CANTO IV
CIELO I: ESPÍRITUS DÉBILES
Grados de beatitud. Sede de las almas bienaventuradas. Voluntad absoluta y voluntad relativa.
Libre entre dos bocados que igualmente
gustasen y atrajesen, moriría
3un hombre sin clavar en uno el diente;
así entre fieros lobos estaría
un cordero, sus dos hambres temiendo,
6y un perro, entre dos gamos, tal haría;
por esto, si callé, no me reprendo,
por dos dudas igualmente embargado,
9ni por lo que es fatal loarme entiendo.
Mi rostro, aunque callé, se vio pintado
por el deseo, y la pregunta era
12aún más ardiente que si hubiese hablado.
Hizo Beatriz lo que Daniel hiciera
cuando libró a Nabuco de la ira
15que provocara su injusticia fiera:[51]
«Veo bien —razonó— que de ti tira
uno y otro deseo, y que procura
18atarse tu pregunta, y no respira.
Tú argumentas: “Si el buen querer perdura,
el ajeno desmán ¿por qué razón
21hace que mi virtud sea más oscura?”.
También para dudar te da ocasión
que parezcan tornar a las estrellas
24las almas, como ya dijo Platón.[52]
Éstas, en tu querer, son las querellas
que pesan por igual; más peligrosa,
27y por ella comienzo, es una de ellas.
El santo serafín que más se endiosa,
Moisés, Samuel, y el Juan que tú prefieras,
30yo te digo, y María la Gloriosa,
no en escaños están de otras esferas
que las almas que has visto hace un momento,
33ni allí son más o menos pasajeras;[53]
del primer cielo son el ornamento
y gozan más o menos dulce vida
36según sienten allí el eterno aliento.
No se han mostrado aquí porque manida
suya sea esta esfera, mas cual signo
39de la espiritual menos erguida.
De este lenguaje vuestro ingenio es digno,
porque con los sentidos sólo aprende
41lo que es al intelecto más condigno.
Por esto la Escritura condesciende
a vuestra facultad, y pies y mano
45de Dios predica, y otra cosa entiende;
la Santa Iglesia, con aspecto humano
a Gabriel y a Miguel os representa
48ya aquel por quien Tobías quedó sano[54].
Lo que Timeo del ánima argumenta
con lo que aquí se ve no se conforma,
51aunque parezca que cual dice sienta[55].
Que el alma va a su estrella es para él norma,
pues la desprende de ella, si precisa
54naturaleza darla como forma;[56]
mas quizá su sentencia es de otra guisa
que como suena, y tal vez la dijera
57con intención de no mover a risa.[57]
Si él piensa que retorna a cada esfera
el baldón y el honor de su influencia,
60tal vez su puntería sea certera.[58]
De esta verdad, la mala inteligencia
a suplicar a Jove llevó un día,
63ya Mercurio y a Marte, su asistencia.
La otra duda que en tu ánimo se cría
menos veneno tiene, y su malicia
66no muy lejos de mí te llevaría.
Injusta parecer nuestra justicia
al ánimo mortal, es argumento
69de fe, más que de herética nequicia.
Mas porque a vuestro humano entendimiento
captar verdad como esta nada empece,
72según deseas, te daré contento.
Si hay violencia cuando quien padece
nada concede a aquel que le hace fuerza,
75esta gente disculpa no merece;
que el ánimo no cede si se esfuerza,
y hace cual con el fuego hace natura,
78aunque violencia mil veces lo tuerza[59].
Pues, ya se pliegue mucho o con mesura,
cede a la fuerza; y esto hicieron, pero
81podían haber vuelto a la clausura.
Si hubiera sido su querer entero,
como Lorenzo demostró en la grada,
84y Mucio, con su mano tan severo,[60]
los habría devuelto hacia su estrada
apenas se encontraron en franquía;
87mas de éstos entran pocos en hornada.
Si has escuchado la palabra mía
como debes, resuelto queda el caso
90que más veces tu enojo causaría.
Mas ya se te atraviesa un nuevo paso
ante los ojos, y éste es tan molesto
93que, sin poder seguir, caerías laso.
Una certeza yo en tu mente he puesto:
que un alma que es beata nunca miente,
96pues junto a la Verdad tiene su puesto;
mas Picarda afirmó inmediatamente
que Constanza amó al velo, y esto puede
99sonar de lo que dijo diferente;
mas, hermano, mil veces os sucede
que, huyendo del peligro, y no de grado,
102a hacer lo inconveniente al fin se cede;
como Alcmeón, que, cuando fue instigado
por su padre a su madre darle muerte,
105por obrar con piedad, fue despiadado[61].
Pensar sobre este punto quiero hacerte;
pues si fuerza y querer tejen el paño,
108que la excusa no cabe bien se advierte.
No absoluto albedrío cede al daño,
pero consiente en cuanto está temiendo,
111si rehúsa, caer en mal tamaño.
Mas Picarda se estaba refiriendo
al absoluto, y yo al otro albedrío,
114y ambas verdad estábamos diciendo».
Fue tal el discurrir del santo río
que de la fuente de verdad deriva,
117que dio la paz al pensamiento mío.
«Oh adamada del primo amante, oh diva
—dije después— de cuya voz la onda
120me transmite un fervor que más me aviva,
no es la afección que siento yo tan honda
que baste a devolver gracia por gracia,
123mas aquel que ve y puede te responda.
La inteligencia nuestra no se sacia
si por esa verdad no es ilustrada
126sin la que nunca otra verdad se espacia.[62]
Cual fiera en su guarida refugiada,
reposa en ella si la alcanza; y puede:
129pues, si no, toda sed será frustrada.
Así, al pie de lo cierto brota adrede
nuestra duda; y condúcenos natura,
132de loma en loma, a la suprema sede.
Esto me invita, y esto me asegura,
a rogarte, señora, que me hables
135de otra verdad que me resulta oscura.
En lugar de los votos, ¿aceptables
son para vos los otros actos buenos
138que la balanza no halla desdeñables?»»
Me miró Beatriz con ojos llenos
de unos rayos de amor tan encielados,
141que mi virtud huyó, venida a menos,
y zozobré, los ojos inclinados.