Capítulo 71
Mientras se dirigían hacia el suroeste de la ciudad, Riggins recibía continuamente las últimas noticias sobre lo que había sucedido. Dark había estado en el desfile. El sacerdote había recibido dos disparos, pero esperaban que sobreviviera. Habían visto a un tío que llevaba la máscara de una cabra. Dark no era quien había disparado. Los testigos afirmaban que Dark había intentado detener al asesino. El sacerdote había sido evacuado rápidamente en una ambulancia pero aún no había llegado al hospital.
Constance conducía el coche.
—Quizá nos equivocamos con Steve.
—No estamos equivocados al pensar que Dark está involucrado en todo este asunto —dijo Riggins—. De hecho, apuesto a que estuvo en contacto con ese sacerdote.
—Entonces, debemos ir al hospital. Sabemos que hace mucho tiempo que Dark se alejó de la Iglesia.
—Sí.
Hacía mucho tiempo que Dark se había alejado de todo, pensó Riggins.
Riggins probó con el hospital pero aún no habían contactado con el conductor de la ambulancia. Aquello no tenía ningún sentido. El hospital no estaba tan lejos de donde se había producido el tiroteo, si el programa de su móvil que mostraba el plano de la ciudad era correcto. ¿Qué diablos estaba pasando?
A menos que la ambulancia no se dirigiera al hospital.
Riggins pensó en el cómplice de Dark, aquella muñeca de movimientos elegantes que lo acompañaba en la parte trasera de la furgoneta. Él solo había podido echar un vistazo al equipo que tenían allí, pero había visto lo suficiente como para saber que no tenía nada que envidiar al de Quantico, tal vez era incluso mejor. ¿Y si Dark no se había marchado de Casos especiales para «retirarse», sino para irse a trabajar con otra agencia del gobierno? Casos especiales era el no va más cuando se trataba de cazar a aquellos monstruos, pero eso no significaba que otras secciones del gobierno no estuvieran interesadas en hacer lo mismo.
Si ese era el caso, ¿por qué Dark no se lo había dicho? ¿Qué?, ¿acaso le ofrecían un mejor seguro médico y dental? No tenía sentido.
Riggins le dijo a Constance que se dirigiera al hospital de todos modos. Quizá allí pudiera hablar con alguien encargado de coordinar el envío de las ambulancias y hacerse una idea de cómo funcionaba el sistema en Fresno. Reducir un poco el campo de acción.
«Ya puedes hacer todos los movimientos rebuscados que quieras —pensó Riggins—. Pero tú y tu extraña compañera no podéis recoger a un sacerdote moribundo y esfumaros de la faz de la Tierra».