05 Alejandro Magno

En el momento de su muerte a la edad de sólo treinta y dos años, Alejandro Magno de Macedonia había conquistado la mayor parte del mundo que conocía los antiguos griegos, desde Anatolia, Siria y Egipto en el oeste hasta Mesopotamia, Persia y Asia central en el este, llegando incluso hasta la India.

La carrera meteórica de Alejandro, sus hechos de armas, su magnanimidad con los vencidos y su mente inquisitiva lo convirtieron en el arquetipo del héroe de la Antigüedad. En la Edad Media se le consideraba uno de los tres caballeros «ilustres» del mundo pagano, junto con Héctor, el legendario héroe de Troya, y Julio César.

En la actualidad, las innovadoras tácticas militares de Alejandro se siguen estudiando en las academias militares de todo el mundo.

Sin embargo, el imperio de Alejandro duró poco y después de su muerte fue dividido entre sus generales, peleados entre ellos. Aunque la unidad política resultó ser fugaz, el impacto cultural de la construcción del imperio de Alejandro fue mucho más duradero, y una nueva época helenística, que combinaba tanto elementos griegos como nativos, se impuso en el Mediterráneo oriental y Asia occidental hasta la conquista árabe casi mil años después.

El auge de Macedonia. El reino montañoso de Macedonia se encuentra al norte de las tierras griegas de Tesalia, Etolia, Beocia, Ática y el Peloponeso. Los macedonios, aunque hablaban un dialecto griego, eran vistos como extranjeros por parte de los otros griegos, entre otras razones, porque conservaban una monarquía hereditaria, en contraste con los sistemas políticos de las ciudades-estado griegas.

«A mi edad Alejandro ya era rey de muchos pueblos, mientras que yo no he conseguido nada realmente destacable…».

Julio César, citado en la «Vida de César» de Plutarco, siglo I-II d. C.

La guerra constante entre y dentro de las ciudades-estado griegas desde finales del siglo V a. C. provocó una debilidad que Macedonia fue capaz de explotar. En 359 a. C. el padre de Alejandro, Filipo II, subió al trono decidido a aprovechar la oportunidad que le ofrecía el vacío de poder en el sur. Filipo emprendió la reorganización del ejército macedonio, añadiendo caballería y una infantería ligera más móvil a las formaciones de hoplitas acorazados (infantería pesada), conocidas como falanges, que se usaban para romper la línea enemiga. Después de asegurar sus fronteras septentrionales, Filipo dirigió su atención hacia el sur, usando la diplomacia y las armas para conseguir el dominio de las ciudades-estado griegas, culminado con la victoria decisiva en Queronea en 338 a. C.

El hijo de Filipo, Alejandro, sólo tenía dieciocho años cuando mandó el ala izquierda del ejército macedonio en Queronea. Su padre ya había percibido su potencial y su ambición, y había empleado al gran filósofo Aristóteles para que fuera el tutor del joven príncipe y de sus compañeros. Fue de Aristóteles de quien Alejandro adquirió su interés por la filosofía, la medicina y la literatura, y una de sus posesiones más preciadas era la copia anotada de Homero que le había dado Aristóteles.

Cronología

Una década de conquistas. Filipo estaba planeando una compaña contra el enemigo tradicional de Grecia, el imperio persa, cuando fue asesinado en 336 a. C. Alejandro no perdió tiempo en cumplir las ambiciones de su padre. En 334 cruzó a Asia con su ejército de cerca de 50 000 veteranos, y ganó una serie de victorias contra los persas a medida que avanzaba por Anatolia, Siria, Egipto y Mesopotamia. En 331 se enfrentó al rey persa, Darío III, en la amplia llanura de Gaugamela, al norte del río Tigris. Aunque su ejército era casi el doble del de Alejandro, Darío no pudo igualar el genio militar de su enemigo, y sus formaciones fueron superadas y rotas, y él tuvo que huir del campo de batalla. Darío fue asesinado más tarde por uno de sus generales descontentos, para gran disgusto de Alejandro.

