19 Los viajes de descubrimiento

«Descubrimiento» es un término muy relativo y eurocéntrico en el contexto de la historia de las exploraciones. Las tierras que personajes como Vasco de Gama, Colón y Caboto «descubrieron» ya estaban habitadas por otros pueblos, lo único es que los europeos no habían estado allí antes. Aun así, estos «descubrimientos» iban a tener profundas consecuencias tanto para los descubridores como para los descubiertos, y para el mundo en su conjunto.

Los grandes viajes de exploración en los que se embarcaron los navegantes europeos a partir de mediados del siglo XV habían tenido precedentes. Durante miles de años, ya los polinesios habían atravesado miles de millas del océano Pacífico en su frágiles canoas para colonizar islas muy lejanas. Hacia finales del siglo IX d. C., los vikingos habían establecido una colonia en Groenlandia, y en el año 1000 Leif Eriksson fundó un asentamiento en el noroeste de América del Norte, posiblemente en Newfoundland o en Maine. Por la misma época, mercaderes árabes habían establecido puestos comerciales en la costa oriental de África, y a principios del siglo XV el almirante chino Zheng He también había alcanzado África oriental, Arabia, la India y las Indias orientales. Pero ninguno de estos viajes tuvo el impacto duradero del «descubrimiento» de América por los europeos.

Alrededor del cabo. Los primeros viajes de exploración europeos no se emprendieron para aumentar el conocimiento científico. El motivo principal era comercial, en especial el deseo de conseguir una parte del extremadamente valioso comercio de especias. Las especias tenían su origen en las Indias (como se conocía al sur y el sureste de Asia), y llegaban a Europa a través de rutas terrestres largas y difíciles que atravesaban Asia central y Oriente Medio. La disolución del imperio mongol y la expansión de los otomanos en el siglo XIV hicieron estas rutas más problemáticas. La pequeña pero poderosa República marítima de Venecia controlaba el comercio de Oriente Próximo a través del Mediterráneo hacia Europa, y esto motivaba que sus rivales comerciales buscaran rutas alternativas.

«Las encías de… algunos de nuestros hombres se inflamaron, de manera que no podían comer bajo ninguna circunstancia y por eso murieron».

Antonio Pigafetta, que acompañó a Fernando de Magallanes en la primera circunnavegación del mundo, describe los efectos del escorbuto.

El reino de Portugal, situado en el Atlántico, tomó la delantera en gran medida gracias al impulso de Enrique el Navegante (1394-1460), hijo menor del rey Juan I. El príncipe Enrique estableció una escuela de navegación, impulsó la colonización de Madeira y de las Azores, patrocinó una serie de viajes de exploración por la costa occidental de África, donde se estableció una serie de puestos comerciales. Todo esto fue posible por el desarrollo de barcos de vela más adecuados para mar abierto que las galeras a remo del Mediterráneo, y por nuevas ayudas a la navegación, como el compás magnético (usado primero por los chinos y después por los árabes), el cuadrante y el astrolabio.

El patrocinio de los exploradores por parte del príncipe Enrique fue seguido después de su muerte por el rey Juan II de Portugal. Bajo sus auspicios, en 1488 Bartolomeu Dias dobló el cabo de Buena Esperanza en la punta meridional de África, demostrando que se abría una nueva ruta hacia el este. En 1498 otro navegante portugués, Vasco de Gama, dobló el cabo y después siguió por la costa oriental de África y cruzó el océano abierto hasta Calicut, al suroeste de la India. Regresó con una pequeña cantidad de especias.

Otros siguieron sus pasos, alcanzando las fabulosas islas de las Especias (las Molucas) en las Indias orientales. Las cartas que levantaron con sus complejas rutas a través de las peligrosas aguas del archipiélago malayo acabaron valiendo más que su peso en oro.

Cronología

Hacia el Nuevo Mundo. Cristóbal Colón no tenía idea de la existencia de América cuando partió hacia el oeste en 1492. Se conocía desde hacía tiempo que la Tierra era redonda, pero Colón, pensando que la Tierra era más pequeña de lo que es, creía que al navegar hacia el oste alcanzaría las Indias con mayor rapidez que circunnavegando África. De hecho, sus tres barcos tardaron treinta y tres días en llegar a las Bahamas y tal era su convicción de que había alcanzados las Indias que se refirió a sus habitantes como indios.

«Vuestra Alteza… convertirá muy pronto a nuestra santa fe a una multitud de pueblos, adquirirá grandes dominios y grandes riquezas para España. Porque sin duda en estas tierras hay gran cantidad de oro».

Cristóbal Colón, carta a su patrón, el rey Fernando el Católico, octubre de 1492.

Los orígenes de Colón son controvertidos, pero sus patronos eran Fernando e Isabel, rey y reina de una España que acababa de terminar la reconquista. Fernando e Isabel eran católicos fervientes y Colón informó que las Indias estaban llenas de paganos que se podrían convertir a la fe verdadera, y también llenas de oro. La pretensión de la Corona de Castilla sobre las nuevas tierras en el oeste se vio contestada por Portugal, de manera que mediante el tratado de Tordesillas de 1494, propiciado por el papa, América se dividió entre los dos países, con Portugal ganando Brasil y quedando el resto para España. Los ingleses también tuvieron interés en el Nuevo Mundo y en 1496 el rey Enrique VII patrocinó a un navegante italiano, Juan Caboto, que al año siguiente llegó al noreste de América del Norte.

Colonización y dominio. Pasarían otros noventa años antes de que los ingleses intentaran establecer asentamientos en América del Norte, pero más al sur españoles y portugueses aprovecharon su superioridad tecnológica frente a los nativos. Los poderosos imperios de aztecas e incas fueron pronto derrotados, su oro y plata saqueados, y los pueblos indígenas esclavizados y convertidos a la fuerza. Millones murieron a causa de enfermedades europeas contra las que no estaban inmunizados. Aunque pronto surgieron voces, como la de Bartolomé de las Casas, a favor de la protección de los indígenas, y desde el principio se inició un fuerte proceso de mestizaje entre españoles e indígenas que no se daría en la colonización inglesa de América del Norte.

Dar nombre a América

Por un golpe del destino, América no recibió su nombre de Cristóbal Colón, sino de un aventurero y mercader florentino, Américo Vespucio, que en 1499 navegó por la costa noreste de América del Sur y exploró la desembocadura del Amazonas. Colón tuvo que conformarse con dar nombre a una república suramericana, un río norteamericano, una serie de ciudades en EE. UU., un distrito federal y una provincia canadiense.

Había empezado el dominio europeo del mundo. Pero también tendría sus consecuencias. A medida que las potencias atlánticas europeas —España y Portugal, y después los Países Bajos, Gran Bretaña y Francia— crecían con la riqueza de las tierras recién encontradas, el Mediterráneo se convirtió en un escenario secundario, y las grandes ciudades comerciales italianas de Venecia y Génova entraron en decadencia. Sin embargo, no todas las importaciones del Nuevo Mundo fueron beneficiosas. Las grandes cantidades de plata que llegaron a España sirvieron para extender por toda Europa una inflación económica durante el siglo XVI. Otras importaciones, como el tabaco y la sífilis, tuvieron un efecto más insidioso sobre el bienestar europeo, provocando la muerte de varios millones de personas en los siglos siguientes.

La idea en síntesis:
los viajes de descubrimiento abrieron el escenario para la colonización europea y su dominio del mundo

Cronología