Guía de supervivencia ante narcisistas.
A menudo se incurre en el error de pensar que el mayor perjudicado de un narcisista es él mismo: ésa es una teoría que les gusta, además, a ellos, porque se posicionan en el lugar preeminente. Pero como eso no es así, y como dentro de su responsabilidad para consigo mismo estaría el reconducir esa actitud hacia algo provechoso, pueden tranquilamente mis lectores descartar la pena.
Otro error frecuente consiste en dejarse deslumbrar por su encanto, y afligirse por tantas buenas cualidades, talentos, habilidades… desperdiciadas. Me permito recordar que el trabajo principal de un narcisista es, precisamente, ser narcisista. Es lo que más les complace en el mundo, y a lo que dedica su talento, y eso es decisión propia.
Por último, hay ocasiones en que el encanto del narcisista es tan abrumador que se menosprecia el daño que causa. Un Dorian Grey puede ser tan delincuente como el más arrastrado de los lobos, y en ocasiones, los lobos son, precisamente, intensos narcisistas. A Teseo no le preocupa si Ariadna tendrá frío o cómo se sentirá sola, con los remordimientos de haber traicionado a su familia, porque a Teseo le preocupa Teseo.
Primera norma de supervivencia, por lo tanto: evite la pena.
Los narcisistas son ávidos coleccionistas de tesoros; por lo tanto, se les verá rondando áreas o personas que admiran, codician o de cuyo halo desean contagiarse. El narcisista se afanará por conseguir la novia más guapa del pueblo, por hacerse el mejor amigo de una celebridad, o por obtener un puesto en el palco de honor… y sobre todo, por contarlo luego a todo el mundo, adornado y ¡ojo! con él mismo en el centro de la narración. De manera que una persona de éxito o valía, que ha conseguido ese éxito precisamente para compensar una autoestima baja o vacilante, haría bien en mirar a su alrededor y ver si detecta algún narcisista que quiera aprovecharse.
A continuación, debería también mirarse al espejo y preguntarse qué carencias, qué necesidad de halagos, atención o adulaciones necesitaba para allanarle el camino a un narcisista, y tomar medidas para que eso no vuelva a ocurrir. Encontrarse (y mantener cerca, y en una relación dañina) con el narcisista, junto con el manipulador, depende en gran medida de nuestra actitud. De hecho, son los dos malos del cuento que mejor, y de manera más rápida, podemos evitar si modificamos nuestra actitud y si aprendemos qué necesidad nuestra nos colman.
Ariadna, ¿buscaba un padre en Teseo? ¿Se sentía feúcha y lo compensó creyendo que un hermoso ejemplar principesco la dotaría por ósmosis de esa belleza? Eso sólo lo sabe Ariadna…
1. HAY QUE REPETIRSE UNA Y OTRA VEZ.
—No me quiere, sólo me ve como un medio.
—Únicamente se ama a sí mismo.
—No, no va a cambiar.
—Su atractivo es superficial e interesado.
—¿Qué he hecho para atraerle?
—Lo que veo es falso, una proyección.
2. ES NECESARIO DESAPARECER ALGUNAS VECES.
—Una vez desenmascarado, el narcisista no suele tener mucho interés porque le vean como realmente es, y suele alejarse, generalmente con alguna escena histriónica final.
—Cuando el narcisista sigue obstinado en un vínculo con la víctima, ésta haría bien en desaparecer, con el mismo proceso que con los vampiros.
—El narcisista puede ser tremendamente persistente en un cortejo si ve que la víctima se le escapa. Marque límites, no muestre interés ni reacciones, y si le resulta posible, ríase de él. Percibir que alguien lo considera ridículo es un veneno poderoso para narcisistas.
3. SITUACIONES INESPERADAS.
—Relea usted el capítulo para los vampiros y su guía de supervivencia, y aplíquela a rajatabla.