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Una vez situadas las correlaciones entre real, estructura y metáfora, podemos adentrarnos en una cuestión que hemos postergado. Habíamos dicho que Lacan había llevado hasta el límite la equivocidad, tanto oral como escrita. Intentaba de este modo, «equivocando» (peculiar uso del verbo), romper en la transmisión con el sentido, con la inevitable tendencia a darle sentido a las letras y modelos. Por ejemplo, nos hemos referido a la cadena rsi como «dimensiones» en que habita el ser hablante. Pero Lacan lo escribe «dit-mansions», con lo cual, en la homofonía, introduce el dicho. Ya no son las dimensiones de nuestro espacio, sino las moradas del dicho del serdiciente. Produce una ruptura del sentido en que habitualmente utilizamos el término «dimensión». Asimismo, el título de uno de sus seminarios, Les non dupes errent (Los no incautos yerran) es homofónico de «les nommes du père» (Los nombres del padre),[51] o también al interrogarse sobre si la materia es lo real, dice que sólo es así si lo escribimos «l’âme-à-tiers».[52] Rompe la idea que podamos tener de «la matiére» en tanto real, para decir que lo real es «l’âme-à-tiers». La materia implica al nudo, lo real es «el alma-en tercero», es decir, lo real es homogéneo a los otros dos (lo simbólico y lo imaginario), pues se trata de tres. El nudo homogeneiza a las tres dit-mansions.
En estos ejemplos vemos que permanentemente está en juego un sonido único que remite a dos escrituras diferentes. Sólo mediante estos juegos podemos escapar al espacio trascendental, a las categorías tradicionales del pensamiento, transformando las dimensiones en dicho-mensiones, porque se trata del ser hablante es que hay chiste, hay equívoco. Desde esta posición, se podría llegar a decir que la teoría psicoanalítica es, también, como un gran chiste montado alrededor de un agujero mediante los modos de la equivocación. ¿No sostuvo acaso Lacan que es imposible decir algo serio —algo que se constituya en límite de una serie— sin tomar su sentido de lo cómico? (L’Etourdit).
Durante los últimos años de su enseñanza Lacan fue llevando la función del equívoco al paroxismo, llegando a acuñar un sentido propio del uso del verbo. De modo que en la práctica psicoanalítica se tratará de «equivocar», y será «equivocando» como progresará la transmisión del psicoanálisis.
La equivocación provocada es la búsqueda de valerse del significante de una manera diferente, lo que él denominaba «un nuevo significante», un significante que, al promover el sin sentido, fuese capaz de alcanzar lo real.[53] Respecto a este punto, no debemos pasar por alto la resonancia de aquella cuestión que Heidegger expresó a la revista Der Spiegel, en la entrevista del 23 de septiembre de 1966, y que se publicó en 1976, después de su muerte. Dijo en esa ocasión: «Sólo un nuevo dios puede aún salvarnos», tratándose entonces de preparar, con el pensamiento y la poesía, una disposición para la aparición del dios o para su ausencia. Heidegger lo dice claramente, preparar la disposición para un nuevo modo de habitar la lengua.
En relación a esta cuestión del equivocar, hay un título de Seminario de un profundo eco joyceano:
L’ insu que sait de l’ une-bevue s’aile a mourre.[54] Algo así como: lo insabido que sabe de la una-equivocación (l’une-bevue es casi homofónico con l’unbewusste, el inconsciente) se ala (adquiere alas) para la murra (el juego que consiste en acertar cuantos dedos despliega el adversario al abrir un puño; pero «s’aile a mourre» es homofónico de «c’est l’amour», es el amor).
El recurso obligado a las diversas escrituras que están implicadas en las homofonías lacanianas, también debe ser pensado sobre el telón de fondo de la acusación de logocentrismo que Derrida ha hecho al psicoanálisis. Lacan va respondiendo, muchas veces sin mencionar los términos del debate, o en otras ocasiones, como hemos visto con el Palabrero del Hombre de los Lobos, haciendo una referencia directa al delirio del prólogo de Derrida (ver nota 16). Al comienzo dijimos que Giordano Bruno fue nombrado por Borges en su recorrido por las diversas entonaciones de la metáfora de la esfera. A Bruno lo quemaron por hereje, por una «heresie», herejía, que no es otra cosa que la homofonía francesa de «R.S.I.».