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Desde esta perspectiva, el fin, dice Heidegger respondiéndole a Jünger, se congrega, se reúne por una nueva manera de escuchar y por lo tanto de hablar. Si se trata de una experiencia que dé testimonio de una esencia cambiada del lenguaje, empieza entonces a dibujarse en el texto lo que bien podríamos llamar nosotros un presentimiento, por parte de Heidegger, de la estructura del inconsciente. Veamos dicho presentimiento en el modo en que le responde a Jünger: la ambigüedad del decir, dice Heidegger, no consiste en absoluto en una nueva acumulación de significados que emergen caprichosamente, consiste en un juego que cuanto más ricamente se desarrolla, tanto más rígidamente se atiene a una escondida regla, por ello queda el decir ligado a la suprema ley. En esta frase, se trata de la experiencia del cruce de la línea, de cambiar la relación con el lenguaje; se trata del decir, del pensar, del rememorar. La torsión de la metafísica camina, como dice Heidegger, siempre a través de las palabras y sus giros, pero a partir de ese momento, la ambigüedad va a ser propia de ese decir. El momento en que se atraviesa la línea no consiste en absoluto en una nueva acumulación de significados, sino que emergen caprichosamente cuanto más ricamente se desarrollan y surgen las palabras, dando lugar a aquello que revela la sujeción que las palabras tienen a una suprema ley. He aquí una perfecta definición del inconsciente freudiano e incluso de la presencia de la asociación libre en la cura, que consiste en que cuanto más caprichosamente se dicen las palabras, cada vez mejor se ve aquello que las rige desde el punto de vista del inconsciente. La cura freudiana no es precisamente otra cosa que invitar a que se digan caprichosamente las palabras para que se revele aquella ley secreta a la que ese azar está sujeto.
La condición que se establece para que Heidegger pueda pasar de la topografía jüngeriana, que quiere disolver como espejismo, a la topología del ser que él propicia, es su presentimiento del inconsciente. Hasta tal punto es un presentimiento del inconsciente que podríamos añadirle distintas preguntas: ¿cuál es la suprema ley a la que está sujeto el hombre cuando habla?; cuando habla y muta su relación con el lenguaje… ¿eso opera sobre el modo de satisfacción que el sujeto sostiene en sus distintas fórmulas retóricas?; ¿hay algo que vincule a la gramática con la satisfacción?; ¿guarda algún tipo de conexión un modo de hablar con un modo de satisfacción?; ¿hay algún tipo de relación estructural entre el modo de habitar la lengua y el modo de gozar de la misma? Y ¿en qué tipo de experiencia Heidegger verifica que el sujeto, efectivamente, o el ser, el hombre que es la memoria del ser, hace esa transformación del decir, eso en donde se va a revelar, como él mismo dice, la suprema ley? ¿Qué tipo de experiencia es? ¿Es una experiencia de meditación, es un hombre pensando a solas, hablando con otro, que conversa con otro a través de escritos, que ha logrado librarse del amor, que se sustrae a las vicisitudes del amor de transferencia?