36
Martes, 21:50 horas
La escena alrededor del Museo Rodin era una auténtica locura. Simon merodeaba detrás de la multitud congregada y se mezcló con la plebe. ¿Qué era lo que atraía a los ciudadanos normales a arremolinarse en torno a las escenas de dolor y de caos cual moscas alrededor de un montón de estiércol?, se preguntó.
Debería hablar, pensó con una sonrisa.
Sin embargo, como saliendo en su propia defensa, decidió, a pesar de su inclinación a lo horroroso y su predilección por lo morboso, aferrarse a una migaja de dignidad, a ese bocado de grandeza con respecto al trabajo que hacía, y al derecho del público a conocerlo. Le gustara o no, él era periodista.
Se abrió paso con dificultad hasta la parte delantera de la multitud. Se subió el cuello, se puso sus gafas de sol y se despeinó el pelo sobre la frente.
La muerte estaba aquí.
Y también Simon Close.
Pan con mermelada.