
DOCE
EN EL ABSOLUTION
CARDINAL SALE AL CORREDOR, ASEGURA LA PUERTA Y LA REVISA de nuevo. Debe mantener a esta espía de la Resistencia como su sucio secretito, por lo menos hasta que obtenga la información que necesita de ella. Revisa la hora y murmura una maldición en la jerga vulgar de Jakku que hubiera hecho fruncir el ceño a quien estuviera cerca para oírla. La Capitán Phasma y Armitage Hux estarán en el Absolution para una reunión mañana, lo que significa que Cardinal no tiene mucho tiempo para exprimir los secretos que su prisionera guarda sobre Phasma.
Se siente bien pensar en ella como Phasma, más que como Capitán Phasma. Una sucia, ignorante, desesperada y traidora villana de una colonia moribunda, que deseaba hacer lo que fuera para salir de su planeta. Sí, eso suena a la Phasma que conoce, o por lo menos a lo que le gustaría suponer. Casi no sabe nada de ella, pero todo lo que Vi ha dicho suena cierto. Él ha tomado en consideración que la espía podría mentir, pero las historias son demasiado específicas y coinciden fácilmente con su rival. Es extraño que él odie a Phasma con semejante intensidad. En la superficie, tienen demasiado en común. Peleadores jóvenes y con determinación, a quienes Brendol Hux se llevó, bajo la promesa de una vida mejor dentro de una nave a través de las estrellas.
Ja. Cardinal fue el primer proyecto de Brendol y el más preciado. Phasma fue una adición posterior. Una idea secundaria. Alguien a quien le prestaron atención que no merecía.
Mientras avanza hacia el comedor, las palabras finales de Vi resuenan en su cabeza.
¿Recuerda el día que Phasma llegó al Finalizer?
Por supuesto. ¿Cómo olvidarlo?
Ese fue el día en que perdió la mitad de todo aquello por lo que había luchado.
Brendol se había ido a una misión de reclutamiento, por lo que Cardinal se quedó a cargo del programa de entrenamiento. Era un trabajo que amaba y para el que estaba calificado de manera única. ¿Quién mejor para apaciguar e inspirar a los nuevos reclutas que un hombre que alguna vez había estado en sus botas pesadas y de una talla diferente? Desde que dejó Jakku para irse con Brendol, Cardinal había estado en el programa o ayudado a moldear las mentes jóvenes para que se convirtieran en soldados perfectos de la Primera Orden. Los oficiales de Brendol dominaban la programación, pero Cardinal se encargaba de la instrucción física real: combate mano a mano, prácticas con el bláster, ejecución de simulaciones, prueba constante del brío y moldeado sutil de sus mentes jóvenes. Él era el líder ideal. Nadie creía en la Primera Orden como Cardinal, a quien habían levantado de la pobreza aplastante y le habían dado un propósito. Él se sentía orgulloso de ayudar a que cada joven huérfano encontrara sus fortalezas internas y aprovechara ese resistente núcleo en que algún día vivirían para servir a la Primera Orden.
Estaba entrenando a un batallón en el uso de los bastones de control de disturbios cuando llegó la orden a su intercomunicador.
—Cardinal, repórtate a la sala de juntas uno-cero-siete de inmediato, por órdenes del General Hux.
Cuando se daba ese tipo de órdenes, como la de la reunión de mañana, no había que cuestionarlas, ni preguntar si le hablaban para elogiarlo o regañarlo. Tampoco debía demorarse. Dejó a Iris y al siguiente oficial con mayor antigüedad a cargo del entrenamiento, dio órdenes claras y se precipitó por los corredores hacia la familiar sala de juntas, ansioso por saber lo que quería su superior. Aunque él pertenecía formalmente a la guardia personal de Brendol y acompañaba al hombre en todas las misiones de Estado importantes, Cardinal estaba bien consciente de que Brendol a menudo hacia esos viajes de reclutamiento, muchas veces para explorar un nuevo planeta en busca de cadetes con la combinación adecuada de desventajas y fortalezas. La galaxia estaba llena de huérfanos que habían crecido igual que Cardinal: solos y luchando en un planeta difícil. Para esos niños, la Primera Orden era el salvador ideal. Aun los cadetes renuentes, a quienes tomaban en contra de su voluntad, pero por su propio bien, aprendían a verlo así, con el tiempo. Así que tal vez Brendol había traído un nuevo grupo de estudiantes para que Cardinal los introdujera con gentileza a las maravillas del agua limpia y la comida regular. Ese era el mejor de los escenarios.
