PROCUSTO

Ven a mi casa y tiéndete en mi lecho.

A PROCUSTO NO LE BASTABA con matar. Él, además, gozaba con la tortura y el desmembramiento. Un psicópata típico, llevado por el deseo de poder y posiblemente la fuerte agitación sexual que viviría cuando sentía a sus víctimas a su merced, no podía esperar a la siguiente ocasión. Primero, aguardaba por las personas que se acercaban a él. Después, salía a su encuentro, las invitaba y las adaptaba a su cama, bien por mutilación o por descoyuntamiento.

Por suerte, para que aparezca un Procusto han de darse muchas circunstancias. Pero de vez en cuando, surgen.

En México, en 2007, cometía suicidio el último Procusto internacional. Su nombre era José Luis Calva Zepeda, y también le conocían como el Poeta Caníbal. Había logrado cierto renombre en su país. Su familia, no obstante, denunció que el suicidio habría sido simulado para encubrir agresiones y un asesinato.

Este psicópata asesinó a su novia, Alejandra, a la que descuartizó. Se desconoce si se la comió: la policía encontró partes del cuerpo en el frigorífico, una sartén con carne y un limón. Si no la devoró, la intención inicial de hacerlo era clara. Además, había matado y descuartizado a una novia anterior, y posiblemente asesinado a una prostituta.

Como suele ser habitual entre ellos, se creía un genio: escribió varios libros, uno de ellos con la dedicatoria «Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que soy yo)», pero lo cierto es que no tuvo el menor éxito. Vendía sus octavillas con poemas por los cafés.