36 La primera guerra mundial

La primera guerra mundial —«la Gran Guerra» como se conoció en su época— fue un cataclismo que destrozó el corazón de Europa, destruyendo una generación de hombres jóvenes y plantando la semilla de conflictos posteriores.

Hasta las razones del estallido de la guerra han sido tema de debate entre los historiadores. Algunos señalan las rivalidades imperiales e industriales, otros las contradicciones dentro del sistema capitalista, unos terceros el sistema polarizado de alianzas militares, y finalmente algunos más una sucesión de accidentes y consecuencias indeseados. Lo más probable es que fuera una combinación de todo eso.

El camino hacia la guerra. En 1914, las grandes potencias de Europa se habían alineado en dos grandes campos armados. Por un lado estaban Alemania, Austria-Hungría e Italia; por el otro Francia y Rusia, que también habían cerrado «ententes» informales con Gran Bretaña. Gran Bretaña, la potencia mundial dominante durante el siglo XIX, veía cada vez más a Alemania como su mayor rival industrial, imperial y militar, y desde 1903 estaban inmersos en una carrera de armamento naval.

En 1871 la recién unificada Alemania, después de derrotar a los franceses, se anexionó las provincias de Alsacia y Lorena. Lo que temía Alemania por encima de todo era verse rodeada por potencias hostiles. Ahora se enfrentaba a Francia en el oeste, ansiosa por recuperar las provincias perdidas, y a Rusia, aliada de Francia, en el este. Desde mediados del siglo XIX, Rusia había reclamado el liderazgo de los pueblos eslavos de Europa oriental, en especial de los volátiles Balcanes. Aquí, Rusia se enfrentaba a Austria, aliada de Alemania, que controlaba Eslovenia y Croacia, y que en 1908 se anexionó Bosnia-Herzegovina. Rusia también se sentía alarmada por el apoyo material y militar que Alemania estaba dando a Turquía, su enemigo tradicional en los Balcanes.

«Si vuelve a estallar otra guerra en Europa, será el resultado de alguna condenada estupidez en los Balcanes».

Otto von Bismarck, canciller de Alemania hasta 1890.

Fueron los Balcanes donde se encendió la mecha. El 28 de junio de 1914 el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austríaco, fue asesinado por un nacionalista serbio en Sarajevo, la capital de Bosnia. Austria acusó a Serbia, el aliado más firme de Rusia en los Balcanes, y lanzó un ultimátum amenazador. Serbia apeló a Rusia que, siguiendo la declaración de guerra de Austria contra Serbia el 28 de julio, empezó a movilizar su gran ejército. La movilización de Rusia fue el detonante para que Alemania activase su Plan Schlieffen, una estrategia para evitar una guerra en dos frentes. El plan implicaba desencadenar un golpe demoledor contra Francia mediante un ataque sorpresa a través de la Bélgica neutral, antes de que Rusia pudiese completar su movilización. Por eso, de acuerdo con el Plan Schlieffen, el 1 de agosto Alemania declaró la guerra a Rusia, y el 3 de agosto le declaró la guerra a Francia. Al día siguiente las tropas alemanas entraron en Bélgica, provocando que Gran Bretaña —que había garantizado la neutralidad belga— declarase la guerra a Alemania.

Cronología

Conflicto global. Todos los participantes esperaban que la guerra hubiera acabado para las Navidades. No iba a ser así. La lucha en el frente occidental fue al principio relativamente móvil, y en el frente oriental siguió siéndolo. Pero después de detener franceses y británicos el avance alemán hacia París en el Marne en septiembre, las dos partes empezaron a atrincherarse, y en octubre se vigilaban desde líneas de trincheras enfrentadas que se extendían desde el mar del Norte a la frontera suiza, sin que ninguno de los contendientes fuera capaz de realizar una ruptura decisiva. Con el ejército ruso totalmente movilizado, los alemanes se enfrentaban ahora a su peor pesadilla: una guerra en dos frentes.

