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CINCO

EN EL ABSOLUTION

VI SE PASA LA LENGUA POR LOS LABIOS SECOS Y MIRA A SU captor, deseando tener la oportunidad de ver su cara. Por supuesto, ya sabe que está irritado. Él golpea el piso con un talón y se ha sentado con el cuerpo hacia delante, concentrado en ella como si estuviera por explotar.

—No es lo que querías escuchar, ¿eh?

Él mueve la cabeza de un lado a otro.

—Necesito información secreta y pertinente. A nadie le importa lo que le sucede a los niños en planetas apartados. De lo contrario, esta nave estaría vacía.

Ella se toma un momento para asimilar por completo lo que hay detrás de su comentario.

—Información secreta y pertinente, ¿eh? Entonces tengo razón. Este no es asunto común para ti, ¿verdad, Freno de Emergencia? Esto es personal. Realmente personal. ¿Estás enamorado de Phasma?

Él se ríe y agita la cabeza, viéndola, antes de levantar el control remoto y subir la potencia aún más, tanto que ella se echa hacia atrás, parada de puntas, con las uñas imprimiendo lunas sangrantes en sus propias palmas. Cuando amaina, ella colapsa. Si no fuera por las correas apretadas, se deslizaría al suelo y gritaría. El aroma de la carne quemada llena el pequeño cuarto y le revuelve el estómago. Le toma más tiempo regresar esta vez, mientras su captor simplemente se sienta en la silla a mirarla.

—Está bien, lo opuesto entonces —dice ella, finalmente. Aclara su garganta quemada—. Mira. Tú quieres algo y yo quiero algo, y estamos solos, así que hagamos un trato.

Tiene que recurrir a toda su voluntad para elevar la cabeza y mirarlo a… bueno, adonde deberían estar sus ojos. Los abismos negros de las lentes de su casco sólo muestran el rostro suplicante de ella, ahogado en rojo. Él asiente casi imperceptiblemente, así que ella continúa.

—Yo sé todo lo que quieres saber sobre Phasma. —Hace una pausa llena de significados, lanza otro escupitajo de sangre con preocupantes manchas negras—. Todo. Digamos que te lo cuento. Y digamos que después de hacerlo, tú me dejas ir. ¿Qué te parece, Freno de Emergencia?

Él cruza los brazos y lo piensa, tomándose el tiempo suficiente para que ella recupere el aliento y deje de jadear.

—Me llamo Cardinal —dice por fin, y ella tiene que esforzarse para no reír. Por supuesto que ya lo sabía, pero lograr que el torturador comunique algo personal es como la primera grieta en una presa de agua. Si ella tan sólo logra sobrevivir y seguir hablando lo suficiente, tal vez logre encontrar algún punto débil en su armadura. Encontrar una ruta de escape. O, mejor aún, convertirlo para la causa. Sabe que Cardinal es un soldado apegado a las reglas, pero también que se dedica a trabajar con niños, dirigiendo el programa que convierte huérfanos en asesinos. Tal vez si le dice lo que quiere saber de Phasma puede exponerlo a algunas horribles verdades relacionadas con la Primera Orden en general. Tiene que seguir construyendo este pequeño entendimiento.

—¿Cómo es que mereciste recibir un nombre, Cardinal? —pregunta ella—. El resto de los cabezas de cubeta sólo son números.

Él ignora la pregunta.

—Quieres un trato. Aquí lo tienes: me dirás todo lo que sabes sobre la Capitán Phasma. Cada detalle. Si me das la suficiente información secreta para destruir su reputación entre la Primera Orden y que le formen una corte marcial, pensaré en dejarte ir. Pero comprende que no tienes esperanza de irte si no quedo satisfecho. —La droide flotante emite unos pitidos que parecen urgirlo, y él agrega—: Hazlo rápidamente. Tengo que cumplir con un horario aquí.

—Un horario, ¿eh?

Cardinal agita una mano a través del aire.

—Eso no te incumbe. Lo que debe preocuparte es decirme lo que quiero saber.

Ella ha estado hundida en la silla de interrogación, sostenida por las correas y las bandas, pero ahora Vi recupera la fuerza y se sostiene sobre sus pies. Es mucho más pequeña que Cardinal, pero también es fuerte y necesita que él lo sepa.

—Si prometes que me dejarás ir, te diré todo lo que necesitas para derrumbar a Phasma.

Cardinal asiente y estira su mano como si quisiera estrechar la de ella, pero, bueno, la tiene amarrada a una silla de tortura. Tal vez en algún momento ella lo convenza de que es bastante inofensiva y la suelte. Él deja caer su mano.

—Es un trato —dice él—. Pero sólo si obtengo lo que necesito. Así que, adelante. Cuéntame todo.

Ella asiente y sonríe. ¿Así que él cree que controla la situación? Bueno, hora de regresar al suelo nivelado.

—Oh, tendrás todo. —Ella levanta la cabeza para mirarlo—. Pero me ayudarías un poco si me muestras tu cara. ¿Qué tal si te quitas el casco, ahora que somos amigos? ¿Tienes miedo de que crea que no eres guapo?

