
TREINTA Y SIETE
EN EL ABSOLUTION
VI MIRA LA CARA DE CARDINAL MIENTRAS TERMINA EL RELATO. El trooper tiene la barbilla sobre su puño y mira hacia la nada, con la boca fruncida.
—Me estás diciendo que lo pintaron con bálsamo hecho de su propio…
—Ambos lo hicieron. Así es como llegaron a unirse a los scyres. Ella sacrificó a sus padres y su familia para sobrevivir.
Cardinal sacude la cabeza y se levanta.
—Pero amaba a su hermano. Vengó su muerte matando a Brendol. Tiene… algo de sentido.
Vi se echa hacia atrás en su asiento, finalmente capaz de sostener su cabeza, y ríe con propiedad.
—Oh, ¿eso es lo que estaba haciendo cuando asesinó a Brendol? ¿Vengar a su hermano? Qué divertido. Pensaba que se estaba deshaciendo del único testigo que conocía su verdadero pasado en Parnassos. Que sabía lo lejos que llegaría para sobrevivir y tener éxito. ¿Protestó cuando Brendol masacró a su pueblo? ¿Pidió paz o levantó la voz por sus guerreros? ¿O lo consideró una manera limpia de empezar su nueva vida con la Primera Orden? Es la misma manera en que se unió a los scyres. Hizo un sacrificio, cortó todas sus ataduras y juró lealtad al clan más fuerte.
Él agita una mano entre ellos como para borrar lo que ha escuchado.
—Esto no me ayuda. Tan sólo porque esté convencido de que es una traidora no significa que eso les importe a mis superiores. Obviamente no es así.
Vi pone sus manos en la mesa y trata de levantarse, pero sus piernas no están listas aún para sostener su peso. Se sienta de nuevo con un sonido sordo y bebe algo más de caf, esperando vigorizar su cuerpo antes de que la movilidad se convierta realmente en un problema. Se ha quedado sin historias, y ambos lo saben.
—Entonces son tontos. La gente no cambia. Phasma siempre será esa pequeña niña con el cuchillo, la Arratu usurpadora con la espada, la asesina con cara de piedra que casualmente echa un escarabajo en la ropa del hombre que la salvó.
—Una vez más: de acuerdo con esta historia, Phasma no hizo nada para traicionar a la Primera Orden. Entonces, ¿por qué la dejaste para el final?
—Es importante —dice ella cuidadosamente—, porque de todas las historias que escuché en Parnassos, y no te conté todas, sólo las que pensaba que resonarían personalmente, esta es la que más escalofríos me dio. Porque deja en claro que no puedes ganar contra Phasma. Ni tú ni nadie. Nadie irá tan lejos como ella para sobrevivir.
—
Aunque no convencerá a sus superiores, Cardinal sabe que Vi tiene razón. Aun siendo huérfano, él nunca recurriría a medios tan duros y crueles para sobrevivir. Hay que pensar que, de adolescente, ella dejó incapacitado a propósito a su hermano con un cuchillo y miró morir a sus padres, luego… pintó su cuerpo con lo que quedaba de ellos para cimentar su siguiente lealtad. Cuando aceptó ese bálsamo, se convirtió en un scyre. Y él ya sabe lo que le pasó al Scyre. Armitage cree que tiene un sabueso de Kath con una correa, pero lo que tiene es un rancor esperando a que la puerta se abra. Nadie verá a la verdadera Phasma hasta el momento en que lo que quiera la Primera Orden ya no sea lo que ella quiere. Un día, y ese día se acerca, Phasma los traicionará a todos. Tal como lo hizo con su familia, y como lo hizo con los scyres.
Su lealtad no significa nada. Nada, excepto que el propio Armitage aún no ha recibido una cuchillada en la espalda.
Cardinal es el único que lo sabe. Y es el único que puede detenerla.
—
El pequeño cuarto de interrogación, o cualquier clóset para lo que se le construyó, de pronto se siente muy pequeño y cercano. Cardinal puede percibir que los olores corporales de la espía empeoran, junto con el hedor perdurable de cualquier parte de ella que haya quedado frita por el choque eléctrico.
No dejará que lo sepa, pero ya no duda de ella. En absoluto. Sabe que Vi tiene razón, que todo lo que ha dicho es verdad. Todo embona demasiado bien para ser una historia inventada para salvar el pellejo.
Iris emite un pitido y él revisa su intercomunicador. Casi es hora.
—Última oportunidad. ¿Hay alguna prueba real? —pregunta él—. Tu tiempo se acabó y la asamblea no esperará.
Vi tamborilea brevemente con sus dedos sobre la mesa y asiente.
