la novela, no haya una sola familia completa: padre, madre e hijos. Los escritores, por supuesto, están en su derecho, y tienen el poder, de simplificar sus historias, de talar los árboles genealógicos de las familias que puedan crear y, mediante una conveniente caída del caballo, o unas fiebres repentinas, introducir las circunstancias que crean oportunas para el progreso de la narración. Aun así me pregunto si mi padre estaba capacitado para concebir una familia intacta, una que no obedeciera a un modelo raro o incompleto.

4. carro de Sisera: No sé a qué puede referirse este comentario, y no he encontrado referencia alguna en los libros consultados. Creo que un escritor más bien resulta perjudicado al recurrir a comparaciones de las que el lector normal y corriente no tiene la menor idea.

5. la letra d: Desgracia, degeneración, dolor, decadencia, depresión, desesperación, decepción, disgusto, detrimento, depravación, descomposición, defunción, desolación, decrepitud, desuso, duda, por poner algunos ejemplos.