La inofensiva sonrisa de ella debió convencerlo… o quizá sea el hecho de que planea matarla en cuanto obtenga lo que necesita. Vi también sabe algunas cosas más sobre él, pero mantendrá esas cartas bajo la manga para más adelante.

Después de pensar en la solicitud, él revisa que la puerta esté cerrada con llave, vuelve a revisar todas las cámaras y se da vuelta hacia Vi. Lo primero que ella nota cuando coloca el casco rojo sobre la mesa es el pelo sudoroso, corto, de color negro azulado. Cuando él se da vuelta para quedar de frente, ve a un hombre de aspecto mucho más joven del que esperaba. Tal vez de cuarenta años, aunque las arrugas de su cara y la distancia entre sus ojos café oscuro sugieren que ya ha vivido mucho. Su piel es dorada, con pecas y parches más oscuros que hablan de años de quemaduras de sol. Tiene arrugas en las comisuras de ojos y líneas al costado de los labios creadas por su sonrisa, pero ahora no está sonriendo.

—Por tu expresión se diría que ya estás pensando de nuevo en tu control remoto —dice Vi—. Pero, no te preocupes. Me comportaré. Si me exprimes demasiado con eso, no podré hablar. Además haces que me entumezca toda, ¿sabes?

Él no dice una palabra, sólo la contempla, con una línea lúgubre en su boca. Algo en sus ojos sugiere… ¿Es pena? ¿O culpa? Lo que sea, ella está lista para ahondar en ello.

—Sabía que eras de Jakku, pero parece que no te la pasaste muy bien allí —dice ella.

Eso hace que él se acerque y sacuda una mano enguantada en el aire, como si borrara un rastro en la arena.

—No importa de dónde soy. Regresemos a Phasma. A menos que prefieras decirme dónde está localizada la base de la Resistencia.

Ella sacude la cabeza en dirección de él, como si se tratara de un niño malcriado.

—¿Tú crees que ellos comparten ese tipo de información con personas como yo así nada más?

—Sí.

—Bueno, tal vez lo hagan o tal vez no, pero eso no era parte del trato. Así que dame todas las descargas que quieras. Eso sí, te advierto que podría hacer que se me olvide cómo Phasma se apareció un día y te robó tu trabajo.

Cardinal no puede ocultar la sorpresa de que ella lo sepa, pero sí puede apuntarle a la cara con un dedo amenazador.

—Ten cuidado, escoria. Insultarme no va a servirte de nada.

—Oh, cariño. Si no fuera verdad, no te hubiera dado tanto coraje. Apuesto a que realmente te quema saber que ustedes dos salieron de la nada y que aun así ella se te adelantó.

Vi ha recibido entrenamiento en la lectura de microexpresiones. En este tipo de situaciones, la vigilancia cuidadosa de sus emociones podría ser lo único que la mantenga viva. Las emociones que cruzan por la cara de él son repentinas e imposibles de ocultar. No está entrenado en la resistencia al interrogatorio ni en el control de sus facciones, y ella guarda este fragmento de información junto con lo demás que ha aprendido. Ahora las arrugas en la cara de él se hunden con resentimiento, ansiedad y rabia. Sus dedos recorren el control remoto, pero seguramente lo han programado con un excelente autocontrol. Sin embargo, parece presa de una lucha interna. El droide hace sonidos burbujeantes sobre el hombro de él, quien sacude la cabeza, pone una expresión neutral y prueba una nueva táctica.

—No deberías provocarme. Llevo mucho tiempo cazándote, Moradi. Veo que también has obtenido información secreta sobre mí. Y eso significa que sabes que he estado en combate y que no me agobia matar a mis enemigos.

No sorprende que mantengan a este tipo detrás de un casco. Es fácil leer sus reacciones: se enoja y se le hiere con facilidad. Ella podría despojarlo de todo lo que posee en la mesa correcta de sabacc.

—Hablando de eso, ¿qué sabes de mí? —pregunta él, con voz agresivamente recortada, como si la pregunta no fuera más que una formalidad.

Vi piensa con detenimiento en la pregunta y le entrega la más pequeña muestra de lo que sabe.

—Naciste en Jakku, y el General Hux, Brendol Hux, el original General Hux, te sacó del planeta y te trajo a su programa de entrenamiento después de la batalla final entre la Nueva República y el Imperio. Ahora tú diriges a la mitad más joven del programa de capacitación de stormtroopers, mientras que Phasma pule a tus graduados para la batalla. Tú reportas al General Hux; es decir, a Armitage, el hijo de Brendol. —Cuando él abre la boca para preguntar más, ella sacude la cabeza—. Eso es todo lo que sé, Cardinal. Ni siquiera conozco tu nombre real, si alguna vez has tenido uno.

Él se pone de pie y se da vuelta hacia la puerta. Ella sabe muy bien lo que él está pensando y tiene que detenerlo.

