NOTAS AL SÉPTIMO CAPÍTULO

1. la pasada contienda: Cuando Byron viajó a España en el año 1809, los ingleses acababan de entrar en la península Ibérica. Ambienta esta aventura al final de la guerra, bastante después de su paso por allí. Observo que sitúa la batalla de Salamanca (1812) «no hace ni una década», lo cual, si bien no es tan específico como cabría esperar, nos sirve de marco a la escritura de esta parte de la historia hacia 1822. A finales de 1821 abandonó Rávena para instalarse en Pisa, de donde más tarde partiría hacia Grecia. Creo que el manuscrito de esta historia podría haberlo redactado, con ciertas interrupciones, desde la época de su estancia en Suiza, tras separarse de lady Byron, hasta parte del tiempo que residió y que se perdió en esa ciudad. Claro que no son más que especulaciones.

2. que aún no era duque: Que Lord Byron creyera posible publicar una novela en la que el duque de Wellington figurase como personaje, en la cual obtuviera una de sus más famosas victorias en parte gracias a la información de un tránsfuga, por otra parte totalmente imaginario, me sugiere que, por la época en la que describe estos incidentes, Lord Byron había aceptado que el libro no podría publicarse bajo esta forma, de modo que se sentía libre para escribir lo que quisiera, porque el conjunto acabaría siendo pasto de las llamas, o del futuro, pero no llegaría al público de aquel entonces. Este hecho serviría también para explicar por qué, como dicen sus biógrafos, no hizo mención alguna de su obra, sobre todo teniendo en cuenta que sí hablaba de sus otros trabajos en la correspondencia que dirigía a su editor y a otras personas.

3. paraguas: Lo que leo en Peninsular War, de Napier, corrobora que Lord Byron está en lo cierto en lo que a los movimientos de las tropas se refiere, el transcurso de la batalla, los efectos del tiempo atmosférico e, incluso, en el detalle de los paraguas de los oficiales. Me han contado que le enorgullecía ser preciso con los hechos, y que le gustaba investigar hasta el último detalle del aparejo de un barco, la composición de un gobierno extranjero o las costumbres y la moda de un pueblo. No es una gran virtud, y no siempre la ejercitaba. También yo la comparto, y tampoco yo hago uso de ella siempre que se da la circunstancia. No la utilizo tanto como debería.

4. Frere: En efecto, John Hookham Frere fue cónsul británico en España cuando se libró la batalla de Salamanca. Ocupaba ya ese puesto cuando Lord Byron viajó a España en 1809, de camino a Gibraltar para tomar un barco hacia Grecia. Ignoro por qué incluye Lord Byron a este personaje en la novela, e ignoro si ambos habían llegado siquiera a conocerse.