32. LA LLAMADA

—Hacía veinte años, Sterling, que esperaba el momento de librar al mundo de ese monstruo. Levanté mi pistola; habría podido matarlo allí mismo, en su sillón. No tenía una oportunidad entre un millón de salvarse. ¿Conoce el cuarto, verdad? Lo vi salir de allí.

»Estaba sentado en ese sillón que le sirve de trono, detrás de la gran mesa, y su tití, aquel animalito apergaminado que no había visto desde hacía quince años, dormía en su hombro. El olor que flotaba en aquel cuarto era inconfundible: el doctor Fu-Manchú siempre ha sido adicto al opio. Estaba dormido.

—¡Lo sé! —refunfuñé.

—Sintió usted seguramente la misma tentación. Pero me pregunto aún si teníamos razón. Cuando decidí que no era capaz de matarlo mientras dormía, maldije mis ridículos prejuicios. Ese hombre había asesinado a miles, quizás a millones de personas y, sin embargo, no podía hacerlo.

»Lo observé, sentado allí, y sus crímenes formaban un río de sangre detrás de él. Nunca había experimentado una tentación tan fuerte en mi vida y al mismo tiempo nunca me había despreciado tanto por no caer en ella.

»De repente, vi una puerta, a la derecha de su sillón, y pensé que de momento el doctor Fu-Manchú era un enemigo fuera de combate. Había un botón junto a la puerta.

La abrí y topé con una segunda puerta, a un paso de distancia. La abrí también.

»¡Y me encontré transportado de pronto al corazón de una selva tropical! En ese instante el tití despertó, lanzó un grito agudo y penetrante, saltó por encima de mí y desapareció entre los árboles.

»Me volví con la pistola en la mano y miré a Fu-Manchú. No se movió. Me arriesgué a dar un paso hacia el interior de ese descomunal invernadero. Contemplé lo que me rodeaba, los arriates de flores y, allí arriba, las copas de las palmeras. Habría sido una locura explorar aquel lugar con más detenimiento. Había cumplido mi objetivo.

»Sólo me quedaba salir de allí sin ser visto, tal como había entrado. Me di vuelta, con el propósito de escabullirme de nuevo a través del cuarto de Fu-Manchú, cuando oí unos pasos ligeros entre las copas de las palmeras.

»Abandoné precipitadamente aquel lugar. Sin molestarme siquiera en volver a cerrar las puertas comunicantes, crucé con cautela la alfombra del estudio y salí al enorme laboratorio. Dudé por un instante pero, por fin, cerré la puerta. Permanecí allí, atento.

»Salvo aquella vibración que por lo visto no cesaba jamás, no se oía absolutamente nada.

»Procurando no pisar las marcas negras, me dirigí deprisa hacia la derecha. Al acercarme a la pared, en uno de los extremos de ese gigantesco lugar construido bajo tierra, como usted debe de haber notado, me ocurrió algo muy desagradable.

»¡Era incapaz de recordar por dónde había entrado! Y aquellas paredes, totalmente lisas, no me eran de mucha ayuda.

»Buscaba la salida cuando oí emerger a alguien del estudio del doctor Fu-Manchú… Me apresuré a esconderme.

»Evitando las marcas negras del suelo, me agazapé en un rincón, ¡mientras alguien atravesaba el laboratorio hacia mí!

»Desde mi escondrijo, sólo distinguía su guardapolvo blanco y me resultaba imposible identificarlo.

»Vi acercarse su silueta hasta un hueco situado entre dos altas estanterías. Las paredes estaban divididas en unos paneles rodeados por una especie de marco metálico; no podía permitirme la menor equivocación y asomé la cabeza para observarlo mejor.

»Era tal mi impaciencia que uno de mis pies se posó inadvertidamente sobre la raya negra que rodeaba un aparato parecido a un proyector. Recibí una descarga tan violenta en la pierna que rodé al suelo, maldiciendo entre dientes.

»Cuando me arriesgué a levantar la cabeza, el hombre del guardapolvo blanco había desaparecido.

»La pared presentaba la misma superficie blanca y lisa. No obstante, sabía dónde se encontraba la puerta y confiaba en poder abrirla, presionando con fuerza a un metro del suelo.

»Con toda evidencia, no había sido descubierto. Dejé transcurrir unos cincuenta o sesenta segundos y luego, a mi vez, abrí la puerta. Ante mí, vi unas escaleras que reconocí como las mismas por las que había bajado hacía sólo un momento. Al pisar con cautela el primer escalón, la puerta se cerró a mi espalda.

»Me detuve para escuchar.

»Encima de mí, oí abrirse un acceso con un ruido casi imperceptible; esos mecanismos, en efecto, ajustan a la perfección. Recordé que era la puerta por la que había entrado.

»Ya sabe qué ocurrió después, Sterling. Un hombre desconocido, porque no le vi el rostro, vestido de una manera totalmente anónima, me cortaba el paso hacia la playa que necesitaba alcanzar.

Se detuvo.

—¿Qué es eso? —murmuró.

Por encima del leve susurro de las olas, una nota mágica empezó a resonar.