Pero cuando Cardinal llegó a la sala de juntas, con la armadura y el casco completamente pulidos y con postura erguida, no se encontró al grupo habitual de niños desaliñados o un datapad con nuevos números de identificación, sino a una sola figura alta al lado de Brendol. Evidentemente, él (porque en ese momento Cardinal estaba seguro de que era un hombre) no era un stormtrooper apropiado, sino que llevaba una armadura blanca de stormtrooper, de una talla diferente y completamente sucia. Por todos lados tenía sangre, excremento y marcas de quemaduras. Debajo de la armadura, estaba envuelto de manera blasfema en tela roja en lugar del guante corporal negro obligatorio; era más alto que Cardinal o Brendol y emanaba un aire de amenaza silenciosa.
Desde el principio, Cardinal supo que este nuevo advenedizo representaría un problema.
—Cardinal, te presento a Phasma —había dicho Brendol—. Le mostrarás la nave y sus deberes. El programa de entrenamiento ha crecido más allá de nuestras mayores expectativas, y una vez que se haya completado su propio entrenamiento, tu tarea actual se dividirá entre ustedes dos. Tú seguirás entrenando a los reclutas nuevos y jóvenes, mientras que Phasma tomará con el tiempo a los adolescentes y los adultos, sobre todo en relación con el combate y las simulaciones en el terreno. Cardinal, voy a nombrar un nuevo guardia personal. Tú lo has hecho admirablemente, y ahora deseo que te concentres en nuestro programa en expansión y en el entrenamiento de Phasma en todas nuestras armas. Asegúrate de que ella se ponga al día en el uso de datapads, tecnología y ese tipo de cosas.
Esta presentación tomó a Cardinal por sorpresa. No sólo no estaba preparado para que el intruso alto fuera mujer, sino que había perdido su más alto honor como guardia de Brendol, sin contar la mitad de su programa de entrenamiento. Además de todo eso se esperaba que la entrenara. Si alguien más le hubiera solicitado esa tarea… Pero era Brendol Hux.
—¿Se le ha asignado un número, señor? —preguntó, odiando el chillido de desesperación en su voz.
Brendol lanzó esa secreta sonrisa tan suya y se rio entre dientes.
—Oh, no. Como tú, ella es un caso especial. También necesitará una armadura de su talla. Ya le he asignado una suite separada. Hemos tenido un viaje largo, así que descansaremos hoy. Empezarás su entrenamiento mañana a primera hora. Y ahora debo ir a asegurarme que nuestra otra nueva recluta empiece con el pie derecho. Tengo grandes expectativas para estos guerreros de Parnassos.
Cardinal se despidió de él con el saludo de rigor, pero Brendol estaba actuando extrañamente. Había observado a su mentor durante años, desde ese primer vuelo fuera de Jakku, y había visto a Brendol en días buenos y malos, bajo gran tensión y cuando gozaban de una victoria burocrática. Algo extraño pasaba con él ahora, algo más que sólo su piel enrojecida por el sol, pero Cardinal no podía saber qué era. Tal vez este hombre envejecido simplemente estaba exhausto de cualquier cosa que hubiera sucedido en el planeta de Phasma.
Brendol se fue y Cardinal sintió como si hubiera perdido algo valioso y le estuvieran dando un reemplazo patético. Se volvió hacia Phasma, determinado a obtener lo mejor de la situación. Porque eso era lo que Brendol y la Primera Orden necesitaban. Si algo quería Cardinal era hacer su trabajo, y hacerlo bien.
—¿De qué planeta dijo el General Hux que vienes? —preguntó él, abriendo la puerta y esperando a que ella pasara.
—Parnassos —contestó ella. Cardinal tomó nota de su acento tan recortado y perfecto como el de Brendol, pero casi carente de emoción.
—No he escuchado de él. —Como ella aún no pasaba por la puerta, él agregó—: Después de ti.
Phasma negó con la cabeza.
—Ve tú por delante. Yo no conozco el camino.
Por esa ocasión, Cardinal lo dejó pasar. Ella estaba cansada, evidentemente había estado peleando y resultaba obvio que provenía de algún planeta lejano, devastado por la guerra. Por supuesto, ella no querría hablar de ello. Así que él asintió y la condujo fuera de la sala.
Ahora, caminando por los pasillos de un destructor estelar diferente pero idéntico, su Absolution, en lugar del que se había convertido en el Finalizer de ella, Cardinal se ve forzado a recordar que Phasma nunca mencionó de nuevo su planeta, que ella siempre ha esquivado cualquier mención de sus orígenes o su entrenamiento previo. Ante cualquier intento de ahondar en ello, Phasma simplemente se hunde más en el silencio o dobla el esfuerzo de su ataque, en lo que debería ser un ejercicio de entrenamiento amigable.
