50.000 PESOS
El éxito de la operación elevó la moral de las tropas y los servicios de inteligencia recomendaron la intensificación de los infiltrados, así como nuevas campañas de propaganda contra los rojos que habían invadido Bolivia.
Y las emisoras de radio lanzaron toda suerte de noticias falsas sobre las operaciones del ejército.
Parte de la guerra psicológica se llevó a cabo desde el aire, con la distribución de miles de octavillas en las que se ofrecía una recompensa de 50.000 pesos bolivianos para aquel que proporcionara pistas sobre la guerrilla y, en especial, sobre el Che.
Las denuncias llegaron a decenas.