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Viernes Santo, 21:45 horas
El tráfico se movía a paso de tortuga por la avenida Cottman. Byrne estaba a medio kilómetro de la casa de Jessica. Intentó atajar por algunas bocacalles, pero las encontró bloqueadas por ramas de árboles y cables de la luz, o había demasiada agua para poder pasar.
Los coches se introducían cautelosamente en las zonas inundadas de la carretera, con el motor prácticamente en punto muerto. Cerca ya de la calle de Jessica, Byrne notó que su migraña alcanzaba el clímax. Un fuerte pitazo le hizo agarrarse al volante con fuerza: había estado conduciendo con los ojos cerrados.
Tenía que dar con Jessica.
Aparcó el coche, comprobó el arma y se bajó.
Estaba ya a sólo unas manzanas de su casa. La migraña experimentó otro subidón al volverse el cuello para protegerse del viento. Mientras combatía las ráfagas de lluvia, fue consciente de que…
Está en la casa.
Cerca.
No cree que haya invitado a nadie. La quiere toda para sí. Tiene planes para ella y su hija.
Cuando el otro se acercó a la puerta de la casa, sus planes sufrieron…