No es en balde que los pasados destinos de Vi le hayan recordado algo. Aunque lo buscó en los mapas estelares y vio que estaba marcado como DESTRUIDO, nunca había escuchado de nuevo el nombre Parnassos, ¿o sí? Hasta hoy.
Mientras entra en el comedor, Cardinal deja que su preocupación se desprenda de sus hombros para poder permanecer erguido. Se mueve entre sus soldados, contesta con un movimiento de cabeza a quienes lo saludan con deferencia. Seguro, él los considera soldados, pero todos tienen menos de dieciséis años, ¿o no? Desde la división de los programas de entrenamiento, los reclutas de mayor edad del Capitán Cardinal parten para completar su entrenamiento en el Finalizer con la Capitán Phasma, mientras que los cadetes más jóvenes permanecen en el Absolution con él. Cardinal no tiene idea de lo que les pasa a los de mayor edad allá. A juzgar por las victorias militares celebradas en ambas naves, sospecha que los métodos de Phasma siguen siendo ejemplares. Él sabe que los suyos son impecables.
En la fila, selecciona varias botellas de agua y otro paquete de proteínas, este de un sabor diferente. No es que le importe mucho a su prisionera, pero él quiere mantenerla viva para que siga hablando, lo que significa que ella necesita comer. Iris confirmó que sus estadísticas no eran buenas, así que Vi no mentía sobre eso. Aunque él está aprendiendo mucho de las historias que ha contado hasta ahora, está seguro de que ella está reservándose algo, alargando la historia más de lo realmente necesario. Ella sabe algo sobre Phasma, algo que puede ayudarlo. Si tan sólo pudiera sacar esa información secreta de la espía antes de que lleguen Armitage y Phasma, si pudiera obtener pruebas reales y concretas, tal vez pueda deshacerse de su rival de una vez por todas.
No es que ella sea mejor que él o que le preocupe sostener una competencia amigable. Lo que pasa es que cuanto más aprende de Phasma, más cree que ella no es la soldado perfecta que aparenta. Hay algo peligroso en ella, algo que es amenazante para la Primera Orden. Ella es como una bola de putrefacción en un paquete de proteínas que debería ser comestible, algo a lo que no se le debería permitir existir y que debería someterse a cierto control… pero que de alguna manera ha pasado la inspección.
Cardinal simplemente sabe que todo dependerá de la historia de Brendol Hux. Eso también es personal. Cuando Phasma apareció, Cardinal fue relevado de su tarea como guardia personal de Brendol, y esa distancia evitó que Cardinal lo protegiera cuando él más lo necesitaba. Brendol había gozado de buena salud antes de ir a Parnassos, y siguió así por un tiempo después de regresar. Luego empezó a enfermarse más y más y entonces… sólo murió. O así lo dijo el joven Armitage Hux en un discurso particularmente conmovedor ante toda la tripulación del Absolution. Nunca se reveló la verdadera causa de la muerte de Brendol y las indagatorias de Cardinal fueron ignoradas, como si él sólo hubiera sido otro stormtrooper sin nombre.
Sus reclutas se ven tan jóvenes en el comedor. Sus cascos están cuidadosamente colocados en repisas numeradas para que puedan comer. Lo saludan con ademanes alegres y él les contesta con otro ademán. Aquí, cenando y bebiendo en grupos elegidos libremente, son sólo niños. Levantados de algunos de los territorios más solitarios y no reclamados de la galaxia, se reúnen para convertirse en grandes soldados bajo el ojo vigilante de Cardinal. Su pelo y su piel abarcan todos los tonos posibles, desde el pálido hasta el oscuro; sus ojos van del azul hielo hasta el negro profundo… y todos los tonos intermedios. Sus cabellos cortos muestran el sudor del entrenamiento. Su risa desafía la miseria de sus orígenes y sus historias. Ellos han emergido de sus propias cenizas.
Cardinal siente una oleada de orgullo. Este, precisamente este es el objetivo de la Primera Orden. Dar a todos oportunidades iguales de alcanzar el éxito, sin importar lo bajo de sus orígenes o lo alejado de su planeta. Aquí no hay niños ricos reinando sobre los huérfanos. Ni lobistas, grupos de interés o sobornos. Nadie padece hambre, sed o muerte por exposición a los elementos. Hasta donde concierne a Cardinal, cualquiera que se opone a los obvios beneficios de la Primera Orden es un tonto. Cualquiera que haga un juramento a la Primera Orden y la traicione habrá de responderle a Cardinal.