Alejandro se declaró sucesor de Darío como «rey de reyes» y avanzó a través de las provincias persas de Asia central, como Partia y Bactria, apoyándose cada vez más en soldados y administradores persas, y casándose con una princesa bactriana, Roxana. Al estar tan lejos de casa, Alejandro reconoció la necesidad de cooperar con los pueblos conquistados y adoptar sus costumbres —como dejar que lo proclamasen dios— pero los griegos y los macedonios de su ejército se sentían consternados por esta situación. Aunque los condujo en una campaña victoriosa por el valle del Indo y el Punjab, en 324 a. C. su ejército se amotinó y se negó a avanzar más hacia el este. Al regresar hacia occidente, Alejandro llegó a Babilonia, donde empezó a planificar nuevas campañas: contra Arabia y después quizá contra el poder creciente de Cartago y Roma. Pero estos planes nunca se llevaron a cabo porque en 323 Alejandro murió de fiebres después de una borrachera.

El caballo de Alejandro

Cuando Alejandro era joven había un caballo tan salvaje y brioso que nadie podía montarlo. Pero Alejandro consiguió montarlo y domarlo, dándole el nombre de Bucéfalo. Desde entonces Bucéfalo se convirtió en el caballo favorito de Alejandro, compartiendo todas las privaciones de las campañas y no dejando que nadie lo montase. A la edad de veinticuatro años Bucéfalo llevó a Alejandro en la carga de caballería decisiva en la batalla de Gaugamela, y después lo acompañó hasta la India. Allí, con treinta años, murió Bucéfalo, a causa de la edad y el agotamiento. Alejandro estaba tan orgulloso de su caballo que en su honor le dio nombre a la ciudad que fundó al este del río Indo: Bucéfala.

El legado de Alejandro. En el momento de la muerte de Alejandro, su esposa Roxana estaba embarazada, pero no existían unas reglas de sucesión claras. La leyenda dice que cuando preguntaron a Alejandro en su lecho de muerte a quién entregaba su imperio, respondió: «Al más fuerte». La lucha por el poder entre los generales de Alejandro —durante la cual asesinaron a Roxana y a su hijo— duró poco más de una docena de años y surgieron tres grandes bloques de poder. Seleuco gobernó sobre gran parte de Asia occidental, en líneas generales el equivalente al antiguo imperio persa; Antígono dominó Grecia y Macedonia; y Ptolomeo reinó en Egipto. El imperio seléucida se rompió gradualmente en una serie de reinos, y en el siglo II a. C. Macedonia y Grecia cayeron a manos romanas. En Egipto, los ptolomeos se adaptaron a la tradición local, convirtiéndose en faraones y reteniendo el poder hasta 31 a. C., cuando la famoso reina Cleopatra VII fue derrotada —junto con su amante, el general romano Marco Antonio— por Octavio, el futuro emperador Augusto, y se quitó la vida.

«De cuerpo era muy guapo y un gran amante de las dificultades… pero como placer de la mente, sólo era insaciable de gloria».

Arriano, «Anábasis de Alejandro Magno» siglo II d. C.

Sin embargo, el legado de Alejandro sobrevivió incluso a esta derrota. Por todo el imperio había fundado muchas ciudades, algunas de las cuales recibieron el nombre de Alejandría en su honor, y estas ciudades fueron ocupadas por mercaderes y artesanos griegos que extendieron la cultura de su tierra natal por todas partes, y ayudaron a fundir Oriente y Occidente en una sola esfera comercial. La más famosa de estas Alejandrías, la de Egipto, se convirtió en el centro intelectual del mundo mediterráneo durante muchos siglos, y su gran biblioteca, bajo el patrocinio de los ptolomeos, se transformó en el depósito de todas las enseñanzas acumuladas por los antiguos.

La idea en síntesis:
las conquistas de Alejandro extendieron la cultura y el comercio griegos por un territorio enorme

Cronología