NOTAS DEL OCTAVO CAPÍTULO

1. una joven dama: Se trata de un incidente tomado de la vida real. Lady Caroline Lamb sobornaría a un sirviente para introducirse en las habitaciones de Lord Byron, a veces disfrazada de paje (véase el décimo capítulo, donde se describe un incidente basado en las extravagancias de esta apasionada dama).

2. discurso de ingreso: Escribir sobre Londres y la fama adquirida a edad temprana pudo recordar a Lord Byron su propio discurso de ingreso en la Cámara de los Lores, denuncia encendida de una propuesta de ley que pedía la pena capital por el crimen de atentar contra la maquinaria, crimen por el cual se detenía a diario a desesperados obreros en su propio condado de Nottinghamshire. Que la vida de esos desdichados fuera inferior al precio de la maquinaria era increíble; por otra parte, esos hombres eran incapaces de ver el futuro, sólo la crueldad con que éste entraba en sus vidas. Hoy en día, sus descendientes trabajan en las fábricas y miles de bienes son producidos gracias a una maquinaria que ellos, o quienes en su día los defendieron, siquiera pudieron haber concebido.

3. no demostrada: Veredicto posible en los tribunales escoceses. Es probable que tal fuera el de la corte descrito en el relato por Lord Byron, juicio en el que, si bien todos los hechos parecen claros, los motivos siguen sin conocerse, incluso para quien comparece ante el tribunal y para el propio juez.

4. Guardián: Tal como ya se ha comentado, el terranova de Byron se llamaba Boatswain. En su tumba en Newstead, tumba que tuve el privilegio de visitar, figuran las siguientes palabras de Byron:

Para señalar los restos mortales de un Amigo estas piedras se alzan;

No tuve más que Uno, y aquí yace.

Al comentarle recientemente que había visto este monumento en mi visita a Newstead, el leal amigo de mi padre, el señor Hobhouse, lord Broughton, me contó que cuando Byron compuso el epitafio, estaba en persona a su lado y, no muy complacido con aquel sentimiento, sugirió a Byron este cambio: «No tuve más que uno, y aquí miento.»*

5. vals: Puede suponerse que Lord Byron se sentía hors de combat en lo que al baile se refiere, pero las suposiciones habituales respecto a su destreza o ineptitud debida al estado de sus pie y pierna, a menudo eran equivocadas. Dedicó una sátira al vals: «Seductor vals, aunque en tu costa natal Incluso Werther te consideró en parte prostituta», etc., que resulta ambiguo su propósito moral, tal como suele suceder con todos sus versos a la vez cómicos y serios que llegó a componer.

6. pálida muchacha de cabello rubio: Me contó mi madre que su primera respuesta a Lord Byron de que no quería conocerle, al contrario que el resto de la sociedad, espoleó su vanidad y su interés por ella. Nunca tendré la versión de los hechos de mi padre, pero en estas líneas Byron parece trasladar un sentimiento parecido a su héroe, lo que supone una curiosa confirmación.