Mira el comedor por última vez antes de dirigirse de nuevo al pasillo. Cardinal debería ir a dormir ahora por cuatro horas, pero eso no va a pasar. Sin embargo, es obligatorio que asista a su sesión nocturna de moral, que es vigilada por los oficiales de arriba. Se desliza en su cuarto, toma su lugar ante la pantalla y se relaja mientras absorbe el mensaje. Cuando era joven, le resultaba un poco aterrador mirar todas las cosas terribles que pasaban en la galaxia bajo el gobierno de la Nueva República, el caos y la tragedia causadas por terroristas y rebeldes. Ahora se siente relajado, porque sabe que la Primera Orden se elevará por encima de eso para conquistar a todos los que se le oponen. Él colabora con el entrenamiento de los troopers que lucharán por la estabilidad y confía en sus habilidades.
Cuando la sesión termina, pasa por la bahía médica de las barracas, les dice a los droides que se siente mal y tal vez necesite algunos paquetes de vitaminas y estimulantes. Él es el Capitán Cardinal, así que le dan lo que solicita sin preguntas. Toma una ruta tortuosa de regreso al piso inferior, donde lo está esperando la espía. Si ella es inteligente, no habrá intentado algo estúpido. Ya debe saber que es tonto resistirse a él y al poder que representa. Nadie puede desafiar a la Primera Orden y sobrevivir. A pesar de su naturaleza obviamente rebelde, ella tiene algo que le atrae. Cuestionarla independientemente representa una apuesta. Este interrogatorio es su primer desafío dentro de la Primera Orden. Por lo menos, Iris ha cubierto sus huellas. Cualquier persona que busque en los registros encontrará una anomalía, como si la espía nunca hubiera existido o como si alguien más hubiera alterado los registros. Es una jugada arriesgada y tal vez errónea. Sin embargo, para él representa su último intento. Tiene una oportunidad de eliminar el cáncer que representa la Capitán Phasma y está dispuesto a apostar a que su jugada rendirá frutos. Esta espía… ella sabe cómo acabar con Phasma.
¿La espía podría estar jugando con él sólo para seguir viva? Tal vez. Pero la programación de Iris fue escrita para detectar mentiras, lo que ayuda con los reclutas más jóvenes. Hasta ahora, Vi cree en la historia que está contando. Él necesita forzarla a tropezar y ver cómo reacciona. Pero también obtendrá más si ella piensa que le simpatiza o que la cree inocente, de modo que no puede presionarla demasiado.
Casi se siente como una traición: mostrar que se empatiza con una espía de la Resistencia, pero lo que él está haciendo es por servir a la Primera Orden. Si Phasma es una mala semilla, él tiene el deber de ayudar a que sus superiores lo vean, extirparla antes de que algo peligroso eche raíces. De alguna manera, han pasado por alto lo que él ha visto todo el tiempo. Tal vez si Brendol estuviera vivo, la habría atrapado. Es una pena con Armitage. Él nunca le agradó al Hux más joven, que sin embargo sí es muy cercano a Phasma. Pero Cardinal va a cambiar eso. O por lo menos es lo que se dice a sí mismo.
El turboascensor se abre. Sale al pasillo oscuro, odiando la falta del orden y la limpieza que son omnipresentes en todos los demás lugares del Absolution. Este piso inferior… bueno, evidentemente le han asignado sus usos, pero no representa las mejores partes de la Primera Orden. Cardinal sólo conoce este cuarto en particular porque fue testigo de varios interrogatorios hechos por Brendol hace años, también en secreto, y él duda que muchos otros lo hayan visto o que sepan que existen lugares como este. Ni siquiera los troopers asignados a las tareas de limpieza tienen asignadas labores en estas profundidades del gigantesco destructor estelar.
Se queda parado fuera del cuarto, con las provisiones en la mano, tratando de contener sus emociones. Tiene que mantener el control pero debe parecer alegre y mostrar simpatía. Tiene que parecer amenazador pero mantenerla contenta, hacer que siga hablando. No puede perder el control y herirla… demasiado. Y tiene que adentrarse en el meollo del asunto rápido, antes de que Armitage y Phasma lleguen a la nave y empiecen a preguntar dónde ha estado Cardinal. Él necesita evidencia física y real. Nadie daría más valor a la palabra de una espía de la Resistencia contra una guerrera probada y capitán de la guardia de la Primera Orden, sobre todo si se trata de la alabada Capitán Phasma.
No deja de percibir la ironía. Cardinal está rompiendo las reglas de la Primera Orden para deshacerse de la Capitán Phasma por romper las reglas de la Primera Orden. Pero él no lo está haciendo por beneficio personal, ni porque quiera una promoción, una recompensa o poder. Lo está haciendo porque ella tiene el potencial para destruir lo que él más ama, y debe detenerla.
Tiene que obtener las respuestas que necesita. De lo contrario… De lo contrario él también es un traidor.