5. La extimidad lacaniana. El objeto, el vacío y la cosa

Lo que la escultura contemporánea ha hecho con el espacio resulta particularmente ejemplar para los psicoanalistas. Sabemos, a partir de Lacan, que si bien arte, religión y ciencia no son más que distintos modos de tratamiento de la Cosa, es particularmente el arte el que manifiesta su relación primordial con ella. En el Seminario VII, la Cosa es aislada en el Proyecto de psicología científica, texto en el cual Freud había planteado «el complejo del Nebenmensch» (traducido como «prójimo»).

En la vecindad puesta en juego por el término freudiano del Nebenmensch es donde Lacan localiza la cosa. Destaca un pasaje del Entwurf al cual traduce: «Así el complejo del Nebenmensch se separa en dos partes, una de las cuales se impone por un aparato constante, que permanece unido como cosa -als Ding».[104]

Neben: junto a, al lado de. Cuando Neben interviene en una palabra compuesta connota por lo general el carácter de secundario o de lateral de aquello de que se trate. Mensch es el hombre pero como género humano, no como varón.

Nebenmensch constituye para Lacan una «fórmula cabalmente asombrosa en la medida en que articula poderosamente lo marginal y lo similar, la separación y la identidad». Esa primera aprehensión de la realidad, el Nebenmensch, tiene relación con el sujeto del modo más íntimo. En estas palabras de Lacan resulta evidente que se esboza una topología. Así, la oposición de lo marginal y lo similar, o la de separación e identidad, o la utilización de términos tales como «íntimo» «primer exterior», «extranjero», van trazando un espacio. Y la cosa es aislada en el origen por el sujeto al hacer la experiencia del Nebenmensch, como constituyendo ese lugar extraño. En las múltiples referencias a la Cosa, ésta en ningún momento va a consistir en algo, sino que será espacio, lugar, lugar central y fundamentalmente «se trata de ese interior excluido que, para retomar los términos mismos del Entwurf, está de este modo excluido en el interior».[105]

Das Ding queda situada «en el punto inicial, lógica y a la vez cronológicamente, de la organización del mundo en el psiquismo».[106]

Alrededor de das Ding, de ese lugar de exclusión interior gira todo el movimiento de las Vorstellungen, tanto de las Sachvorstellungen (representaciones de cosa) como de las Wort-vorstellungen (representaciones de palabra), es decir, todo el movimiento de los significantes tanto inconscientes como preconscientes. Das Ding, la cosa, es de un orden radicalmente distinto a los significantes: «A nivel de las Vorstellungen, la cosa no sólo no es nada, sino literalmente no está —ella se distingue como ausente, como extranjera».[107]

Das Ding no es un ente entre los entes, sino que es un lugar —exterioridad íntima— esencial a la estructura. ¿Cuál es la diferencia fundamental con el objeto? Al quedar prohibido el acceso pulsional a la satisfacción en la relación incestuosa, el aparato psíquico queda condenado a una deriva en la que las pulsiones obtienen satisfacción significante: ahí viene la lista de objetos posibles, de Sachvorstellungen que irán estableciendo puntos de fijación imaginaria para la satisfacción de la pulsión. Eso es el orden del objeto. Hecho notable en el retorno de lo reprimido, que se da por vía del significante, por vía de las Sachvorstellungen. Es muy importante destacar que das Ding no es la ley del retorno, que en todo caso los rodeos y circunvoluciones del significante constituyen a das Ding como la causa. Leyes del inconsciente de combinación y sustitución de significantes puestas al servicio de producir a nivel del objeto una apropiación de lo excluído en el origen, la Cosa, que es así la causa.

Si en el retorno de lo reprimido de lo que se trata es de la vuelta de ciertos significantes que buscan satisfacciones sustitutorias en el síntoma, en la sublimación por el contrario no hay padecimiento. La satisfacción es de otro orden, pues sorteando la represión es alcanzada en un producto, en una obra. Y si Freud hablaba de un cambio de fin (Ziel) pulsional, consideramos que es en el pasaje del objeto tratado a la Cosa aproximada donde podemos concebir tal cambio de fin. No se trata del cambio de un objeto por otro, sino de una transformación del objeto, produciéndose mediante dicho tratamiento una aproximación de la Cosa. La sublimación, para Lacan, es el acto por el cual un objeto resulta elevado a la dignidad de la Cosa.[108]

