67

Zona Verde de Bagdad, Irak

Era la primera vez que Blackburn estaba en la Zona Verde de Bagdad, y no es que viera demasiado de ella, llevando los ojos tapados como los tenía. ¿Cuál era el propósito?, le preguntó al policía militar que cambió sus bridas de plástico por unas auténticas esposas de metal.

—El propósito, hijo, es que eres un espía. Y no nos gusta que los espías vean cosas que no tienen que ver.

Un espía. Y un asesino.

Habían encontrado el cuerpo de Cole tras excavar toda la noche, y gran parte del día siguiente, a través de los escombros, los restos del chalet y el interior del búnker, hasta que dieron con él. El patólogo de campo le extrajo la bala y el equipo forense tardó menos de treinta minutos en confirmar que las marcas que presentaba coincidían con las de otros disparos efectuados con el M4 que le habían confiscado a Blackburn. Y solo para asegurarse, sacaron las huellas del rifle y solo encontraron las de su propietario.

Chester Hain Jr. era un animal muy diferente a su subordinado, Wes. Hain tenía el aspecto de un ciudadano de la costa Este, de buena cuna y educado en una prestigiosa universidad de la Ivy League. A lo que había que añadir el comportamiento de un americano que había vivido en el extranjero lo suficiente como para haber aprendido a mezclarse con la gente y no llamar tanto la atención, lo que resultaba muy práctico en su trabajo. Tenía una mirada lejana en los ojos, que Blackburn supuso que estaría causada por una vida tratando de leer entre líneas. Tal vez pudiera leer entre líneas lo que Blackburn había decidido contarle.

Ahora no tenía nada que perder.

—¿Podría hablar con usted a solas, Señor?

Chester Hain Jr. miró al hombre al que Blackburn conocía como Wes, que nunca se había presentado a sí mismo, y que estaba masticando un chicle y haciendo globos de una forma que la madre de Blackburn le había enseñado a evitar antes incluso de ir al colegio.

—¿Wesley? —Hain hizo un gesto señalando la puerta. Wes dejó de mascar, cerró su ordenador con una firmeza que delataba su humillación y se marchó sin decir palabra.

Súbitamente la atmósfera de la habitación fue menos agobiante, como si menos gente estuviera inhalando y exhalando el aire que Blackburn respiraba.

Hain llenó dos vasos de agua de una botella y empujó uno hacia Blackburn.

—Uno se queda seco en estos lugares. Debe mantener alto el nivel de líquido como lo hacía cuando patrullaba, ¿de acuerdo?

Había algo casi paternal en sus maneras. Blackburn tomó el vaso de agua con las dos manos, obligado por las esposas, bebió su contenido de un trago y volvió a dejar el vaso sobre la mesa de metal gris que les separaba.

—¿Puedo empezar?

Hain se cruzó de brazos.

—Dispare.

Había imaginado que al menos tendría un ordenador o un cuaderno para tomar notas. Pero Hain simplemente se recostó en su silla con el mismo interés de un cliente al que un vendedor le explica las opciones de su Buick.

Blackburn describió cada detalle que pudo recordar, desde el momento en que vio a Dima. Repitió su conversación palabra por palabra, cómo habían compartido lo que sabían de Solomon y lo que significaba para Dima. Relató el desplome de la viga y cómo Dima había luchado para salvarle, a pesar de que su arma y el cuchillo estaban al alcance de Blackburn. Y entonces llegó a la aparición de Cole. Le contó a Hain todo, desde la reacción de su oficial superior respecto a Harker, hasta el descubrimiento de la cámara acorazada y la muerte de Bashir.

—Creo que Cole me estaba probando, Señor. Trataba de demostrar su creencia de que yo no era lo suficientemente hombre para ejecutar al que él creía que era el enemigo.

Blackburn pensaba que la cosa estaba yendo bien. Hain apenas había parpadeado mientras le escuchaba, ni tampoco había desviado la mirada en todo el tiempo o cambiado de posición. Su inmovilidad parecía actuar como un campo de fuerza, absorbiendo los detalles referidos por Blackburn a mayor velocidad de la que tardaba en procesarlos. Sin embargo él ya había renunciado a intentar medir sus palabras. Estaba acabado. Lo mejor que podía esperar era algún tipo de reconocimiento por su voluntaria cooperación después de que le dijeran lo de la bala de Cole.

Cuando Blackburn terminó de hablar, Hain le miró durante unos segundos más.

—Gracias por ser tan ingenuo, Henry.

Y luego suspiró.

—El hecho es que hay dos problemas en lo que me ha contado. Uno son las ADM. Hemos hecho un análisis. El dispositivo que recuperó parece ser algún tipo de juguete trampa. No hay material de fisión. Quienquiera que lo vendiera debía de ser algún tipo de estafador.

Hain hizo una pausa para que Blackburn pudiera asimilarlo. Entonces se inclinó hacia delante y juntó las manos sobre la mesa como si se dispusiera a rezar.

—El otro problema que tiene es que la Federación Rusa acaba de enviar una orden de arresto internacional contra Dima Mayakovsky, buscado por el robo de armamento del gobierno ruso.

Se puso en pie y se dirigió hacia la puerta.

—Mató al tipo equivocado, Henry.