Capítulo 64

Fresno, California

Después de haber quemado la furgoneta y cambiado de coche tres veces, alternando las matrículas en cada una de ellas, Dark y Graysmith viajaron de noche, recorriendo más de quinientos kilómetros en seis horas. Primero hacia el sur por la 15, luego en dirección oeste por la 58 y, finalmente, hacia el norte por la 99. Dark conducía en absoluto silencio el todoterreno robado a través del oscuro desierto de California mientras Graysmith trabajaba en su ordenador portátil para seguir reuniendo información acerca de Roger y Abdulia Maestro. Después de un par de horas, ella finalmente alzó la vista como si acabara de tomar conciencia de la ira de Dark.

—No les hice daño, tú lo sabes —dijo ella.

Dark no contestó.

—De verdad. No soy Jackie Chan. Solo limité temporalmente su capacidad para respirar. Estarán bien. Teníamos que largarnos de allí.

—Tú no los conoces. Nos habrían ayudado.

—Te creo. Tom Riggins y Constance Brielle han hecho un buen trabajo durante todos estos años. Pero esta situación escapa a su control. Casos especiales no podrá hacer una mierda con los Maestro hasta que todo esto haya acabado y ellos hayan tirado su última carta.

—¿Qué quieres decir?

Graysmith sonrió.

—¿Por qué dejaste Casos especiales? No me contestes. Yo te diré por qué lo hiciste. Porque no importa cuánto trabajaras, tú te sentías envuelto en un montón de basura legal y sometido a las constantes intromisiones de Wycoff y sus colegas, ¿verdad? A veces pensabas que si tuvieras solo un poco más de libertad podrías meter entre rejas a muchos más de esos monstruos. Bien, deja que te cuente un pequeño secreto: es asombroso que hayas conseguido algo trabajando en Casos especiales. En el momento en que Wycoff comenzó a agitar su polla por allí, Casos especiales se convirtió en un chiste. Algo que sacar a relucir en las conferencias ante las fuerzas de seguridad.

—Les paramos los pies a un montón de asesinos —dijo Dark con calma.

—Se suponía que no debíais hacerlo. El hecho de que siguierais quitando de en medio a esos monstruos realmente molestaba a mucha gente. Steve, hay personas en el gobierno que no quieren que nadie vaya detrás de esos asesinos. Porque no los ven como tales. Son activos potenciales.

—Activos —repitió Dark en tono helado.

—Podría mostrarte un informe que habla de tu enemigo, Sqweegel, que haría que quisieras irrumpir en el Pentágono con una escopeta de cañones recortados. Ese informe habla de cómo Sqweegel podría haber sido convertido en una arma. ¿Te imaginas a un agente con sus habilidades? ¿Un tío capaz de ocultarse en cualquier espacio, por pequeño que sea, en cualquier parte del mundo? En mi departamento había tipos que prácticamente se corrían en sus pantalones pensando en ello.

—Ese monstruo asesinó a mi esposa.

—Sí. Y alguien como él asesinó a mi hermana. Y en ese momento la desilusión se instaló en mí. ¿Por qué crees que estamos haciendo esto? Porque nadie más puede hacerlo. Ni siquiera tus amigos Riggins y Brielle.

Para cuando llegaron a Fresno ya era muy tarde. No había tiempo para descansar, aunque todo el cuerpo de Dark imploraba unos minutos de reposo. Tenían que ir a ver a ese sacerdote y advertirle de lo que estaba pasando, además de encontrar la manera de coger in fraganti a los Maestro.

Dark convino en que debía ser él quien hablara con el sacerdote. Mientras tanto, Graysmith se encargaría de registrar la iglesia y la rectoría. Que ella supiera, los Maestro aún estaban allí.

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