IX
En este mito que describe este tiempo primero del encuentro entre el símbolo y la cosa, se descubren entonces dos caras del símbolo, una cara que tiene que ver con la represión, homóloga al significante, y otra cara que tiene que ver con la expulsión y que designaremos «letra».[28] Pero de entrada hay que aclarar que no es una letra que participe de la oposición palabra-escritura, es la huella que ha quedado en el símbolo a raíz de la expulsión que en él mismo se ha producido en su encuentro con la cosa. Esta letra es muda, es una letra que no espera a nadie y cuya superficie de inscripción es el cuerpo, si se lo entiende como cuerpo sin imagen. Esta misma letra que ha quedado como huella de la operación es el soporte de aquellas construcciones que serán decisivas en la topología lacaniana: las operaciones del corte y el agujero. El símbolo expulsando a la cosa a través de la Verwerfung ha producido tanto un agujero como un corte, ha producido un agujero en lo real y a partir de allí toda relación del símbolo con la cosa no será mas que contornear un agujero por medio de un trazo. También ha producido un cercenamiento, una suerte de automutilación, en su propia condición de símbolo.