—Espera, sé una cosa más. Eres un recluta ideal. Un soldado perfecto. Ni una sola marca negativa en todos estos años. Así que quizás estés pensando en delatarme ahora mismo, decir a tus superiores que tienes una espía de la Resistencia cautiva. Si lo haces, Cardinal, no te diré nada de Phasma. Si dejas este cuarto, estaré muerta antes de que regreses. Te lo juro.

Él resopla, pero se aparta de la puerta.

—¿Por qué harías eso?

A pesar del frío en el cuarto, el sudor resbala por la frente de ella, quien sacude la cabeza para apartarlo antes de que le queme los ojos.

—Tú estás dispuesto a morir por tus ideales. ¿Te parece tan incomprensible que yo desee morir por los míos?

Se acerca a ella, pero no en plan amenazador, sino con una especie de fervor religioso.

—¿Por la Resistencia? Sí, me parece increíble. Es una tontería. A ellos no les preocupas. No les preocupa nadie. Ellos medran en el caos.

Vi resopla.

—Odio informártelo, hombrezote, pero la mayoría sólo quiere vivir sus vidas chiquitas, no ser atrapada y morir en la batalla de alguien más por el poder definitivo. La Resistencia busca la libertad. Trata de hacer lo correcto y detener a los abusivos y a los tiranos. —Ella no puede dejar de sonreír mientras piensa en Baako, estudiando para ser un diplomático y entusiasmado por la perspectiva de hacer el bien a Pantora—. La Resistencia recompensa a las personas buenas que desean ayudarla. Si no te gusta cómo te tratan aquí, si te han hecho a un lado a la hora de un ascenso o si estás cansado de enviar niños a los planetas para oprimir poblaciones inocentes con blásters y lanzallamas, la Resistencia te otorgaría el perdón absoluto.

—¿Desertar? ¿A la Resistencia? —Él se ríe a carcajadas y recarga la espalda contra la pared, con los brazos cruzados—. ¿Por qué querría hacer algo tan estúpido?

—Porque las personas que tratan de hacer que Phasma caiga suelen tener finales horribles. Por lo menos, así pasó en Parnassos. Supongo que también pasa así en esta nave.

—Hablando de eso, nuestros registros indican que Parnassos fue destruido.

—¿Cómo va a estar destruido si tus hombres sacaron información de él del registro de mi nave?

Él mueve los ojos para ver el techo.

—El planeta todavía está allí, pero el nivel del agua creció. La gente de Phasma está muerta.

Vi sonríe con astucia.

—No todos. Alguien simplemente quiere que pienses eso. Me sorprende que lo creas. Y que ella no lo haya borrado por completo de tus mapas.

—¿Por qué Phasma haría eso?

—Porque no quiere que nadie sepa lo que sucedió el día que Brendol Hux cayó del cielo ni el día que él hizo un trato con ella.

Ahora Cardinal se burla, seguro de que la ha tomado desprevenida.

—Eso es mentira. Brendol Hux no hacía nada sin que yo lo supiera. Yo era su guardia personal.

—Entonces fallaste, porque él estuvo allí, en Parnassos. He visto la evidencia con mis propios ojos.

Cardinal se inclina hacia delante, evidenciando que ella ha despertado en él un nuevo interés.

—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué sucedió?

Con un suspiro, Vi echa su cabeza hacia atrás. Los pies la están matando y hay una sorda pulsación detrás de sus ojos. Tiene dolor en cada una de las partes de su cuerpo. No puede escaparse del olor de su propia carne quemada. Pero debe continuar. Tiene que darle lo que quiere, pero necesita tomarse su tiempo y, con suerte, tal vez ganarlo para su causa. O por lo menos evitar que la mate.

—Llegaré a Brendol a su debido tiempo. Primero, necesitas conocer la historia de Phasma.

Cardinal sacude la cabeza.

—No tengo mucho tiempo. Ve a la parte del General Hux. Si ella le hizo algún daño o si trabajó activamente en su contra, sólo necesito evidencia. Algo para atraparla. —La droide lanza un pitido de advertencia, y la boca de él se tuerce mientras lo mira—. No. Iris tiene razón. Cuéntame todo. No tengo manera de saber lo que al final pueda ser importante.

Eso resulta excelente, porque de todos modos es lo que Vi estaba por hacer. No serviría para este trabajo si entregara la mejor información tan fácilmente.

—Estoy de acuerdo con tu droide. Necesitas escuchar toda la historia. Para que comprendas de verdad a quién estás tratando de derribar.

El pulgar de él juega sobre el control remoto.

—¿Por qué necesitaría comprenderla cuando sólo quiero destruirla?

—Porque todo gran cazador sabe que es fundamental comprender a su presa, sobre todo cuando se trata de un depredador que, a su vez, te está cazando. Por todas las historias que Siv me contó, ella se aseguró de que yo comprendiera muy bien una cosa.

—¿Qué cosa?

Vi mira a Cardinal a los ojos con dureza, para obligarlo a comprender.

—Phasma hará cualquier cosa para sobrevivir.