—En realidad hay algo más. Pero necesito que permanezcas tranquilo. Voy a alcanzar un bolsillo oculto en mi chamarra y a sacar lo que parece un cuchillo muy aterrador.
—¿Qué es?
—Es un cuchillo muy aterrador. Pero no voy a usarlo. Voy a ponerlo sobre la mesa, con auténtica suavidad, y luego voy a poner mis manos detrás de mi cabeza. Si puedo. No vas a perder tu compostura y definitivamente no vas a tocar la hoja de alguna manera que pudiera cortar a uno de los dos. Porque recuerda: está envenenado.
Cardinal exhala de una manera que parece decepción, en parte porque él y sus hombres la revisaron y pasaron por alto un cuchillo, y en parte porque él la tenía en un estándar más elevado y de alguna manera esperaba que fuera honesta acerca de un cuchillo oculto mientras la estaba torturando en una nave enemiga. Ella sólo se encoge de hombros.
—Soy parte de la Resistencia. Por supuesto que me iba a resistir. ¿Lo quieres o no?
Él saca su bláster y lo mantiene bajo, apuntando al estómago de ella. Vi mira al techo como para decir: «¿No vamos a pasar de esto?».
Como respuesta, él también mira al techo.
—No porque estemos en el mismo lado de esta discusión significa que estamos en el mismo lado de esta pelea. Ahora dame el chuchillo. Deprisa. Mi tiempo se acaba.
Ella le sonríe y con gran lentitud lleva la mano al bolsillo interior de su chamarra.
—Ahora voy a usar dos manos —advierte ella.
Para ser honesto consigo mismo, no está preocupado. Ella no puede levantarse, apenas puede elevar sus brazos. Cualquier cosa que tenga allí… bueno, pudo usarla contra él en cualquier momento desde que la desató, y no lo hizo. No ha acariciado mucho ese bolsillo. Así que él asiente y espera, con su bláster listo.
Se necesita un tirón, pero Vi saca una pieza de armadura moldeada, la pone sobre la mesa y la abre. En cuanto los lados se separan, ella se aleja de la mesa con las manos sobre la nuca, tal como lo prometió. Allí, en la mesa, está exactamente lo que describió: un cuchillo muy aterrador.
Es más o menos de la longitud de su mano y está hecho de piedra tallada. La hoja se encuentra recubierta con un polvo descascarado y oxidado, salpicado con puntos verdes grisáceos. La empuñadura está envuelta en piel teñida con un rico color castaño debido al sudor y la sangre. Es una cosa perversa, áspera, poco elegante, hecha para crear agujeros que no puedan cerrar apropiadamente.
—Este es uno de los cuchillos de Phasma. El que puso en la pierna de su hermano, en el pecho de Balder, y así sigue la historia. Siv lo guardó durante la batalla con los claws; ella era así de rápida.
—¿Puedo? —pregunta Cardinal, y Vi inclina su cabeza.
—Tú eres quien dirige el espectáculo. Tómalo. Por favor. Pero prométeme que me contarás qué cara pone Phasma después de que lo vea. Como si se le apareciera un fantasma particularmente vengativo, supongo.
Cardinal vuelve a poner su bláster en su lugar y levanta el cuchillo con cuidado por la empuñadura. Recuerda la parte de la historia en la que Phasma usaba venenos basados en los líquenes de Parnassos. Él está muy seguro de que los droides médicos podrían identificar y neutralizar el veneno, pero no se siente inclinado a apostarlo.
—Nadie ha visto su cara —dice él con suavidad—. Yo nunca lo he hecho. Nadie que conozca lo ha hecho. Ella tiene su propio cuartel, como yo, y nunca come con sus tropas.
—¿Nunca nadie se ha preguntado lo que está ocultando?
Cardinal levanta la vista y la mira a los ojos.
—Yo siempre lo he hecho. Supongo que ahora lo sé.
Vi mira la puerta con ansiedad.
—¿Qué hay de eso? ¿Vas a hacer bueno nuestro trato?
Él niega con la cabeza.
—Aún no es suficiente. Tú lo sabes.
—Entonces, ¿vas a matarme?
Su cara se arruga con disgusto.
—No quisiera.
Y honestamente no lo quisiera. Pero…
Vi está sonriendo.
—Pareces muy feliz de morir —observa él.
—Tengo una cosa más. Prométeme de nuevo que me dejarás ir si te la doy.
Sintiéndose tan exasperado como con sus más nuevos y jóvenes reclutas, Cardinal suspira.
—Los términos no han cambiado. Me das evidencia, te dejo ir. Es definitivamente la última oportunidad.
—Voy a meter de nuevo la mano en mi chamarra.