—Alguien me llama —dije—. Se han percatado de mi ausencia.

El regreso de Fu-Manchú
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
portadilla.xhtml
Libro1-001.xhtml
Libro1-002.xhtml
Libro1-003.xhtml
Libro1-004.xhtml
Libro1-005.xhtml
Libro1-006.xhtml
Libro1-007.xhtml
Libro1-008.xhtml
Libro1-009.xhtml
Libro1-010.xhtml
Libro1-011.xhtml
Libro1-012.xhtml
Libro1-013.xhtml
Libro1-014.xhtml
Libro1-015.xhtml
Libro1-016.xhtml
Libro1-017.xhtml
Libro1-018.xhtml
Libro1-019.xhtml
Libro1-020.xhtml
Libro1-021.xhtml
Libro1-022.xhtml
Libro1-023.xhtml
Libro1-024.xhtml
Libro1-025.xhtml
Libro1-026.xhtml
Libro1-027.xhtml
Libro1-028.xhtml
Libro1-029.xhtml
Libro1-030.xhtml
Libro1-031.xhtml
Libro1-032.xhtml
Libro1-033.xhtml
Libro1-034.xhtml
Libro1-035.xhtml
Libro1-036.xhtml
Libro1-037.xhtml
Libro1-038.xhtml
Libro1-039.xhtml
Libro1-040.xhtml
Libro1-041.xhtml
Libro1-042.xhtml
Libro2-001.xhtml
Libro2-002.xhtml
Libro2-003.xhtml
Libro2-004.xhtml
Libro2-005.xhtml
Libro2-006.xhtml
Libro2-007.xhtml
Libro2-008.xhtml
Libro2-009.xhtml
Libro2-010.xhtml
Libro2-011.xhtml
Libro2-012.xhtml
Libro2-013.xhtml
Libro2-014.xhtml
Libro2-015.xhtml
Libro2-016.xhtml
Libro2-017.xhtml
Libro2-018.xhtml
Libro2-019.xhtml
Libro2-020.xhtml
Libro2-021.xhtml
Libro2-022.xhtml
Libro2-023.xhtml
Libro2-024.xhtml
Libro2-025.xhtml
Libro2-026.xhtml
Libro2-027.xhtml
Libro2-028.xhtml
Libro2-029.xhtml
Libro2-030.xhtml
Libro2-031.xhtml
Libro2-032.xhtml
Libro2-033.xhtml
Libro2-034.xhtml
Libro2-035.xhtml
Libro2-036.xhtml
Libro2-037.xhtml
Libro2-038.xhtml
Libro2-039.xhtml
Libro2-040.xhtml
Libro2-041.xhtml
Libro2-042.xhtml
Libro2-043.xhtml
Libro2-044.xhtml
Libro2-045.xhtml
Libro2-046.xhtml
Libro2-047.xhtml
Libro2-048.xhtml
Libro2-049.xhtml
Libro2-050.xhtml
Libro2-051.xhtml
Libro2-052.xhtml
Libro2-053.xhtml
Libro2-054.xhtml
Libro2-055.xhtml
Libro2-056.xhtml
Libro2-057.xhtml
Libro2-058.xhtml
Libro2-059.xhtml
Libro2-060.xhtml
Libro2-061.xhtml
Libro2-062.xhtml
Libro2-063.xhtml
Libro2-064.xhtml
Libro2-065.xhtml
Libro2-066.xhtml
Libro2-067.xhtml
Libro2-068.xhtml
Libro2-069.xhtml
Libro3-001.xhtml
Libro3-002.xhtml
Libro3-003.xhtml
Libro3-004.xhtml
Libro3-005.xhtml
Libro3-006.xhtml
Libro3-007.xhtml
Libro3-008.xhtml
Libro3-009.xhtml
Libro3-010.xhtml
Libro3-011.xhtml
Libro3-012.xhtml
Libro3-013.xhtml
Libro3-014.xhtml
Libro3-015.xhtml
Libro3-016.xhtml
Libro3-017.xhtml
Libro3-018.xhtml
Libro3-019.xhtml
Libro3-020.xhtml
Libro3-021.xhtml
Libro3-022.xhtml
Libro3-023.xhtml
Libro3-024.xhtml
Libro3-025.xhtml
Libro3-026.xhtml
Libro3-027.xhtml
Libro3-028.xhtml
Libro3-029.xhtml
Libro3-030.xhtml
Libro3-031.xhtml
Libro3-032.xhtml
Libro3-033.xhtml
Libro3-034.xhtml
Libro3-035.xhtml
Libro3-036.xhtml
Libro3-037.xhtml
Libro3-038.xhtml
Libro3-039.xhtml
Libro3-040.xhtml
Libro3-041.xhtml
Libro3-042.xhtml
Libro3-043.xhtml
Libro3-044.xhtml
Libro3-045.xhtml
Libro3-046.xhtml
Libro3-047.xhtml
Libro3-048.xhtml
Libro3-049.xhtml
Libro3-050.xhtml
Libro3-051.xhtml
Libro3-052.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml