37 Lenin y Stalin

Karl Marx había predicho que la revolución que preludiaría la victoria del comunismo se iniciaría en su Alemania natal. Con su gran proletariado industrial, Alemania cumplía las condiciones que consideraba necesarias para la siguiente gran fase en la lucha de clase: el derrocamiento de la burguesía.

Marx no habría creído nunca que la primera revolución comunista victoriosa tuviera lugar en Rusia, un país atrasado que estaba saliendo de siglos de feudalismo.

Lo que no había previsto Marx era la facilidad con que el nacionalismo podía seducir a la clase trabajadora. Cuando estalló la guerra en 1914, millones de hombres abandonaron su solidaridad obrera y se presentaron voluntarios para la matanza. En Rusia el régimen zarista gestionó la guerra con especial ineptitud, provocando sufrimientos a una escala inimaginable. Ésta fue la situación que aprovechó el revolucionario comunista Vladimir Ilich Lenin cuando regresó a Rusia desde el exilio en 1917.

El camino hacia la revolución. Mientras muchos estados europeos avanzaban hacia la democracia durante el siglo XIX, la Rusia imperial siguió siendo una autocracia: «Cada país tiene su constitución», bromeaba un ruso, «la nuestra es el absolutismo moderado por el asesinato». La represión provocaba una oposición radial, como la revuelta decembrista de 1825 y el asesinato del zar Alejandro II en 1881. Alejandro II había intentado introducir una cierta modernización, por ejemplo con la emancipación de los siervos en 1861, pero sus sucesores, Alejandro III y Nicolás II, dieron la espalda a las reformas, considerándose como los padres de su pueblo por sanción divina.

Nicolás II intentó afirmar el poder ruso en el Lejano Oriente, conduciendo a la derrota humillante en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. La derrota y el descontento general provocaron la revolución de 1905, marcada por la masacre de manifestantes pacíficos, levantamientos, motines y huelgas generales. El zar aceptó la formación de una duma, o parlamento, y después de atraerse las opiniones moderadas, procedió a aplastar la revuelta. Siguieron algunas reformas, pero Nicolás II era indiferente a las terribles condiciones en que vivía y trabajaba el creciente proletariado urbano.

«En un país así fue bastante fácil iniciar una revolución, tan fácil como levantar una pluma».

V. I. Lenin, dirigiéndose al séptimo congreso del Partido Bolchevique, 7 de marzo de 1918.

La vida de obreros y campesinos empeoró de forma insoportable a causa de la primera guerra mundial. Cuando Nicolás II tomó el mando directo de las fuerzas armadas, Rusia sufrió derrota tras derrota, y el gobierno interno quedó en las manos igualmente incapaces de la emperatriz Alejandra y su círculo derechista. En 1917, las bajas militares sobrepasaban los 8 millones de hombres y un millón más había desertado. Los campesinos dejaron de enviar productos a las ciudades, provocando la escasez de alimentos. El 8 de marzo de 1917 (febrero en el viejo calendario ruso) estalló la revolución en Petrogrado (San Petersburgo). Soldados y obreros formaron un soviet (consejo) y otros soviets aparecieron por todas partes. El zar ordenó a la guarnición de Petrogrado que aplastara la revuelta, pero la guarnición se amotinó, y el 15 de marzo Nicolás II abdicó. Se estableció un gobierno provisional moderado, pero los soviets representaban un centro de poder alternativo y significativo.

El golpe bolchevique. El 16 de abril, Lenin llegó a Petrogrado desde el exilio en Suiza. Lenin era el líder de la facción bolchevique («mayoría») del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que se había dividido en 1903. Los bolcheviques creían que un grupo pequeño de revolucionarios profesionales podía y debía dirigir el triunfo de la revolución. La facción menchevique («minoría»), por el contrario, creía que se necesitaba formar un partido de masas antes de que pudiera estallar la revolución.

