IX
La fórmula en la que el desocultamiento se confronta, en tanto pliegues de lo mismo, a lo que permanece en una ocultación inalcanzable, es la oportunidad para captar la fuerza inaudita que la poética del ocultamiento impone al texto heideggeriano, quizá la oposición entre el primer y segundo Heidegger, el Heidegger del «giro» o «torsión» no es tan importante al menos desde la perspectiva de la ex-sistencia del sujeto tachado. Por ello elegimos la traducción de Dasein como ex-sistencia, según la versión de Manuel Jiménez Redondo. Se suele admitir en la doxa heideggeriana que hay un primer Heidegger, el de la «analítica existenciaria», que aún no se ha despojado de la «metafísica de la subjetividad». En esta lectura, Ser y tiempo no logra aún separar del todo a la ex-sistencia del sujeto metafísico moderno. Aunque desde la perspectiva de Lacan se puede leer Ser y tiempo como una subversión del sujeto, hay muchos lectores de Heidegger que insisten en que sólo en una época posterior Heidegger se desprende de todo vestigio de la subjetividad metafísica para disponerse a pensar el Ereignis: el acontecimiento propicio o apropiador. Sin embargo, desde la perspectiva del ocultamiento, la que se mantiene a lo largo del camino heideggeriano, se puede observar que no se trata de eliminar al sujeto o a la ex-sistencia definitivamente, sino de conquistar la posibilidad de pensarlo en una nueva topología, la de su tachadura, la de su cercanía lejana, la de su estructura cuaterna. No hay Ereignis sin la atingencia, neologismo que indica lo que en cada caso somos en aquello que necesariamente se nos expropia y que a la vez intentamos apropiar de modo contingente o imposible. Y esto vale tanto para la ex-sistencia como para la comunidad.