Capítulo 60

La radio de la policía no dejaba de transmitir información acerca de Kobiashi y la carta del tarot. Otro asesinato justo en los talones del anterior. En ese caso, sin embargo, no había nada sofisticado. Un jugador japonés, desnudo y con una bala en la cabeza. «Mierda», pensó Riggins. Para Las Vegas, eso era un alivio.

Sin embargo, existía una posible conexión con Steve Dark.

Mientras se dirigían hacia el Egyptian, Riggins llamó al Departamento de Policía de Las Vegas. Hacía años que conocía al supervisor del turno de noche del equipo local del CSI, quien lo puso en contacto inmediatamente con el detective a cargo del caso. Sí, Dark había estado en la escena del crimen. De hecho, se había marchado hacía unos minutos con una copia de las imágenes registradas por las cámaras de seguridad porque había dicho que tenía una manera de mejorarlas. ¿Cómo?, ¿Dark no se había registrado? Es decir, para empezar, ¿ellos no lo habían echado de allí?

Ahora Riggins no podía negar la evidencia. Dark había sido visto cerca de al menos cuatro de siete escenas del crimen —el edificio de apartamentos de Paulson, el bar donde habían matado a las tres chicas en Filadelfia, la zona donde se había estrellado el avión en los Apalaches y ahora allí, en Las Vegas—, y siempre logrando colarse solo con una credencial de plástico sacada de una caja de cereales para el desayuno.

Ahora estaba abandonando la escena de un crimen, llevándose una prueba material, para Dios sabía qué hacer con ella. ¿Acaso Dark estaba tratando de cubrir sus huellas? O, peor aún, ¿estaba coleccionando pequeños trofeos de sus asesinatos de las cartas del tarot?

Riggins odiaba tener que pensarlo, pero había una muy buena posibilidad de que Dark no solo estuviera implicado en esos asesinatos, sino que fuera el autor intelectual de todos ellos.

Llevaba grabada la palabra «asesino» en la sangre, directamente en el ADN.

Una vez que Riggins se permitió ir allí y repasó mentalmente los crímenes cometidos hasta el momento, los hechos del pasado encajaron en su sitio con una facilidad alarmante. ¿El asesinato de Martin Green, colgado y torturado? Coser y cantar para Dark, sobre todo conociendo los métodos de entrada en una casa y de sumisión de un monstruo como Sqweegel. ¿El asesinato de Paulson? Más fácil todavía. Paulson idolatraba a Dark y habría confiado en él con los ojos cerrados. ¿Las tres universitarias del bar de Filadelfia? Dark era lo bastante atractivo como para atraerlas al baño, lo bastante inteligente como para echar algún tipo de droga en sus cervezas, lo bastante fuerte como para colgarlas del techo. ¿El senador? Otro paseo para Dark, con puñales que podía haber encargado —o fabricado él mismo— hacía años. ¿El accidente de avión? Eso ya era más complicado. Dark no era piloto, pero había aparecido de pronto en el lugar del accidente, aparentemente de la nada, como si se hubiera lanzado en un jodido paracaídas. ¿La enfermera de Wilmington? Muy sencillo, con tiempo de sobra para coger un avión a Santa Bárbara, conducir hasta Burbank y tomar otro avión a Las Vegas. Desde los asesinatos de Sqweegel, Dark había vivido prácticamente en los aviones durante los últimos cinco años. Los vuelos eran una segunda naturaleza para él, igual que los viajes en autobús para la mayoría de la gente.

Pero lo que desconcertaba a Riggins era por qué.

¿Por qué demonios estaba haciendo Dark todo eso?

En cierta manera, Riggins lo entendía. Dark había tenido que vivir una auténtica pesadilla no una, sino dos veces. Dos familias asesinadas, básicamente, ante sus ojos. Cualquiera podría volverse loco. Mucho más alguien con la estructura genética de Dark.

¿Por qué, entonces?

¿Por qué esperar cinco años para iniciar esa juerga? ¿Acaso solo estaba siguiendo la corriente, atrapando a monstruos poco importantes mientras planeaba su propia obra maestra cuando llegara el momento?