En cuanto llegó a Petrogrado, Lenin exigió la transferencia del poder desde el gobierno provisional a los soviets. El fracaso del gobierno provisional en terminar con la participación de Rusia en la guerra o para aplicar una reforma agraria o para terminar con la falta de alimentos, fomentaba el malestar. Los bolcheviques consiguieron la mayoría en el soviet de Petrogrado, y en noviembre (octubre en el viejo calendario ruso) iniciaron la revolución y tomaron el poder.

Cronología

El establecimiento de la Unión Soviética. El nuevo gobierno cerró la paz con Alemania, firmando un tratado de paz en marzo de 1918. Los bolcheviques se enfrentaron entonces a una guerra civil interna, en la que el Ejército Rojo, dirigido por León Trotsky, combatió a los Blancos antibolcheviques. A pesar de la intervención militar a favor de los Blancos de varias potencias occidentales, el Ejército Rojo venció en 1920, y en 1922 los bolcheviques, después de reconquistar muchas partes no rusas del antiguo imperio ruso, que habían declarado su independencia, proclamaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Del Terror Rojo a la Gran Purga

En 1918 Lenin lanzó a la Checa (la policía secreta) contra sus oponentes políticos en un proceso llamado el Terror Rojo. Su uso de la detención, las ejecuciones y el confinamiento de los enemigos sospechosos en un «gulag» de campos de trabajo, donde muchos murieron en condiciones terribles, fue ampliado por Stalin. Durante la colectivización de la agricultura, toda la clase de los kulaks (campesinos ricos) fue eliminada, con millones de muertos; millones más murieron de hambre en Ucrania y Kazajstán en 1932-1934. Entonces Stalin volvió su atención hacia enemigos reales o sospechosos entre las minorías nacionales, el ejército y el propio Partido Comunista, incluidos muchos veteranos de la revolución bolchevique de 1917, que fueron torturados para que admitieran públicamente su «culpabilidad» en una serie de juicios falsos durante la Gran Purga de 1936-1938. En total, decenas de millones fueron fusilados, exiliados o enviados a campos de trabajo, mientras el propio Stalin era objeto de un culto a la personalidad y mantenía el poder con puño de hierro.

«Una muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística».

Iosif Stalin, comentario atribuido.

Como efecto de la revolución bolchevique, Lenin había ordenado la desaparición de los antiguos latifundios y la redistribución de la tierra entre los campesinos. Pero las exigencias de la guerra civil le obligaron en junio de 1918 a introducir el «comunismo de guerra», mediante el cual el estado nacionalizó la industria, se apropió de negocios privados y requisó alimentos de los campesinos. La productividad se colapsó y se produjeron escaseces muy serias de alimentos. Esto dio como resultado desafección y protestas, como el motín en 1921 de la base naval de Kronstadt. En respuesta, Lenin introdujo la «Nueva Política Económica» (NEP), que restauraba cierto grado de libre empresa y realizaba concesiones a los campesinos y a los consumidores. A medida que se recuperaba la economía, aumentaba el control del poder por parte del Partido Comunista (como se conocía ahora a los bolcheviques).

La muerte de Lenin en 1924 desencadenó una lucha por el poder, principalmente entre Trotsky y Iosif Stalin. Stalin resultó ser un manipulador mucho más despiadado, y en 1927 Trotsky —que quería extender la revolución por Europa— fue expulsado del partido y se fue al exilio. Stalin se embarcó en una política de «socialismo en un solo país», abandonando la NEP e introduciendo una serie de planes quinquenales, que implicaban la aceleración masiva de la industrialización y la reposesión de las tierras de los campesinos, que fueron forzados a trabajar en explotaciones colectivas. En el proceso, murieron millones de personas, a medida que Stalin se afianzaba como dictador absoluto de la URSS, posición que mantuvo hasta su muerte en 1953.

La idea en síntesis:
Rusia cambio una tiranía por otra

Cronología