Capítulo 13

En primer lugar, Dark se aseguró de que nadie lo seguía. Eso significaba seguir una ruta demencialmente tortuosa por Westwood, hacia Sunset y Coldwater Canyon Drive, atravesando Studio City, para regresar en dirección a Mulholland y tomar luego una serie de pequeños atajos que conocía y que lo llevarían de nuevo a West Hollywood. Si alguien había conseguido seguirlo, bueno, entonces se merecía aparcar directamente sobre su culo. Después de haber dejado el coche en el camino particular y comprobado dos veces las cerraduras, desactivó el sistema de seguridad y sacó su Glock 22 del lugar donde la guardaba en la sala de estar. El cargador estaba lleno.

A continuación bajó al sótano y buscó el expediente de Brian Russell Day. Introdujo la información sobre Julia Graysmith en su base de datos y luego amplió la búsqueda a su familia. Resultó que había una hermana mayor: Alisa.

O «Lisa».

Hizo clic sobre los datos de Lisa y vio que no se podía acceder a sus archivos por orden del Departamento de Defensa. Interesante.

Por suerte, Dark había dejado una puerta trasera abierta en el sistema hacía unos años, cuando trabajó con algunos de los lacayos de Wycoff. No la utilizaba muy a menudo, y probablemente esa fuera la razón de que nadie hubiera reparado todavía en ella. En la pantalla aparecieron algunos archivos. La información era escasa, lo que significaba que la mayor parte debía de estar profundamente enterrada y ni siquiera en un servidor en alguna parte. Pero, según los datos que Dark pudo reunir, Lisa Graysmith era miembro de una organización que tenía conexión con DARPA, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados del Departamento de Defensa. ¿Que tenías alguna idea loca para la defensa del país y mil millones de dólares? DARPA encontraría la manera de ponerla en práctica. O aproximarse bastante. Hacía poco Dark había leído un artículo que hablaba de los esfuerzos de la agencia para convertir en combustible para tanques los excrementos de los soldados.

¿Qué hacía Graysmith para DARPA? ¿Y qué había querido decir con «ayuda»?

Dark detestaba las artimañas. Hacía cinco años, cuando Wycoff había comenzado a chantajearlo para que le hiciera una interminable serie de «favores», el gobierno le había proporcionado una canguro llamada Brenda Condor para que cuidara de Sibby. A Dark no le gustaba nada dejar a su pequeña en manos de una extraña, cuya fidelidad estaba representada por un juego de credenciales (fáciles de falsificar) y una llamada telefónica de Wycoff. Pero ¿qué opciones tenía? No podía coger una bolsa con pañales y llevar a su hijita consigo por todo el mundo para ir a la caza de asesinos.

Resultó que Brenda Condor era algo más que una canguro. Wycoff la había contratado para que vigilara de cerca a Dark, lo que significaba introducirse poco a poco en su vida personal. Follándoselo, poniendo el hombro para que él pudiera llorar, lo que fuera necesario para que no se cayera a pedazos. Dark era un activo muy valioso, y Brenda Condor era quien lo controlaba.

Algunos tipos llegan temprano un día del trabajo y encuentran a sus esposas en la cama con el jardinero. No fue el caso de Dark. Él llegó un día a casa temprano y encontró a Brenda redactando un informe detallado para Wycoff.

Eso, de alguna manera, le hizo incluso más daño.

Dark la despidió y luego envió a la pequeña Sibby a vivir con sus abuelos. Fue la decisión más difícil de su vida. Durante todo el vuelo a Santa Bárbara no dejó de mirar a los otros pasajeros, preguntándose cuál de ellos podía estar vigilándolo. Siguiéndole los pasos. Mientras tanto, Sibby estaba abstraída y feliz, babeando y jugando con un pequeño tigre de peluche que le había comprado en el aeropuerto. Ella no sabía que estaba a punto de ser abandonada por segunda vez en su corta vida.

«Espero que un día puedas entenderlo, pequeña».

Y ahora, alguien que le recordaba mucho a Brenda Condor —en caso de que ese fuese realmente el nombre de la agente secreta— intentaba introducirse en su vida. No se fiaba de ella. Tampoco lo necesitaba.

La vida de Dark estaba jodidamente lejos de ser perfecta, pero también era sencilla. Sibby estaba con sus abuelos y ellos la amaban con locura. Dark pasaba el tiempo conduciendo por la ciudad, trabajando en la casa o leyendo sobre asesinatos en su guarida subterránea. La razón por la que había abandonado Casos especiales era para limpiar su mente de toda esa locura y tratar de encontrar alguna manera de que su hija volviera a formar parte de su vida. De modo que, a menos que Lisa Graysmith tuviera algún medio para resucitar a los muertos, él tenía serias dudas de que pudiera hacer nada para «ayudar».

Dark subió la escalera para lavarse la cara, beber una cerveza y tratar de desconectar durante un rato.

Pero ella ya estaba sentada en el sofá, esperándolo pacientemente.

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