La Cosa: lugar extranjero que Lacan no duda en situar como punto inicial —lógico y cronológico— de la organización del mundo. Cronología que lo llevará a calificar el lugar de la Cosa como «Otro prehistórico».[109] Dimensión prehistórica del Otro que empujará a Lacan a una indagación en la prehistoria humana para recoger los primeros testimonios de la aproximación de la Cosa. Así, tomando apoyo en Heidegger, Lacan se dirigirá a la que para él quizás sea «la función artística más primitiva, la del alfarero».[110]

También Heidegger, en el artículo Das Ding comentado por Lacan, es conducido a la Cosa a partir de consideraciones topológicas sobre la proximidad y la lejanía. «Próximo a nosotros está aquello que solemos llamar cosas», dice Heidegger, para asegurar a continuación que «hasta ahora el hombre ha meditado tan poco en la cosa en cuanto tal como en la proximidad». Inicia una reflexión que desde el vacío esencial del vaso y lo lleno propio del escanciar, le permitirá arribar al Geviert —tierra, cielo, divinos, mortales— en que la cosa mundea, hace mundo. Geviert en que culmina la topología del ser como acaecimiento propicio.[111]

Queremos decir que también para Heidegger la Cosa es esencialmente lugar. Y es en esa lectura donde Lacan interpreta que «lo vacío y lo pleno son introducidos por el vaso en un mundo que, por sí mismo, no conoce nada igual. A partir de este significante modelado que es el vaso, lo vacío y lo pleno entran como tales en el mundo, ni más ni menos y con el mismo sentido».[112]

Desde esta perspectiva, el vaso puede ser considerado «como un objeto hecho para representar la existencia del vacío en el centro de lo real que se llama la Cosa».[113]

Para la representación ese vacío es la nada, nihil, a partir de la cual el alfarero crea —ex nihilo— el vaso. «Hay identidad entre el modelamiento del significante y la introducción en lo real de una hiancia, de un agujero». Esta función agujereadora del significante será sostenida por Lacan hasta el final de su enseñanza. De allí que, en la época del seminario VII, la Cosa quede también definida como aquello de lo real primordial (lo real en su totalidad, tanto lo real del sujeto como lo real que le es exterior) que padece del significante.[114]

Resonancia de esta fórmula con aquella otra frase de Heidegger con que cierra su artículo: «Sólo lo que es eslabonado en el mundo, llega a ser, de una vez, cosa» (Versión de Pedro Cerezo en Arte, verdad y ser en Heidegger). Y desde el acto de creación prehistórica realizado por el alfarero, Lacan pasa a desarrollar el momento supremo del paleolítico superior, el arte parietal, como emergencia del vacío en relación al significante.

Alrededor de esa exterioridad en el interior que es la Cosa, en el Seminario VII Lacan teje sus reflexiones en las que habla del enlace y la separación posterior entre arquitectura y pintura, así como de la progresiva conquista pictórica del espacio hasta llegar a pintar en el plano aquel vacío originario de la caverna, tal cual sucede en el objeto de la anamorfosis cuyo paradigma es en el análisis lacaniano el cuadro de Los embajadores de Holbein, en el que una mancha fusiforme se revela como una calavera al contemplarlo desde cierto ángulo.

«En el momento inicial, las imágenes que nos parecen ser las primeras producciones del arte primitivo fueron situadas en las paredes de una caverna».[115] El artista elige por lo general una oquedad de muy difícil acceso, en la que las condiciones de iluminación y de ejecución de las pinturas debían de presentar grandes dificultades. Las pinturas paleolíticas guardan una estrecha relación «con ese algo que, en su subsistencia, se presenta con el carácter de un más allá de lo sagrado, que es justamente lo que intentamos fijar en su forma más general mediante el término de la Cosa».[116]

¿Cómo entender ese «más allá de lo sagrado» denominado la Cosa? Consideramos que esta es la tesis fundamental de Lacan. Se le ha dado al arte rupestre un significado puramente artístico, o se lo ha supeditado en tanto arte a su supuesta función religiosa, e incluso se ha podido llegar a entenderlo, de acuerdo al conocimiento de anatomía animal y etología evidenciado por los artistas, como ciencia paleolítica. Pero arte, religión y ciencia no son para Lacan más que diversos tratamientos de la Cosa. Esa es la causa del arte paleolítico: la presentación de la Cosa. En torno a un vacío esencial el artista hace presente la Cosa dándole una pared simbólica. Unos milenios más tarde recogemos los ecos religiosos de este hecho en la erección del templo. Un autor como Francisco Jordá Cerdá interpreta en el campo de la arqueología a la pintura de la caverna como poniendo en juego de modo inaugural los dos elementos básicos de toda religión: el templo y la imagen.[117] He comentado que Lacan se desmarca de este tipo de interpretaciones al proponer la caverna y el templo como organizaciones en torno al vacío. Tal es la impresión en él suscitada por la catedral de San Marcos y aún más, el sentido final de toda arquitectura como organiación significante alrededor de la extimidad del vacío.