Todas las cervezas que habían bebido juntos, las comidas que habían compartido, las charlas hasta altas horas de la noche acerca de la vida, Dios, el destino y todo lo demás…

Mierda.

Los porqués podían esperar.

Ahora la misión consistía en neutralizar a Dark.

Hacer que alguien lo psicoanalizara, lo estudiara, lo examinara, lo que fuera. Lo único que él le debía al mundo era encerrar a Dark en alguna parte donde no pudiera hacer daño a nadie. Si uno echaba un vistazo al balance de sus vidas juntos, las personas que habían salvado, los monstruos que habían atrapado… sería suficiente. Tenía que ser suficiente.

No podrás esconderte
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
aniversario.xhtml
dedicatoria.xhtml
prologo.xhtml
primeraparte.xhtml
hanged.xhtml
ahorcado.xhtml
intro1.xhtml
cap1.xhtml
cap2.xhtml
cap3.xhtml
cap4.xhtml
cap5.xhtml
cap6.xhtml
cap7.xhtml
cap8.xhtml
cap9.xhtml
cap10.xhtml
cap11.xhtml
segundaparte.xhtml
fool.xhtml
loco.xhtml
intro2.xhtml
cap12.xhtml
cap13.xhtml
cap14.xhtml
cap15.xhtml
cap16.xhtml
cap17.xhtml
cap18.xhtml
cap19.xhtml
cap20.xhtml
cap21.xhtml
terceraparte.xhtml
cups.xhtml
trescopas.xhtml
intro3.xhtml
cap22.xhtml
cap23.xhtml
cap24.xhtml
cap25.xhtml
cap26.xhtml
cap27.xhtml
cap28.xhtml
cuartaparte.xhtml
swords.xhtml
diezespadas.xhtml
intro4.xhtml
cap29.xhtml
cap30.xhtml
cap31.xhtml
cap32.xhtml
cap33.xhtml
cap34.xhtml
cap35.xhtml
cap36.xhtml
cap37.xhtml
cap38.xhtml
cap39.xhtml
quintaparte.xhtml
wands.xhtml
diezbastos.xhtml
intro5.xhtml
cap40.xhtml
cap41.xhtml
cap42.xhtml
cap43.xhtml
cap44.xhtml
cap45.xhtml
cap46.xhtml
cap47.xhtml
sextaparte.xhtml
pentacles.xhtml
cincodoros.xhtml
intro6.xhtml
cap48.xhtml
cap49.xhtml
cap50.xhtml
cap51.xhtml
cap52.xhtml
cap53.xhtml
septimaparte.xhtml
fortune.xhtml
ruedafortuna.xhtml
intro7.xhtml
cap54.xhtml
cap55.xhtml
cap56.xhtml
cap57.xhtml
cap58.xhtml
cap59.xhtml
cap60.xhtml
cap61.xhtml
cap62.xhtml
cap63.xhtml
cap64.xhtml
cap65.xhtml
cap66.xhtml
cap67.xhtml
cap68.xhtml
cap69.xhtml
octavaparte.xhtml
devil.xhtml
diablo.xhtml
intro8.xhtml
cap70.xhtml
cap71.xhtml
cap72.xhtml
cap73.xhtml
cap74.xhtml
novenaparte.xhtml
tower.xhtml
torre.xhtml
intro9.xhtml
cap75.xhtml
cap76.xhtml
cap77.xhtml
cap78.xhtml
cap79.xhtml
cap80.xhtml
cap81.xhtml
cap82.xhtml
cap83.xhtml
cap84.xhtml
decimaparte.xhtml
death.xhtml
muerte.xhtml
intro10.xhtml
cap85.xhtml
cap86.xhtml
cap87.xhtml
cap88.xhtml
cap89.xhtml
cap90.xhtml
cap91.xhtml
cap92.xhtml
cap93.xhtml
life.xhtml
epilogo1.xhtml
epilogo2.xhtml
thanks.xhtml
autor.xhtml
autor1.xhtml
notas.xhtml