CANTO VII
CIELO II: ESPÍRITUS ACTIVOS
Justicia e injusticia en la muerte de Cristo. El misterio de la Redención. Corrupción de los elementos. Resurrección de la carne.
«Hosanna, sanctus Deus sabaoth,
superillustrans claritate tua
3felices ignes horum malacoth!»[103]
Volviendo así a su nota, continúa
cantando ante mi vista esa sustancia,
6en la cual una doble luz se adúa[104];
y ella y otras, danzando con prestancia,
cual chispas que del viento van al filo,
9se velaron de súbita distancia.
Yo dudaba y decía: «¡Dilo, dilo!».
«Dilo» entre mí decía por mi dueña
12que mi sed calma con su dulce estilo;
pero la reverencia que se adueña
totalmente de mí por Be y por iz[105]
15casi igual me inclinaba que al que sueña.
Poco tiempo sufrióme así Beatriz,
y con sonrisa tal darme luz quiso
18que en el fuego me hubiera hecho feliz.
Y «Según —dijo— mi infalible aviso,
cómo justa venganza justamente
21 fue castigada te dejó indeciso;[106]
mas yo te aclararé pronto la mente:
y escúchame, pues de una gran sentencia
24mis palabras te van a hacer presente.
Al no sufrir por propia conveniencia
de la virtud el freno, el no nacido[107],
27al dañarse, dañó a su descendencia;
la especie humana, así, enferma ha yacido,
durante siglos, en enorme error
30hasta que al fin el Verbo ha descendido
donde naturaleza, de su autor
ya apartada, se ha unido a su persona
33con sólo el acto de su eterno amor.
Alza el rostro a lo que ahora se razona.
Que esta natura a su hacedor unida
36fue buena al ser creada reflexiona;
mas por sí sola viose despedida
del Paraíso, y la apartó su abuso
39del camino veraz y de la vida.
La pena porque en pie la cruz se puso,
si en la naturaleza se mensura,
42nunca tan justamente otra se impuso;
mas no la hay más injusta ni más dura
al contemplar a quien sufrió el entuerto
45porque a él estaba unida tal natura.
Creó un solo acto acierto y desacierto:
que al judío y a Dios plugo una muerte;
48tembló la tierra, el cielo quedó abierto.
No debes ya pensar que es cosa fuerte,
si el que justa venganza sea vengada
51 por justo tribunal alguien te advierte.
Pero a tu mente ahora veo atada
por el nudo de más de un pensamiento,
54del que mucho desea ser librada.
Tú dices: “Bien discierno lo que siento,
pero por qué Dios quiso me está oculto,
57redimirnos de modo tan cruento”.
Este decreto, hermano, está sepulto
para quien de saberlo es aún indigno
60porque el fuego de amor no le hizo adulto.
Y como, ciertamente, de este signo
mucho se piensa y poco se adivina,
63diré por qué tal modo fue el más digno.
Ardiendo en sí, la gran bondad divina,
que el livor[108] de sí aleja, tal destella
66que la belleza eterna disemina.
Lo que directamente brota de ella
no puede tener fin, pues no se mueve
69su señal cuando es ella quien la sella.
Lo que sin mediadores de ella llueve
es libre, pues sujeto no lo deja
72a lo que, siendo nuevo, no se atreve.
Le place más lo que más la refleja;
que el santo ardor que irradia en toda cosa
75es más vivaz si más se le asemeja.
Es de todos los dones ventajosa
la humana criatura; y si uno falla
78se hace de todos ellos perdidosa.
Sólo pecando encadenada se halla
y se hace al sumo bien desemejante
81porque en ella su luz casi se calla;
y no vuelve a ser digna en adelante
si no rellena el hueco del pecado
84y si la penitencia no es bastante.
Vuestra natura, de su digno estado
privóse, al pecar tota[109] en su simiente,
87y dejó al Paraíso despoblado;
recobrarse, si juzgas sutilmente,
al hacer su camino, ella podía
90por uno de estos vados solamente:
o que Dios por su sola cortesía
perdonase, o que el hombre por sí mismo
93pagase su locura, si podía.
Tu mirada introduce en el abismo
del eterno consejo, y hazlo oyendo
96con celo y atención mi silogismo.
No pudo el hombre, limitado siendo,
satisfacer por no poder bajarse,
99con toda su humildad obedeciendo,
cuanto al no obedecer quiso elevarse;
y ve que ésta es la causa verdadera
102que le impidió por sí mismo salvarse.
Menester fue que Dios recondujera
por sus vías al hombre hacia la vida,
105ya una tan sólo, ya las dos siguiera.
Mas porque al operante es más querida
su obra propia si más bondad ostenta
108del pecho en el que ha sido concebida,
la divina bondad, que al mundo alienta,
de proceder por una y otra vía,
111al elevaros, se sintió contenta;
y de la última noche al primer día[110]
no habrá, en una ni en otra, ni lo ha habido
114proceso alguno de tan gran valía:
que Dios más liberal al darse ha sido
para que el hombre baste a levantarse
117que si por sí le hubiese redimido;
y no habría podido apaciguarse
la justicia, si el Hijo de Dios reo
120no se hubiera hecho, humilde, al encarnarse.
Para colmarte bien todo deseo,
a aclarar algo dicho me repliego,
123pues quiero que lo veas cual lo veo.
Tú dices: “Veo al agua, veo al fuego,
al aire y tierra, a todas sus mixturas,
126caer en corrupción y morir luego;
mas estas cosas fueron criaturas;
y así, si lo escuchado es verdadero,
129deben estar de corrupción seguras”.
Los ángeles, hermano, y el sincero
país en el que estás, fueron creados
132tal como son, con ser propio y entero,
pero los elementos ya nombrados
y aquellas otras cosas que devienen
135por creada virtud son informados.
Creada es la materia que contienen;
su informante virtud creóse en tantas
138estrellas que girando en torno tienen.
Las almas de los brutos y las plantas
las sacan de una forma potenciada
141sus rayos, al girar las luces santas;[111]
mas la vida sin medio os fue inspirada
por la suma bondad; y la enamora
144de sí para ser siempre deseada.
Vuestra resurrección puedes ahora
deducir, si tu mente considera
147cómo fue hecha la carne pecadora
del primer hombre y la mujer primera».[112]