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Martes, 21:45 horas
Jessica estaba sentada en el camino de entrada a su casa; el agotamiento estaba empezando a pasarle factura. La lluvia aporreaba el techo del Cherokee. Pensó en lo que le había dicho Nick. Le pasó por la cabeza que tal vez no había captado el mensaje. La conversación después de formarse el grupo especial de trabajo habría empezado así: Mira, Jessica, esto no tiene nada que ver con tu experiencia como detective…
Esa conversación no tuvo lugar nunca.
Apagó el motor.
Y ¿qué habría querido contarle Brian Parkhurst? No le había dicho que quería contarle lo que había hecho, sino más bien que había unas cosas sobre estas chicas que ella necesitaba saber.
¿Cómo qué?
¿Dónde se habría metido?
Si veo a alguna otra persona allí, me voy.
¿Se habría dado cuenta de que Nick Palladino y John Shepherd eran de la poli?
Le parecía poco probable.
Se bajó del Jeep, lo cerró y se dirigió corriendo hacia la puerta trasera de su casa, metiendo los pies en todos los charcos que había. Estaba completamente empapada. Le pareció como si hubiera estado empapada toda su vida. La luz del porche trasero se había fundido hacía unas semanas, y mientras buscaba nerviosamente la llave de la casa se reprendió por enésima vez por no haber puesto una bombilla nueva. En lo alto, crujían las ramas del arce moribundo. Desde luego, había que podarlas antes de que acabaran invadiendo las ventanas de la casa. Estas cosas habían corrido generalmente a cargo de Vincent, pero Vincent no andaba por allí, ¿o sí?
Céntrate, Jess. Ahora eres papi y mami a la vez, además de cocinera, remendona, jardinera, conductora y tutora.
Con la llave por fin en la mano, estaba a punto de abrir la puerta trasera cuando oyó un ruido por encima, una plancha de aluminio que gemía, crujía y se retorcía bajo un peso enorme. También oyó las pisadas de unos zapatos con suelas de cuero y vio una mano que se acercaba a ella.
Saca el arma, Jess…
Tenía el Glock en el bolso. Primer mandamiento: nunca guardes el arma en el bolso…
La sombra tomó forma de un cuerpo. El cuerpo de un hombre.
Un cura.
El cual le sujetó el brazo con fuerza.
Y tiró de ella hacia el interior de las tinieblas.