Mientras ella saca otra pieza de armadura de su gruesa chamarra, Cardinal toma nota de que necesita entrenar mejor a sus hombres para buscar objetos no metálicos y retirar todas las prendas exteriores de los prisioneros. Cuando Vi abre la pieza de armadura, Cardinal no puede evitar una sonrisa.
Es una caja de muestras de plastoide transparente. En el interior hay un escarabajo dorado brillante, todavía vivo.
—No vas a querer abrir esto —advierte Vi—. He visto a estos tipos dedicarse a lo suyo, y no es bonito. Lanzas un poco de agua a la arena y de pronto hay mil de ellos.
Cardinal levanta el escarabajo y siente que su corazón vuela. Por fin. Por fin tiene evidencia concreta. Si puede llevar este escarabajo a la reunión, todo lo que necesita hacer es darlo a los droides médicos, quienes confirmarán que el escarabajo contiene la misma firma química que mató a Brendol.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —Vi toma un sorbo de caf y lo mira. Ella tiene un aspecto un poco mejor, ya no está tan deshidratada. Tal vez el tiempo que pasó inconsciente le dio algo de descanso. Cardinal se siente un poco mal por eso: la expuso a choques eléctricos un poco más fuertes de lo que quería. Pero los ojos de ella, dorados y duros, no parpadean tanto como debieran. Qué extraño que se sienta juzgado y que no quiera decepcionar a esta pieza de basura espacial que espía para su enemigo.
No importa. Ya es hora. Ella le ha dado lo que necesita. No puede dejar esperando al General Hux, la Capitán Phasma y los otros oficiales de alto rango. Cardinal se pone de pie y se coloca su casco. Es más fácil cuando Vi no puede ver su cara.
Vi se incorpora en su asiento con un gruñido y frunce el ceño en dirección de él.
—Voy a confrontar a Phasma —dice él, al final—. A mostrarle el cuchillo y el escarabajo. Enfrente del General Hux y los demás oficiales.
Ante eso, los labios de Vi forman una sonrisa.
—Buena suerte. En lo personal, espero que la destruyas por completo.
Eso le gana una risita.
—Gracias. —Con cuidado, él recoge el cuchillo y lo desliza en su funda, detrás de su bláster. La caja de muestra del escarabajo va a una de las cajas de municiones en su cinturón.
En la puerta, él se da vuelta y toma la primera de muchas decisiones que podrían deshacer todo aquello por lo que ha trabajado tanto. Todos esos años apenas sobreviviendo en Jakku. Y luego los años de lucha por adecuarse a los ideales de la Primera Orden, sometido a pruebas constantes y programación bajo el entrenamiento de Brendol. Años de ascender entre las filas, luchando en las simulaciones, superando a sus compañeros y desafiándose a sí mismo para alcanzar el éxito. Todo por lo que ha trabajado… bueno, todo cambia aquí, ¿o no?
—Voy a dejar la puerta sin seguro y llevaré a Iris conmigo. Cuenta hasta mil y luego… haz lo que desees.
Vi eleva una ceja.
—¿Hago lo que desee?
—Escapa si puedes, duerme si no tienes otra opción, muérete aquí si te parece más fácil. Si alguien te atrapa, les diré que te encontré en mis rondas, que me superaste y escapaste. Diablos, a lo mejor les digo que tienes poderes de la Fuerza. Te cazarán con rencor extremo, pero no será mi culpa. Ni mi problema.
—Hay otra opción —dice ella.
Eso le llama la atención. Está a punto de teclear el código para abrir la puerta; en cambio se da vuelta para verla.
—Deserta. Escapa conmigo. Únete a la Resistencia, o por lo menos toma su dinero por alguna información secreta y huye. Te darán perdón absoluto. Si no puedes hacer eso, aún puedo ayudarte a escapar de la nave y llegar al planeta del Anillo Exterior que gustes. No tienes que estar del lado perdedor.
Por un solo momento, él lo piensa, pero entonces las últimas palabras lo golpean como una bofetada.
—No estoy del lado perdedor. Tú sí. Buena suerte huyendo de la nave.
Sin decir otra palabra, Cardinal teclea el código y sale al pasillo mientras Iris flota a su paso. No mira a Vi mientras la puerta se desliza para cerrarse. Ya no le preocupa. Tiene todo lo que necesita de ella. La verdad, el conocimiento, el escarabajo. Y este cuchillo.
Ella podría estar en el lado equivocado, pero él está de acuerdo con la espía de la Resistencia Vi Moradi en una cosa: Cardinal va camino a mostrar a Phasma el cuchillo y él sólo desea ver su cara.