«Es más fácil hacer la guerra que hacer la paz».

Georges Clemenceau, primer ministro francés, en un discurso, julio de 1919.

Por supuesto, había más de dos frentes en el conflicto, justificando su consideración de «guerra mundial». En el frente occidental, los alemanes se enfrentaban a los ejércitos de Bélgica, Francia, Gran Bretaña y su imperio, y, hacia el final, EE. UU. En el frente oriental, los rusos combatían a los alemanes en el norte, y a los austríacos en Galitzia y en los Cárpatos. En los Balcanes, Serbia (con un apoyo limitado de Francia y Gran Bretaña) luchaba contra Austria y, desde 1915, Bulgaria. Italia, que se había mantenido al margen en 1914, se unió a los Aliados (Gran Bretaña, Francia, Rusia, etc.) en 1915 con la promesa secreta de recibir territorios austríacos en el norte, lo que abrió otro frente. Turquía se unió a las Potencias Centrales (Alemania y Austria) en octubre de 1914, y un intento aliado de sacarlo de la guerra con la invasión de la península de Gallípoli en 1915 fue un fracaso sangriento. También se luchó en Oriente Medio, en el Cáucaso y en África. Uno de los teatros de operaciones más importantes fue el océano Atlántico y el mar del Norte, donde Gran Bretaña usó su superioridad naval para bloquear Alemania; por su parte, Alemania desarrolló con éxito una campaña submarina contra los barcos aliados.

Punto muerto y matanza

Durante cuatro años las fuerzas enfrentadas estuvieron cara a cara en el frente occidental. Los generales soñaban con la gran ruptura, cuando la artillería abriera un gran pasillo en las defensas enemigas por el que pudiera cargar en masa la infantería —e incluso la caballería—, llevándoselo todo por delante. Los intentos para lograr semejante ruptura, en ofensivas que duraban semanas o meses, casi siempre acabaron en un fracaso o en el mejor de los casos en avances de uno o dos kilómetros, con el coste de cientos de miles de bajas. Sólo en el primer día de la batalla del Somme, el ejército británico perdió a 20 000 hombres.

La tecnología militar de la época favorecía a los defensores, que se podían proteger de los bombardeos de la artillería en trincheras profundas y búnkeres de hormigón, y después destrozar a los atacantes con ametralladoras de fuego rápido cuando quedaban atascados en el barro y las alambradas de espinos en tierra de nadie. Hacia el final de la guerra, tácticas y armas nuevas —como los blindados y la aviación— empezaron a romper el punto muerto. Pero la matanza había llegado a una escala inimaginable: en la lucha murieron unos 9,8 millones de hombres, más muertos en batalla que en cualquier otro conflicto anterior o posterior.

La extensión de la campaña submarina alemana contra barcos neutrales fue esencial para provocar la participación de EE. UU. en la guerra en 1917. Los americanos sentían una aversión tradicional a implicarse en problemas en el extranjero, pero cuando se unieron a los Aliados su enorme capacidad industrial y sus reservas humanas hicieron que la victoria aliada fuera casi inevitable. Ésta se produjo el 11 de noviembre de 1918, cuando se firmó un armisticio. Rusia, después de la revolución bolchevique de 1917, había cerrada una paz por separado con Alemania. Pero en 1918 esta última —con sus recursos exhaustos, su población muriendo de hambre y con el estallido de motines en las fuerzas armadas— estaba cerca del colapso.

Los vencedores no fueron magnánimos. Los términos del tratado de Versalles impuesto a Alemania en 1919 eran punitivos y crearon resentimientos que cimentaron el auge del nazismo. Lejos de ser «la guerra que terminase con todas las guerras» como esperaban muchos, la primera guerra mundial resultó ser simplemente el primer acto de un conflicto global que se reiniciaría veinte años después, con el coste de muchas más vidas.

La idea en síntesis:
una guerra innecesaria, librada a una escala sin precedentes

Cronología