A la luz de esta advertencia de Lacan, debemos evitar el dar cualquier significación mágica o sagrada a la «montaña vacía». Aunque parezca un templo (recordar que Santa Sofía cabe holgadamente en su interior) y aunque movilice toda la simbología sexual y generatriz que se quiera (sol/luna, agua/tierra, etc.,) la montaña vacía de Tindaya, más allá de lo sagrado, será un lugar, un lugar de presentación de la Cosa. El hombre, convocado a ese recinto en el interior de la montaña, en el recogimiento más íntimo, se abismará en lo inconmensurable.

A modo de síntesis: concebimos a la Cosa como un lugar generador de espacios. Es un vacío localizador, un vacío que da lugar, que funda y conecta lugares otorgando espacios (en la práctica psicoanalítica se pone en juego para otorgar al ser hablante su espacio constitutivo, el espacio de tres dit-mensions).

Desde Lacan: Heidegger
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
prefacio.xhtml
prefacio-01.xhtml
prefacio-02.xhtml
prefacio-03.xhtml
prefacio-04.xhtml
prefacio-05.xhtml
prefacio-06.xhtml
prefacio-07.xhtml
prefacio-08.xhtml
prefacio-09.xhtml
prefacio-10.xhtml
prefacio-11.xhtml
01.xhtml
02.xhtml
03.xhtml
04.xhtml
04-01.xhtml
04-02.xhtml
04-03.xhtml
04-04.xhtml
04-05.xhtml
04-06.xhtml
04-07.xhtml
04-08.xhtml
04-09.xhtml
04-10.xhtml
04-11.xhtml
04-12.xhtml
04-13.xhtml
04-14.xhtml
05.xhtml
06.xhtml
07.xhtml
08.xhtml
09.xhtml
10.xhtml
11.xhtml
11-01.xhtml
11-02.xhtml
11-03.xhtml
11-04.xhtml
11-05.xhtml
11-06.xhtml
11-07.xhtml
11-08.xhtml
11-09.xhtml
11-10.xhtml
11-11.xhtml
11-12.xhtml
11-13.xhtml
11-14.xhtml
11-15.xhtml
12.xhtml
13.xhtml
14.xhtml
15.xhtml
15-01.xhtml
15-02.xhtml
15-03.xhtml
16.xhtml
17.xhtml
18.xhtml
18-01.xhtml
18-02.xhtml
19.xhtml
19-01.xhtml
19-02.xhtml
19-03.xhtml
19-04.xhtml
19-05.xhtml
19-06.xhtml
19-07.xhtml
19-08.xhtml
19-09.xhtml
19-10.xhtml
19-11.xhtml
19-12.xhtml
19-13.xhtml
19-14.xhtml
19-15.xhtml
19-16.xhtml
19-17.xhtml
19-18.xhtml
20.xhtml
20-01.xhtml
20-02.xhtml
20-03.xhtml
20-04.xhtml
20-05.xhtml
20-06.xhtml
21.xhtml
22.xhtml
22-01.xhtml
22-02.xhtml
22-03.xhtml
22-04.xhtml
22-05.xhtml
22-06.xhtml
23.xhtml
24.xhtml
24-01.xhtml
24-02.xhtml
24-03.xhtml
24-04.xhtml
25.xhtml
26.xhtml
26-01.xhtml
26-02.xhtml
26-03.xhtml
27.xhtml
27-01.xhtml
27-02.xhtml
27-03.xhtml
27-04.xhtml
27-05.xhtml
27-06.xhtml
28.xhtml
28-01.xhtml
28-02.xhtml
28-03.xhtml
28-04.xhtml
28-05.xhtml
28-06.xhtml
28-07.xhtml
28-08.xhtml
28-09.xhtml
28-10.xhtml
28-11.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml