UNA CAMISA BLANCA
Y el capitán y Honorato acordaron también que éste debería vestir una camisa blanca. Eso le distinguiría de los comunistas.
Una vez llegados al cauce, Honorato tendría que buscar una excusa para regresar a su casa. Del resto se ocuparían los soldados.
Y poco antes del amanecer, la fuerza del capitán Mario Vargas tomó posiciones entre las rocas y la maleza, a escasos metros del lugar por el que tenían que vadear los guerrilleros.
El lugar es conocido como vado del Yeso, a un kilómetro y medio de Puerto Mauricio y a 60 al sureste de Vallegrande.
A la hora convenida, los rojos se presentaron en los dominios de Honorato. Y Joaquín pidió al campesino que, una vez cruzado el río, buscara sal para preparar una vaca.
—Lo haré —respondió Honorato—. Buscaré la sal en el pueblo de Arenales.
Era la excusa que necesitaba nuestro hombre.
Honorato señaló el vado por el que debían cruzar y recomendó que lo hicieran todos juntos.
—Ellos —declaró el campesino— querían pasar de uno en uno. Les dije que no. Eso demoraría mucho. Aceptaron.