CANTO X
CORNISA I: ORGULLOSOS
Ejemplos de humildad.
Ya el umbral traspasado de la puerta
que el mal amor del ánima desusa
3porque viva hace ver la estrada muerta,
por el ruido entendí que estaba oclusa,
y si yo hubiese vuelto la mirada,
6¿cómo encontrar al fallo digna excusa?
Entre piedra subíamos rajada,
que se movía hacia una y otra parte
9cual ola por vaivenes zarandeada.
«Aquí conviene usar un poco de arte
—mi guía comenzó— y aproximarse,
12acá y allá, según dónde se parte.»
Y esto hizo a nuestros pasos retrasarse
tanto, que al lecho se acercó primero
15la recortada luna para echarse
que atrás quedara aquel desfiladero;[94]
mas, libres y en terreno descubierto,
18do el monte se une a modo de terrero,
yo fatigado, y el camino incierto
para los dos, pisamos un rellano
21solo como camino en el desierto.
Desde la orilla que limita el vano
al pie del alto tajo que se alzaba,
24tres veces mediría un cuerpo humano.
Y hacia donde mi vista el ala alzaba,
ora al siniestro, ya del diestro lado,
27igual esta cornisa se mostraba.
Nuestros pies no la habían aún pisado
cuando advertí que el circundante tajo,
30que de salida hallábase privado,
era de mármol cándido; y abajo
tales relieves vi, que Policleto[95]
33y natura envidiara aquel trabajo.
El ángel que bajó al mundo el decreto
de la paz tantos años suspirada,
36que el cielo abrió tras prolongado veto,
tan veraz se mostraba a la mirada,
allí esculpido en compostura suave,
39que no nos pareció imagen callada.
Se juraría que exclamaba «¡Ave!»;
porque representada estaba aquella
42que, abriendo al alto amor, giró la llave;
y escrito estaba allí por cima de ella
Ecce ancilla Dei tan claramente
45como en la cera imagen que se sella.
«No en un solo lugar pongas la mente»,
dijo el dulce mentor, que me tenía
48de donde tiene el corazón la gente.
Por lo cual moví el rostro, y tras María
otra escena se me hizo manifiesta,
51en donde estaba aquel que me movía,
que también en la roca estaba impuesta;
y entonces, a Virgilio adelantando,
54la tuve ante los ojos bien dispuesta.
Allí el mármol estaba figurando
el carro y bueyes con el arca santa
57que excederse en su oficio está vedando.[96]
Al frente de ella, gente se adelanta
en siete coros; dos de mis sentidos
60dicen, el uno «No», y otro, «Sí canta».
Los humos del incienso allí fingidos
ponen a ojo y nariz en un mal paso,
63entre el sí y entre el no desavenidos.

Arremangado ante el bendito vaso,
triscando humildemente iba el salmista,
66más y menos que rey en aquel caso.
Enfrente, y asomándose a una vista
de un gran palacio, Mícol admiraba
69mostrando que el despecho la contrista.[97]
Yo me moví del sitio en que me hallaba
para avistar de cerca nueva historia
72que por detrás de Mícol blanqueaba.
Allí estaba historiada la alta gloria
del príncipe romano en cuyo honor
75Gregorio consiguió la gran victoria;[98]
me refiero a Trajano emperador;
y una viudita al freno estaba asida,
78de lágrimas herida y de dolor.
De nobles le rodeaba una partida,
y las águilas de oro, con el viento,
81se movían en son de despedida.
Exhalar parecía su lamento
la mísera: «Señor, vengada sea
84de mi hijo muerto, por quien pena siento»;
y él responder: «Espera a que me vea
de retorno», y aquélla: «Señor mío
87—cual uno a quien el ansia le espolea—
¿y si no vuelves?»; y él: «El caso fío
a quien me herede»; y ella: «El bien que viene
90de otro, ¿qué importa a quien se muestra impío?»;
y él: «Consuélate —dijo—, que conviene
que cumpla mi deber antes que vaya,
93la piadosa justicia me retiene».
Quien no vio cosa nueva, en esta talla,
aquel visible hablar ha producido,
96nuevo porque en el mundo no se halla.
Mientras yo contemplaba conmovido
un cuadro de humildad tan atrayente
99—y por quien fue su artista[99], más querido—,
«He aquí que se acerca mucha gente
—dijo el guía— con tardos movimientos.
102Tal vez hacia la altura nos oriente».
Y mis ojos, que hallábanse contentos
de aquella novedad tan deseada,
105en volverse hacia él no fueron lentos.
Mas no quiero, lector, ver desviada
tu buena decisión por tener ciencia
108de cómo a Dios la deuda es abonada.
No contemples cómo es la penitencia:
piensa en lo que vendrá; que, en todo caso,
111terminará cuando la gran sentencia.
Yo comencé: «Lo que nos sale al paso
a mis ojos personas no parecen,
114y no sé si mi vista falla acaso».
Y él me dijo: «El tormento que padecen
de tal modo hacia el suelo los inclina
117que ahora es cuando sin dudas se aparecen.
Mas mira fijamente y examina
a aquéllos por las piedras agobiados:
120ve cómo cada cual se disciplina».
¡Oh soberbios cristianos, desgraciados,
que, enfermos de la vista de la mente,
123confiáis en los pasos atrás dados,
¿no veis que somos larvas solamente
hechas para formar la mariposa
126angélica, que a Dios mira de frente?!
¿De qué vuestra alma muéstrase orgullosa,
si como insecto sois que está mal hecho,
129cual gusano de forma defectuosa?
Cual, para sustentar bóveda o techo,
por ménsula se mira una figura
132que toca sus rodillas con el pecho,
y lo que no es verdad pena procura,
que es verdadera, al que en su aspecto fía,
135así los vi llegar por la angostura.
Más o menos cada uno se encogía
según que el peso fuese tanto o cuanto;
138y el que con más paciencia procedía
sollozar parecía: «¡Ya no aguanto!».