XI
¿Qué es una ontología en la tradición filosófica? Es sabido, se trata de presentar en una teoría el modo en que la realidad se configura, aquello que la fundamenta y la sostiene, el sentido que emana de ese fundamento y el sujeto que es capaz de ser el soporte de dichas operaciones.
Lacan, por su parte, ha establecido el carácter pre-ontológico del inconsciente. Pre-ontológico, no como lo que aún no reúne las condiciones para una ontología sino como aquello que muestra una realidad sin fundamento. Si bien pueden encontrarse en la enseñanza de Lacan algunas «fundamentaciones contingentes», las mismas no pueden ser presentadas como una totalidad conceptualmente saturada. Incluso cuando el nudo rsi surge como la construcción de un discurso sobre la realidad de «lo que habla», al cual Lacan llegó a referirse como «filosofía primera», es decir, como un proyecto de «ontología», siempre se trata de una ontología agujereada, fallida, establecida contingentemente respecto a un real imposible de capturar. Es una preontología radical de lo Uno en ruptura, que si bien se ocupa de mostrar el modo en que se instituye la realidad, está atravesada por fracturas y vacíos irreductibles que hacen imposible la determinación de un núcleo último de sentido o fundamento.
El estatuto ético del inconsciente, mencionado junto al carácter preontológico del mismo en el Seminario 11 de Jacques Lacan establece que el psicoanálisis es una experiencia que indaga la decisión ética cuando se nos ofrece sin fundamento último y sin demostración «científico técnica» y donde se trata de aceptar la condición contingente e incurable que la lengua le impone a la «ex-sistencia» parlante, sexuada y mortal, tres nombres que remiten a distintas modalidades de lo imposible. En cierta forma el carácter preontológico del discurso lacaniano, podría ser entendido como una respuesta a lo que sucede con la ontología después de Heidegger. El psicoanálisis no ingresa ni a la lógica de los expertos ni a la nostalgia del fundamento ontológico, pero sin embargo su esfuerzo permanente, su índole ética, es que a pesar de su incisiva «desfundamentación», el discurso analítico no es un «relativismo». Es una experiencia que intenta transformar en «causa» al fundamento ausente. A partir de Heidegger, es Lacan quien establece las condiciones más apropiadas para caracterizar el malestar de la civilización en la época de la Técnica y las condiciones que se requieren para concebir otro inicio.