EL EXTRANJERO
EL PSICÓPATA EXTRANJERO VIENE de fuera para matar. Expulsado y repudiado en su propio país, emigra con la intención de cambiar de vida, o de rememorar la intensa sensación que le embarga al matar en otro lugar, con menos riesgo.
Durante siglos, el control social que el «qué dirán» y la exposición continua originaban en los pequeños núcleos, motivó que casi todos los crímenes sexuales o asesinatos con gran violencia los cometieran personas de otros lugares. El crimen local estaba controlado, y en ocasiones, tolerado, como parte del orden establecido.
En la actualidad, eso no es así: mafias y organizaciones se mueven con absoluto desparpajo en países distintos. Los países sin acuerdos de extradición se convierten en terrenos francos. Los asesinos se desplazan con la misma facilidad que todos los demás ciudadanos.
Entre los muchos delincuentes que ha visto nuestro país hay un psicópata que causó un dolor y una alarma social pocas veces igualada: el inglés Tony King, el asesino de Sonia Carabantes y de Rocío Wanninkhof.
Vicente Garrido, en su apasionante ensayo La mente criminal, dedica bastante espacio a este asesino, y a las circunstancias en las que fue detenido. Fue uno de los que cayeron gracias al avance del ADN, que no había bastado para emplazarlo en el primer asesinato.
De hecho, Tony King parecía gozar de la baraka. Había estrangulado a cinco víctimas hasta la inconsciencia, para luego violarlas, en su país de origen, donde se le conocía como Tony Bromwich o El estrangulador de Holloway. Cuando quedó libre de la cárcel, en 1996, conoció a una mujer española y se mudó a Mijas, a la zona donde cometió sus crímenes. A pesar de un asesinato y al menos tres agresiones sexuales, otra persona fue la acusada: Dolores Vázquez. Antigua novia de la madre de Rocío y de apariencia antipática, fue la perfecta acusada para un tribunal popular.
Entonces se le acabó la suerte a Tony King. Hizo falta la muerte de otra chica, Sonia, para que se aclarara que Dolores nada tenía que ver y que fue Tony, el anónimo (podría haber pasado por cualquier extranjero de la Costa del Sol) y descuidado Tony, el que había asesinado a aquellas criaturas.
Garrido parte de la base de que la intención de King no era matar: cuando estrangulaba, lo hacía como medio para violar a las mujeres. Sin embargo, cuando salió a la caza de Rocío, armado con un cuchillo, lo hizo porque no le bastaba únicamente la inconsciencia. Quería una víctima muerta a la que violar, como una nueva experiencia. Rocío, infeliz víctima casual de este lobo, le salió al paso.
Los errores en este caso sirvieron como aviso para el futuro: para comenzar, fue desoída la advertencia de Scotland Yard, que en 1998 alertó de la peligrosidad de King. Después, la repercusión mediática del crimen influyó en la objetividad del jurado. Dolores Vázquez nunca debió haber ingresado en prisión. Por último, el ADN se encontraba aún en pañales en nuestro país. King fue el primer asesino en serie capturado con estos análisis.
Lo más desesperanzador del asesinato de Sonia y de Rocío fue que resultaron casuales. Estas jovencitas, con la vida por delante, se encontraron con un psicópata por azar. No hubieran podido prevenirse, ni tomar precauciones. La mala suerte, ésa que hace dudar acerca de todas las certezas en la vida, le cupo a ellas.
Existe un cuento conocido que habla de esos encuentros casuales: Aladino. En su versión original, Aladino es un pilluelo, pobre, hijo de viuda, al que un mago observa desde hace varios días. Podría haber elegido a cualquier otro; lo que busca el mago es un niño al que pueda usar como cabeza de turco sin que surjan demasiadas preguntas. Lo que en un principio podría ser su condena, es su fortuna. Aladino escapa de las acechanzas del malvado mago y se hace con una lámpara maravillosa.
Jack el Destripador, ese misterioso asesino en serie que trae en jaque a la policía desde hace dos siglos, elegía así a sus víctimas: acechaba a prostitutas, a las más vulnerables. Las que murieron no fueron ni peores ni mejores que el resto. Como triste consuelo, el asesino de Sonia y Rocío pudo ser identificado. Las prostitutas de White Chapel, algunas de ellas mutiladas, aguardan aún a que alguien le arranque la máscara al monstruo.