IV
Heidegger vislumbra el problema: se trata de pensar la metafísica como la «historia de un olvido», pero no se trata de una mera omisión casual; se trata del olvido que ha constituido a la metafísica misma y sobre el que se debe formular un nuevo punto de partida para la «tarea del pensar». No obstante, como el propio Heidegger lo admite: «todavía estamos bastante lejos de determinar la esencia del olvido».[18] De este modo advierte que el olvido no puede ser entendido como mera omisión, e intenta esbozar una cierta hipótesis estructural del olvido: («no debe entenderse el olvido como un hacer y dejar sólo humano»),[19] intentando despsicologizarlo («el olvido no es el paraguas que abandonó el profesor de filosofía, el olvido pertenece a la cosa del ser»).[20] Sin embargo, el célebre «olvido del ser», decisivo para interpretar la historia de la metafísica no es suficientemente desarrollado en Heidegger en su lógica específica. El psicoanálisis ingresa directamente en esta cuestión presentando una teoría del olvido despejado en su estructura. Se trata, tal como Lacan concibe la estructura del inconsciente, de diferenciar el olvido que surge de la «represión» y el olvido que surge de la «forclusión» o «rechazo». En este aspecto, Lacan logra despejar más claramente que Heidegger la estructura del olvido y sus distintos modos de aparición.