NOTAS AL DECIMOTERCER CAPÍTULO
1. osezno sin lamer: Palabras dichas por el vengativo y jorobado duque de Gloucester en la Tercera Parte de Enrique VI, de Shakespeare. Hace referencia a la vieja creencia de que los oseznos nacen como bultos informes, y es la madre quien «les da forma a lametazos». El texto no aclara cómo es posible que este personaje de Byron, que ha vivido en una cabaña de las Tierras Bajas, junto al mar, y llevado a cabo las empresas más degradantes, pueda conocer diversas frases shakespearianas. Es de suponer que lo apropiado de la cita sea una explicación más plausible.
2. viejos y furibundos profetas: A lo largo de su vida, Lord B. se enfrentó a la religión de los calvinistas del norte, en la que se había educado al principio; denunció una y otra vez lo absurdo de sus doctrinas, y con sus actos demostró su desprecio por su rigidez. Sin embargo, por mucho que lo intentara, no podía expurgar de su corazón lo que le enseñaron en su más tierna infancia. A quienes no se vean implicados en tales lides, puede parecerles una penosa pérdida de energía mental. Byron forcejeaba con un Jehová en cuya existencia no creía; mejor hubiera sido dejar que pasara de largo, como el cruel Dios de los asirios, de quien (eso me parece) Jehová fue el primogénito. Pero no voy a entrar en disputas. La bondad y la piedad deben acompañarme todos los días de mi vida: de no ser así, nada vale.
3. una ancestral ciencia de la vida y la muerte: Véase la nota referente a la primera aparición del zombi en el capítulo 6. Puede resultar interesante recordar que, por lo que yo sé, no existen referencias a lo sobrenatural en las obras de Lord Byron. Dramas tales como Manfred y Caín, los cuales podrían contradecir esta afirmación, podrían ser, deberían ser, considerados filosóficos en lugar de sobrenaturales. Relatos que retratan de forma realista nuestra vida cotidiana y nuestra experiencia histórica; no creo que haya ninguno en el que aparezcan fantasmas, profecías, venganzas, ángeles, etc., etc. Este zombi es el supuesto fruto de una ciencia misteriosa pero natural, cuya verosimilitud podría ponerse en duda, pero que no traspasa los límites de la Naturaleza.
4. Anteo: De niña vi en un álbum un grabado de Pollaiuolo en el que Hércules estrangulaba al gigante Anteo, a quien ha levantado del suelo y abraza a la altura del pecho para dejarlo sin aliento. Se trata de una imagen terrible, y al mirarlo me quedé sin respiración. Lord Byron debe de referirse a esta escena.
5. de haber podido desear algo: Qué extraño resulta pensar en seres capaces de actuar y de sufrir, a pesar de no ser conscientes de ello. Es una especie de maldición, que también podría constituir un alivio. El zombi, la bailarina de relojería, el sonámbulo. Hacer lo que uno debe hacer sin sentir el dolor que deriva de ello, ni nada en absoluto.
Visión propia del opio, de que el mundo natural es un mecanismo de relojería, y yo lo había descubierto: el canto de los pájaros y el movimiento de las hojas mecidas por el viento, incluso el rocío, todo ello ciego resultado de mecanismos y engranajes; si rompes cualquier cosa, encontrarás en su interior un monstruosamente diminuto engranaje mecánico, engranaje dentro de un engranaje dentro de un engranaje. Babbage cerca, diciendo: «Engranajes diminutos como granos de arena». Sensaciones de asco, cuán equivocado debe de ser esto, pero en el sueño era tan... desagradable como cuando se quiebra un nido de hormigas. No, no —los mecanismos no son diminutos, sino infinitesimales, y vivos—, una forma de existencia diferente, tal como se descubrirá.